Neruda, los días del fugitivo

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

fotoCuando el oscuro presidente de risa fácil cede a los requerimientos estadounidenses

Estados Unidos, a su vez, prepara la inhóspita noche de Joseph MacCarthy

promulga una peregrina ley de defensa de la democracia –que le permitirá convertir a la desértica Pisagua, en el norte de Chile, en campo de concentración y cualquier aldea o villorrio en destino para los relegados–, desata además una persecución inédita hasta ese momento en la historia moderna del país contra un peligroso subversivo al que llaman Pablo Neruda.

Es el comienzo de la “guerra fría”, –que distó mucho de ser sólo entre la URSS y EEUU: sus escenarios fueron todos los pueblos de la Tierra– y de la cual el poeta fue, a la vez, combatiente y víctima.

Neruda, en 1948, había dejado de ser el joven talentoso (abajo, der.) que escribía poemas de amor. Su maciza Residencia en la Tierra lo situaba entre los grandes del siglo y en un poeta que atravesaba las épocas. Otros libros, como El hondero entusiasta y las ediciones y reediciones mundiales de los Veinte poemas de amor y una canción desesperada, su España en el corazón, en fin, eran los peldaños de una escalera que 23 años más tarde lo condujo a Estocolmo para recibir el Nobel de Literatura.

El documemtal de Arévalo –Neruda fugitivo– arma con paciencia, pasión y exactitud histórica los 13 meses de Neruda perseguido.

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Nunca se sabe de dónde viene y a qué conduce la poesía. Años antes, en la Residencia… había escrito en Débil del alma:

El día de los desventurados, el día pálido se asoma
Con un desgarrador olor frío, con sus fuerzas en gris,
Sin cascabeles, goteando el alba por todas partes:
Es un naufragio en el vacío, con un alrededor de llanto.

Nunca olvidó Neruda esos meses, nunca olvidó el paisaje cordillerano, el viaje alucinado por senderos del sur andino que todavía no están cartografiados. Lo recordó en octubre de 1971, ya enfermo, al abrir su discurso de estilo cuando recibió de manos del rey de Suecia el premio de todos los premios:

«Mi discurso será una larga travesía, un viaje mío por regiones lejanas y antípodas, no por eso menos semejantes al paisaje y a las soledades del norte. Hablo del extremo sur de mi país. Tanto y tanto nos alejamos los chilenos hasta tocar con nuestros límites el Polo Sur, que nos parecemos a la geografía de Suecia, que roza con su cabeza el norte nevado del planeta.

“Por allí, por aquellas extensiones de mi patria adonde me condujeron acontecimientos ya olvidados en sí mismos, hay que atravesar, tuve que atravesar Los Andes buscando la frontera de mi país con Argentina.

Grandes bosques cubren como un túnel las regiones inaccesibles, y como nuestro camino era oculto y vedado, aceptábamos tan sólo los signos más débiles de la orientación. No había huellas, no existían senderos y con mis cuatro compañeros a caballo buscábamos en ondulante cabalgata -eliminando los obstáculos de poderosos árboles, imposibles ríos, roqueríos inmensos, desoladas nieves, adivinando más bien- el derrotero de mi propia libertad”.

fotoPara cerrar:

“Hace hoy cien años exactos, un pobre y espléndido poeta, el más atroz de los desesperados, escribió esta profecía: “A l’aurore, armés d’une ardente patience, nous entrerons aux splendides Villes”. (Al amanecer, armados de una ardiente paciencia entraremos en las espléndidas ciudades).

“Yo creo en esa profecía de Rimbaud, el vidente. Yo vengo de una oscura provincia, de un país separado de todos los otros por la tajante geografía. Fui el más abandonado de los poetas y mi poesía fue regional, dolorosa y lluviosa. Pero tuve siempre confianza en el hombre. No perdí jamás la esperanza. Por eso tal vez he llegado hasta aquí con mi poesía, y también con mi bandera.

“En conclusión, debo decir a los hombres de buena voluntad, a los trabajadores, a los poetas, que el entero porvenir fue expresado en esa frase de Rimbaud: solo con una ardiente paciencia conquistaremos la espléndida ciudad que dará luz, justicia y dignidad a todos los hombres.

“Así la poesía no habrá cantado en vano”.

Era el 21 de octubre de 1971. Ardiente paciencia tituló, incidentalmente, a su pieza teatral, luego convertida en guión cinematográfico, Antonio Skámeta; con ella rindió tal vez el mejor homenaje que ha recibido Neruda.

El documental de Arévalo muestra una de las experiencias más importantes entre las que vivió el poeta; pero, más allá de eso, la calidad de la investigación, los testimonios que recoge y el pulso del cineasta le confieren un valor cinematográico propio.

Ficha técnica

Neruda Fugitivo
«Junto a esa ventana de Valparaíso pasé días y noches»

Dirección: Hugo Arévalo
Producción: Charo Cofré
Música: Francisco Aranda
Voz: José Soza
Narración: Miguel Davagnino
Asistente de dirección: Violeta Arévalo

Para acceder, en forma gratuita, al vídeo basta un clic en: http://es.arcoiris.tv/modules.php?name=Unique&id=270

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