Basado en la experiencia de los años 2018-2025, Ortega-Murillo piensan que las sanciones internacionales no son suficientes para provocar un cambio de régimen, sin el correspondiente ingrediente interno para que se produzca una implosión sociopolítica exitosa; por esa razón mantiene la estrategia represiva de todo tipo para evitar el resurgimiento de las movilizaciones sociales internas. La represión tiene el objetivo de demostrar que tienen el control político para seguir subordinando a todos los poderes fácticos internos.

El régimen sigue en la lógica “el poder o la muerte”. Ellos piensan que mientras tengan el apoyo de las fuerzas represivas (ejército, policía y paramilitares) pueden continuar sin hacer ninguna concesión. Marginar, reprimir y atracar a la población, depredar los recursos naturales, usurpar las fuentes de riqueza, concesiones mineras y sus errores no forzados que comenten de manera cotidiana fisuran sus principales pilares de sostenimiento.
Mentes trasnochadas y atrasadas de algunos poderes fácticos declaran el fin de la resistencia social del pueblo y aseguran que la dictadura Ortega-Murillo es la única forma de gobierno posible para asegurar el “capitalismo de amiguetes”
El futuro político de Nicaragua no está prefijado, en política solamente podemos analizar los escenarios de salida posibles al actual equilibrio político inestable. El objetivo de este ensayo es analizar y diferenciar entre los escenarios más posibles y los menos posibles y hallar los factores que permiten, dentro de las distintas variantes, cuál son los escenarios más probables y reflexionar sobre el papel de cada uno de los poderes fácticos tanto internos como externos que intervienen en la política nacional en eso escenarios.
La realidad nicaragüense es que se viven entre la cárcel, el destierro y la represión transnacional producto de un régimen despótico neoliberal, donde todo se regula mediante prohibiciones, represiones y mandatos de la pareja dictatorial. La brecha social entre ricos y pobres se sigue agrandando cada vez más. El miedo a hundirse socialmente afecta, también, a la pequeña clase media. El miedo es utilizado como el combustible para establecer el control sociopolítico para que la gente de forma acrítica acepte la dictadura porque de otra forma sería inaceptable.
Ortega-Murillo busca como paralizar y acalambrar a la población con el conocido manual represivo: crímenes selectivos transfronterizos, encarcelamiento de la disidencia interna, financiamiento y “filtraciones” a medios para crear incertidumbre y miedo, amago de confiscaciones económicas y desmoronamientos políticos son las acciones que se ejecutan para incrementar temores para que las personas terminen aceptando la permanencia en el poder de los autócratas.
El proyecto político en curso de las fuerzas que diseñan las acciones represivas tiene como objetivo “limpiar” de sectores progresistas dentro de la oposición ampliada y encumbrar a personajes serviles a los intereses de la dictadura en declive.
Para algunos la implosión sociopolítica y la crítica al régimen Ortega-Murillo y sus aliados del gran capital han expresado dudas de la validez de la estrategia de la implosión sociopolítica, pero esa propuesta, al mismo tiempo, ha desadormecido a muchas personas al crearle esperanzas sobre la posible e inevitable caída de la dictadura.
Algunos han criticado la tesis de la implosión sociopolítica por ser nada más que una ilusión. Otros han confundido que el proceso de la implosión sociopolítica pensando que es igual a la implosión/explosión física. Una minoría ha creído que la implosión sociopolítica implica inmovilidad de parte de la oposición, todo lo contrario. Es necesario, que todos los ciudadanos actúen en silencio, sin arriesgarse, para seguir socavando los pilares de la dictadura.
Dichosamente, desde el 2018 a la fecha se ha hecho evidente las fisuras y grietas en los pilares de sustentación del régimen lo que nos demuestran que el proceso de implosión sociopolítica avanza y la dictadura se fragiliza paulatinamente. Sin embargo, el socavamiento del régimen no garantiza, per se, que la caída o salida política del régimen desemboque en una democracia.
En este ensayo hemos analizados los escenarios más probables. Los tres escenarios analizados tienen diferentes probabilidades que se produzcan. A mi criterio los escenarios uno y dos primeros son los más verosímiles o previsibles. En este ensayo, por factor espacio, no hemos analizados los escenarios, poco probables, de una intervención militar extranjera y el estallido social espontáneo.
Todos los escenarios que analizamos a continuación no son inamovibles, son dinámicos y cambiantes, en la medida que la situación nacional e internacional actúen favoreciendo que uno escenario de salida u otro adquiera más posibilidades de acontecer.
Primer escenario probable: Ortega-Murillo aseguran la sucesión dinástica

En este escenario el régimen se mantendría en la cúspide del poder por un tiempo indeterminado, aferrados a la lógica del “poder o la muerte”, creyendo que mientras tengan los “fierros” pueden conservar el poder y asegurar la sucesión dinástica encabezada por Rosario Murillo.
En este escenario la dictadura estaría apostando al cansancio de los ciudadanos, a la falta de organización opositora, a la complicidad de los principales poderes fácticos, al apoyo del ejército, la policía y al accionar de los paramilitares. Este escenario implicaría que el régimen mantiene la represión y el estado de sitio de facto, no importando el costo político que tenga que pagar.
El factor que a la dictadura la lleva a optar en esa variante es la lección aprendida en el desenlace de las elecciones de 1990 que el FSLN perdió las elecciones. Es decir, no tienen la confianza de poder legitimarse a través de un proceso electoral creíble.
En este escenario las sanciones internacionales se incrementarían con repercusiones negativas en los préstamos de los organismos financieros internacionales, las inversiones extranjeras internacionales y la cooperación internacionales. También, nos indicaría que el régimen apuesta al apoyo de China y Rusia para sobrevivir.
Los altos oficiales del ejército y la policía seguirían apoyando al modelo dinástico, ya que ellos mismo se han beneficiado de las ventajas del “capitalismo de amiguetes”. Por su lado, la disyuntiva del Gran Capital será entre las actuales ganancias extraordinarias y apoyar un proceso democrático. No podemos perder de vista que las ganancias de los banqueros obtuvieron, entre el 2017 al 2024, alcanzó el monto de US$1,095.9 millones de dólares.
Sin embargo, este escenario puede transformarse en negativo para sus intereses por las sanciones que se pueden desarrollar alrededor del tema del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos (DR-CAFTA) con los efectos negativos para la economía en su conjunto, incluyendo las ganancias de los bancos.
En conclusión, para que se produzca y tengan viabilidad este escenario se tendrían que dar las características siguientes:
1) La dictadura continuaría con Daniel Ortega a la cabeza y Rosario Murillo como la sucesora en caso de fuerza mayor.
2) El Gran Capital acepta y se somete a la sucesión dinástica, aunque no estén totalmente de acuerdo.
3) La cúpula del ejército, la policía y los paramilitares favorecerían la sucesión dinástica.
4) Los principales anillos de poder del orteguismo otorgarían el beneplácito a la sucesora.
5) La verdadera oposición con su escasa o nula organización no tendría la fuerza necesaria para impedir la sucesión dinástica, ya que se encuentra en una crisis política y organizativa.
6) Los dirigentes de las Iglesias católicas y evangélicas asistirían al proceso en silencio.
7) Los poderes fácticos externos, Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea tendrían no tomarían acciones negativas concretas, aunque puedan ejercer algunas sanciones.
8) Continuaría la pérdida de capital humanos por la migración de nicaragüenses hacia el exterior y por la falta de empleo, los bajos salarios y la represión.
9) Se sigue apostando al apoyo de China y Rusia para contrarrestar el aislamiento internacional; sin embargo, el aislamiento del régimen en América Latina se puede incrementar por los resultados en Bolivia, Honduras y por la recuperación de la influencia norteamericana en algunas islas del Gran Caribe y por la situación en Venezuela.
10) El proceso de implosión sociopolítica y las fisuras en los pilares continuarían desarrollándose, pero no se convierte en un peligro inmediato para el régimen por la falta de estrategia de lucha de la oposición. 
11) La oposición debería continuar con la estrategia de socavar los principales pilares de sustentación de la dictadura hasta generar un cambio de régimen.
12) La crisis sociopolítica se profundizaría, ya que se mantendría la crisis de legitimidad en un contexto conflictivo económico y geopolítico del momento actual., sin solución visible, al menos por ahora. De hecho, todas las previsiones políticas indicarían que la dictadura se desarrollaría en arenas movedizas.
13) ¿Qué probabilidades hay de que la apuesta la sucesión de Rosario Murillo salga bien? Esta apuesta no va a acabar bien dada las condiciones geopolíticas del momento.
Segundo escenario: elecciones para legitimarse
Hay que estar claro que el régimen Ortega-Murillo no va a desaparecer de la noche a la mañana, salvo un hecho no previsto producto de un “cisne negro”, pero su dominio absoluto, ese estatus de poder único es lo podría cambiar en el corto plazo y cuando digo cambiar no hablo de una crisis dramática hablo de una erosión lenta, pero constante de su poder, como cuando el agua desgaste a una roca no pasa en un día, pero después de cierto tiempo la roca no es la misma; ese el mismo proceso que está viviendo el régimen.
Para evitar el surgimiento de un “cisne negro” que provoque la caída abrupta de la dictadura, la cúpula dictatorial puede optar por el escenario de las elecciones para tratar de evitar un “cambio de régimen”.
En un país donde los salarios y las pensiones se han reducidos en los últimos ocho años, donde el incremento del costo de la canasta básica ha demostrado ser un flagelo para los ingresos reales de quienes viven de su trabajo, nos indica que la profundización de la crisis social, política, económica e internacional haría inviable el primer escenario, razón por la cual el régimen se vería obligado a implementar de unas elecciones en noviembre de 2026 como lo establece la Constitución Política aprobada en enero de 2025.
Igualmente, la profundización de la crisis interna del orteguismo por las purgas en los ministerios, alcaldías, instituciones, la corrupción desenfrenada, la ineficiencia gubernamental, el empobrecimiento de los trabajadores formales y sectores de la clase media hacen que el régimen tenga que optar por un escenario que no es su ideal político, pero que le permitiría ganar tiempo político. Los escándalos de corrupción y/o políticos han sido otro factor importante en el debilitamiento político del régimen.
Tomado en cuenta todos los factores señalados, es entonces que Ortega-Murillo deciden realizar una convocatoria electoral en noviembre de 2026 para tratar de legitimar la sucesión dinástica realizando algunas reformas restringidas y cosméticas, aceptando una “supervisión” nacional e internacional de amigos para satisfacer algunas demandas de los poderes fácticos externos e internos; sin embargo, manteniendo el control de todos los órganos del Estado (electoral, judicial, legislativo) y el aval de la Policía, Ejército, paramilitares y sindicatos orteguistas. En este escenario Ortega-Murillo pueden optar poder refrescar “el rostro visible de la dictadura” impulsando la figura de Laureano Ortega Murillo para asegurar la sucesión dinástica.
Para algunos poderes fácticos políticos y empresariales sería una muestra de apertura del régimen que habría que aprovechar, pensando que con una “avalancha de votos” se vencería al régimen en las elecciones, como sucedió en las elecciones de 1990. El peligro para el régimen de permitir ciertos espacios políticos, para tratar de ser creíbles las elecciones de noviembre de 2026, es que podría facilitar el resurgimiento del movimiento social que no ha sido liquidado, solamente se encuentra en reposo y en silencio.
En este escenario, para evitar ese peligro, el régimen optaría por darle aire a los partidos políticos comparsas y hacer que la discusión política electoral se concentre en la elaboración de un nuevo registro electoral, en cambiar algunos magistrados del Consejo Supremo Electoral (CSE) y realizar otras reformas cosméticas. Una presión internacional y los poderes fácticos internos solamente centrada en declaraciones y/o resoluciones no sería suficientes para obligar al régimen a no realizar un fraude electoral.
Ir a las elecciones sin reformas profundas y sin garantías sería traicionar las demandas de la lucha de abril de 2018. Ir a proceso electoral con un fusil apuntando a la espalda de los ciudadanos y con los paramilitares controlando las Juntas Receptoras de Votos sólo nos llevaría a legitimar la sucesión dinástica.
En conclusión, las principales características de este escenario serían:
1) Dado que el proceso de descomposición interna continúe producto de sus propios errores de no forzados, la profundización de las desigualdades sociales y la desaceleración de crecimiento de la economía el régimen se vería obligado a implementar este escenario electoral.

2) El “factor Trump” puede hacer que Ortega-Murillo prioricen “las elecciones” para tratar de legitimarse, evitar que el proceso de descomposición termine de socavar sus pilares de sostenimiento y frustrar el objetivo del gobierno norteamericano de provocar un cambio de régimen.
3) El aval del Gran Capital se convierte en un factor importante para “hacer creíble o blanquear” esas elecciones con el objetivo que no se incrementen las sanciones alrededor del tema de DR-CAFTA.
4) Algunos sectores de la oposición política en exilio e interna, apoyados por los poderes fácticos externos (Estados Unidos, Unión Europea, Instituciones financiera internacionales, etcétera) estarían dispuestos a participar en ese proceso electoral.
5) Ortega-Murillo para darle cierta legitimidad al proceso electoral se verían obligados a liberar a los presos políticos, permitir el regreso de un sector del exilio, flexibilizar el tema de las confiscaciones prometiendo pagar con los “bonos estatales” a las instituciones, organizaciones no gubernamentales y a personas confiscadas arbitrariamente.
6) Si la oposición no tiene la capacidad de unificarse y transformarse en un factor importante para encontrar una salida democrática a las cinco crisis, este escenario puede tener éxito para el régimen.
7) El ejército se presentaría como “garante” del proceso electoral, lo que le permitiría recuperar cierta legitimidad perdida desde abril de 2018.
8) Ortega-Murillo van a tratar por todos los medios posibles que el tema de la justicia quede fuera de cualquier negociación previa al proceso electoral, a cambio de la liberación de los presos y el regreso de los exiliados.
9) Para que este escenario sea más o menos creíble el régimen tiene que negociar con la Iglesia católica y evangélica el regreso de algunos obispos, sacerdotes, religiosas y pastores que se encuentran en el exilio.
10) El movimiento social, sin creer en el proceso electoral en sí, tiene que aprovechar para reconstruirse levantando las demandas más sentidas de la población (trabajo, salario, educación, salud, vivienda, etcétera).
11) Hay que tener claro que el régimen hará todo lo posible para mantenerse en el poder, por lo tanto, este escenario estará preñado de golpes bajos, represión selectiva y la complicidad de los políticos comparsas y sectores del capital aliados a la “nueva burguesía orteguista”, llamada Chayo burguesía.
Tercer escenario: “salida política en frío a la crisis” y una “junta cívico-militar
Al analizar este escenario de la “salida política en frío” o “aterrizaje al suave” no se puede perder de vista que el objetivo principal de los principales poderes fácticos es mantener el monopolio del poder. Es decir, los poderes fácticos internos y externos son favorable a que se produzca un cambio con tal que se mantenga el “statu quo” del sistema económico y político con algunas reformas.
En este escenario analizamos la posibilidad que algunos miembros de la alta oficialidad del Ejército apoyados por algunos miembros de la cúpula empresarial y elementos de la Chayo burguesía con el visto bueno del gobierno norteamericano terminen por reconocer que con Ortega-Murillo en el poder el futuro del país es sombrío. Hay varios elementos que nos indican que es posible este escenario.
- Estamos en un momento político que se puede pensar que las tres fuerzas más importantes: capital financiero, ejército e iglesia católica están a favor de un cambio político en frío.
- El Gran Capital, la cúpula de las iglesias (católica y evangélica) y los Estados Unidos saben que el esquema de poder vigente desde el 18 de abril de 2018 ya no es más sostenible, por eso existe en el ambiente la necesidad de un cambio político.
- El régimen continúa aferrados al poder a través de la represión política que no ha resuelto y ni resolverá las cinco crisis (social, política, económica, religiosa e internacional).

Rosario Murillo - La descomposición del sistema político dictatorial permite que la implosión sociopolítica continúe con el peligro que pueda resurgir una segunda ola del movimiento social que mande al traste a la dictadura a través de una “salida política en caliente”.
- Con la represión se ha logrado evitar que una fuerza social importante ponga en jaque al régimen, permitiendo que los poderes fácticos (partidos políticos, empresa privada, Ejército, Policía, iglesias, etcétera) sean los que tengan un papel preponderante en una posible salida política de la crisis en frío.
- Los Estados Unidos continúa presionando, directamente o indirectamente, para que el régimen acepte una “salida política en frío”. Las sanciones (salida del CAFTA o aranceles de 100%) van en la dirección.
En conclusión, las principales características de este escenario serían:
1) Rosario Murillo ha copado el poder apartando a Daniel Ortega en la gestión total del poder, lo significaría más persecución, presos e inestabilidad política. Ella tiene una fuerza política importante, pero se ha convertido una pieza estorba en un proceso de cambio.
2) El proceso de implosión sociopolítica y los errores no forzados que las profundizaciones de las crisis alcanzan tal magnitud que haría inviable la sucesión dinástica (tanto en los escenarios uno y dos), y por el temor al incremento del descontento de la gente se produzca un nuevo ascenso del movimiento social.
3) Los poderes fácticos hacen alianza con altos oficiales del Ejército para tomar el poder a través de la instalación de una Junta Cívico-Militar. Sería un golpe no cruento, suave y bonapartista.
4) La Junta Cívico-Militar sería un gobierno de concentración política y económicas precedido por los militares, compuesto por delegados del Gran Capital, de la oposición y otros miembros.
5) Quienes manda sobre los militares es el poder económico, no hay que olvidar que el Ejército es un componente importante de ese poder económico. En este escenario la actitud del gran capital sería “a mí dámelo hecho” para co-gobernar.
6) La Junta Cívico-Militar se compromete a efectuar elecciones transparentes y competitivas en un plazo de algunos meses, y, al mismo tiempo, el Ejército va a tener que esposar a muchas personas corruptas.
7) Para legitimarse tendrán que dar garantías a los exiliados, el restablecimiento de las nacionalidades, el retorno de las propiedades confiscadas y anulación de las leyes draconianas.
8) La Junta Cívico-Militar recibe el apoyo internacional de los poderes fácticos externos (Estados Unidos, Unión Europea e instituciones financieras internacionales.
9) Tanto Murillo, Ortega y sus hijos quedan fuera de la cúpula del poder. El capital acumulado por la familia Ortega-Murillo será la manzana de la discordia de los poderes fácticos.
10) Sectores de la “nueva clase orteguista” mantienen una cuota de poder.
11) El movimiento social tiene que luchar para que se cumpla los derechos humanos (trabajo, vivienda, salud, educación, pensiones, salario mínimo y justicia).
12) La oposición tiene que implementar otras tácticas, otras alianzas con una sociedad desarticulada y con otros dirigentes para acelerar un proceso democrático.
* Sociólogo, economista, historiador y escritor nicaragüense
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