No es demasiado tarde para salvar la Gran Barrera de Coral

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El mayor ser vivo del planeta. Tesoro natural. Patrimonio mundial de la humanidad. La meca del submarinismo. La mayor biodiversidad marina del mundo. Terry Hughes tiene bronca y no lo oculta. Todos los títulos y distinciones a la Gran Barrera de Coral, a cuyo estudio este biólogo irlandés radicado en Australia dedicó su vida, no impidieron que transite su sexto blanqueamiento masivo desde 1998, el cuarto desde 2016. El malestar del científico va dirigido hacia el Gobierno del conservador Scott Morrison, que mantiene un estruendoso silencio pese a que este episodio es inédito: por primera vez desde que hay registro, los corales del principal sistema del mundo se están blanqueando y muriendo durante las condiciones de La Niña.

Emergencia en la Tierra consultó al destacado experto de la Universidad James Cook en momentos en que una delegación de la Unesco y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) inspeccionaba el arrecife para saber si cambia su estatus a “Patrimonio de la Humanidad en Peligro”, algo resistido por el Gobierno australiano.

“Han evitado los medios de comunicación hasta ahora”, dice Hughes sobre los visitantes. Los locales también: aunque la Autoridad del Parque Marino de la Gran Barrera de Coral anunció este sexto blanqueamiento, el investigador se queja de que “ningún político se ha pronunciado”. La agencia gubernamental aún no elaboró un mapa del blanqueo a partir de los últimos estudios aéreos.

En el sistema de corales más grande del mundo los eventos de blanqueo solían ser puntuales y raros. La aceleración del calentamiento global hizo que cuatro de los seis casos más grandes sucedieran en los últimos seis años. Este último evento llegó cuando una gran parte del famoso arrecife estaba recuperándose de los sucesivos blanqueamientos. Pero la brecha es cada vez más corta entre eventos y se complican las perspectivas de recuperación del ecosistema del que dependen muchas especies.

De acuerdo a datos de la Universidad James Cook, la Gran Barrera de Coral, frente a la costa noreste de Queensland, en Australia, se compone de más de tres mil arrecifes individuales a lo largo de 2.300 kilómetros. Unos sesenta y cinco mil empleos dependen del turismo en ese ecosistema, mientras cuatrocientos millones de personas lo necesitan para su sustento y seguridad alimentaria. El profesor Hughes tiene esperanzas de que no sea demasiado tarde.

“Se cocinan”

“El blanqueamiento de corales ocurre cuando están estresados”, responde Hughes. Detalla que el evento actual es a escala regional, con una extensión de cientos de kilómetros. Los episodios previos, ocurridos en 1998, 2002, 2016, 2017 y 2020, ya hicieron que el 80 % de la Gran Barrera pierda corales al menos una vez. Aunque “el blanqueamiento leve no es necesariamente fatal para los corales, las temperaturas récord del mar en 2016 acabaron con el 30 % de la cubierta de coral en tan solo unos meses”, aclara Hughes.

Arrecifes frente a las islas Whitsunday

En un artículo en The Conversation, Jodie L. Rummer y Scott F. Heron, colegas de Hughes en la Universidad James Cook, cuentan acerca de la sociedad entre los corales y las pequeñas algas unicelulares llamadas zooxanthellae (“zook”): mientras los primeros les ofrecen morada entre sus tejidos, las segundas les dan a estos animales su energía y color. Pero el calentamiento oceánico hace que las algas produzcan toxinas en lugar de alimento, por lo que el coral las expulsa, muere de hambre y descubre su esqueleto de piedra caliza blanca en donde antes había múltiples e intensos colores.

“Solo el 2 % permanece completamente sin blanquear”, advierte quien fuera director del Centro de Excelencia para Estudios de Arrecifes de Coral entre 2005 y 2020. Según el científico, el cierre de la investigación de marzo a diciembre de 2020 a causa del confinamiento por Covid-19 hizo imposible saber cuántos corales murieron ese año. En una presentación ante la Unesco, el Gobierno australiano reconoció que “la huella geográfica del evento de blanqueamiento de 2020 fue la más grande hasta la fecha”, aunque se escudó en que la gravedad es variable.

El coral blanqueado brilla y se puede visualizar desde kilómetros, contó Hughes en el documental Breaking Boundaries, disponible en Netflix. Él tiene experiencia identificando este estado de enfermedad en los arrecifes australianos: volando muy lento y lo más bajo posible a bordo de un helicóptero condujo varios estudios aéreos sobre cada evento de blanqueamiento. Con el calor extremo los corales “se cocinan” y pueden morir muy rápidamente.

Terry Hughes en uno de sus vuelos de investigación.

Aunque la acidificación del océano por la absorción de dióxido de carbono es algo a tener en cuenta, Hughes aclara que “los cambios en el pH hasta ahora han sido pequeños y no están relacionados con el blanqueamiento de corales en los arrecifes”. Por el contrario, estos se están cocinando “mucho antes” de fines de este siglo, cuando la acidificación se convierta en un problema si las emisiones siguen a este ritmo.

La Niña ya no es lo que era

La noticia causó impacto en la comunidad científica porque la ola de calor marina –3 °C más que la media en algunos lugares– ocurrió durante La Niña, que se supone debe traer tormentas y un clima más frío en general. Hughes señala que este fenómeno ahora se presenta diferente: “Gracias al calentamiento antropogénico, las temperaturas de la superficie del mar en la mayor parte de los trópicos son más altas ahora durante La Niña de lo que solían ser durante El Niño hace treinta años”.

La Niña ya lleva dos años consecutivos en Australia, pero, en lugar de refrescar el ambiente, 2021 fue de los más calurosos. La crisis climática está volviendo menos predecibles fenómenos como La Niña y El Niño.

Un cementerio de corales

Aunque los corales pueden sobrevivir al blanqueamiento, este los hace más vulnerables a las enfermedades, retarda su crecimiento y, en casos graves, puede llevarlos a la muerte.

Los arrecifes son fundamentales para la salud y el equilibrio del ecosistema. Cuando los corales mueren, sus esqueletos de carbonato de calcio “se desmoronan”, dicen los investigadores de la universidad australiana. Si las algas volviesen, algunos corales podrían recuperar su esplendor y salud al cabo de unos meses. Pero si no regresan se elimina definitivamente un refugio fundamental para unas 1.625 especies de peces, 3.000 de moluscos, 630 de equinodermos (como estrellas de mar y erizos), entre otras.

La frecuencia del blanqueamiento no da tiempo a que los corales restauren sus características. Algunos podrían tardar hasta una década en recuperarse, algo imposible a este ritmo de calentamiento. Hughes opina que “la Gran Barrera se está adaptando a un nuevo régimen climático, donde el blanqueamiento masivo de corales ocurre cada dos años más o menos (2016-2017, 2017-2020, 2020-2022). Al final de esta década, la mayoría de las recurrencias del blanqueamiento serán en años consecutivos”.

Scott Morrison en 2017.

Según la Unesco, el calentamiento global no es la única causa del deterioro del bienestar de los corales: apuntan también a tormentas, contaminación de aguas superficiales y subterráneas, transporte marítimo y desarrollo costero.

Negacionismo australiano

Hughes, integrante de la Academia Australiana de Ciencia y galardonado múltiples veces por sus colegas, es uno de los científicos más mordaces y que más interacciones genera en Twitter. No son pocas las veces en que dirige sus cañones a la política energética del primer ministro Morrison, cuya aparición de 2017 en el Parlamento australiano munido de un trozo de carbón pasó a los anales del negacionismo climático, sin nada que envidiar a las barrabasadas de Jair Bolsonaro o Donald Trump. “Esto es carbón, no se asusten”, dijo aquella vez, en referencia al mayor contribuyente a la emergencia climática. En 2021 pasó papelones aun ante los otros líderes capitalistas en la COP26. En pleno 2022 brega por que las plantas de carbón “funcionen todo lo que puedan”.

Las “buenas noticias” y las recetas mágicas para la Gran Barrera de Coral se han convertido en un torrente, protesta Hughes, sobre todo con la visita de la Unesco. Un gran aliado del Gobierno a tal fin es el multimedios News Corp Australia, comandado por el magnate Rupert Murdoch, tan negacionista como cultor de las fake news. “¿Cuánto tiempo pasará esta vez antes de que Rupert anuncie que la Gran Barrera de Coral se ha ‘recuperado’ del sexto blanqueamiento masivo de corales en 24 años?”, tuiteó con sarcasmo.Salvar la Gran Barrera de Coral con probióticos

Los compromisos climáticos de Australia son mediocres, en especial para un país que ha sido llamado “el canario de la crisis climática” por anticipar los fenómenos de la emergencia global: de la sequía extrema y los incendios forestales gigantescos de la temporada 2019/2020 a las brutales inundaciones actuales. El Gobierno sigue promoviendo la expansión de los combustibles fósiles, señala Hughes, que destaca el llamado de la Unesco a todos los países firmantes de la Convención del Patrimonio Mundial –incluida Australia– para que cumplan el Acuerdo de París.

El especialista considera que “no es demasiado tarde para salvar la Gran Barrera de Coral” de compartir categoría con la antigua ciudad de Aleppo, bombardeada en Siria, y el parque nacional Everglades, en Estados Unidos, por ejemplo. Para Hughes, cuyo trabajo en los últimos años evolucionó desde un enfoque únicamente ecológico a la conexión entre estos ecosistemas y las personas, las políticas relativas a la crisis climática serán claves en las próximas elecciones federales. “El Gobierno australiano actual se resiste a la inevitable transición que se aleje de los combustibles fósiles y está cada vez más fuera de sintonía con otros países”, sentencia. En su visión, los estados regionales de Australia han sido “más progresistas en el cambio a la energía renovable”.

Un tratamiento de fertilidad para salvar la Gran Barrera de Coral australiana | Ciencia Home | EL MUNDOEl enemigo a vencer no es fácil: el lobby fósil “es una fuerza poderosa y un donante importante para los partidos políticos”, admite Hughes. La administración de Morrison logró posponer la definición de la Unesco hasta este año por considerar que el cambio de categoría perjudica sus intereses. Por su parte, el Centro del Patrimonio Mundial y la UICN consideran que, según sus directrices operativas, la Gran Barrera debería ser incluida en la Lista del Patrimonio Mundial en Peligro. En los próximos días debería haber una definición.

Como seres vivos, los corales ponen sus estructuras milenarias (y algunas más recientes) para la protección de otras especies. Los militantes de la energía sucia y contaminante podrían aprender mucho de ellos.

Basta de falsas soluciones

“Asegurar un futuro para los arrecifes de coral del mundo requiere una acción muy rápida para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero”, afirma el profesor Hughes. Descree de “la narrativa de que científicos inteligentes pueden reparar ecosistemas dañados sin abordar las causas”.

La “solución tecnológica” más reciente es un sistema modular impreso en 3D de cerámica para construir un hábitat de arrecife. Hughes lo desmiente categóricamente: los arrecifes necesitan cerca de cincuenta millones de corales vivos por kilómetro cuadrado. Estas “salidas” son meramente propaganda de Gobiernos adictos a los combustibles fósiles. “Puedes reemplazar miles de millones de corales vivos con una maldita impresora”, se burló en Twitter. “¡Dejen de transmitir estas tonterías!”Científicos piden más esfuerzos para salvar la Gran Barrera de Coral - Ambientum Portal Lider Medioambiente

Para sus colegas Rummer y Heron, las especies tienen solo tres opciones: “Adaptarse, moverse o morir”. Pero no todos pueden ponerse a tono con la rapidez en que se destruye su hábitat: bacalao y tiburones, por ejemplo, que tienen “tiempos de generación más lentos”. A las especies que dependen de un ambiente particular, como los corales, la mudanza no les resulta posible, a diferencia de peces tropicales capaces de sobrevivir en aguas templadas. Y si adaptarse y moverse no son opción, los expertos pronostican “extinciones a escala local, extinción total de algunas especies y disminuciones dramáticas en las poblaciones de peces”.

Tras una vida investigando y divulgando sobre los corales, es lógico que Hughes y sus colegas sientan bronca y tristeza. No son los únicos. El último reporte sobre impactos, adaptación y vulnerabilidad publicado por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático da cuenta de que el blanqueamiento y la mortalidad de los corales en la Gran Barrera llevaron a una “tristeza del arrecife”, un tipo de solastalgia capaz de ser medida entre visitantes e investigadores.

Durante la grabación del documental para Netflix, tras contar lo angustiante que es tener que calcular la extensión del daño a los corales, Hughes debió hacer una pausa en la que se le humedecieron los ojos: “Los científicos y ecólogos como yo hemos estado hablando durante décadas sobre el calentamiento global, y es frustrante que no nos hayan escuchado”.

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