No hay posibilidad de una solución militar en Colombia

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

«El Plan Colombia no tiene  nada que ver con Ecuador. Es  un plan de seis años para equipar a los colombianos, para que ellos puedan combatir contra un enemigo colombiano», dijo el buen general Hill antes de dejar Ecuador -país en el que permaneció por algo más de un suspiro. Y antes de que el ministro de Defensa Nelson Herrera terminara de soltar despacio la respiración, James Hill abundó:

«Ése enemigo es (también) de Brasil, Panamá,  Perú,  Ecuador y del mundo». Todos dejaron de respirar: ¿un general autocrítico? No: «es el flagelo del narcoterrorismo que no conoce fronteras y no tiene humanidad, y tenemos que enfrentarnos a él».

Dejó, sí, una frase grata a sus huéspedes: «Ecuador tiene la responsabilidad de proteger al territorio soberano y a sus ciudadanos de amenazas externas e internas; por eso  existen las fuerzas de seguridad militares y policías, que  trabajan con las leyes constituciones».

El diario El Comercio de Quito además dejó constancia -el viernes ocho de octubre- de que era la sexta visita -oficial- del general al país -aunque breve: había llegado el miércoles poco después del medio día y zarpó el jueves antes de las 12 meridiano (www.elcomercio.com/noticias.asp?noid=105972).

El manto imperial

El esforzado militar usó más tiempo, casi, en su viaje -preparar maleta, despedirse, llegar a los aeropuertos, subirse al avión, etc….- que el dedicado a su breve estadía ecuatoriana. Le alcanzó, emperro para hablar como en privado con un representante del diario .

Interesante es su respuesta a la pregunta del periodista: ¿Puntualmente, de qué tipo ha sido la colaboración brindada (a Ecuador) por el Comando Sur?
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Dijo, según se lee en www.elcomercio.com/noticias.asp?noid=106273&hl=true&f=10/12/2004 «Aquí tenemos un grupo militar que trabaja fuera de la Embajada, que apoya al país en sus requerimientos militares, para solucionar sus  necesidades. Las FF.AA, de  Ecuador son fuertes y profesionales, determinadas a respaldar la democracia, como el resto de fuerzas de la región. La discusión del papel de las FF.AA. ha sido parte de esa agenda».

No fue todo. Se le pregunta ¿Cómo entender la participación del Comando Sur en proyectos de desarrollo, si su tarea es específicamente militar, lo que ha sido criticado por varios analistas?
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Y responde con todo el candor necesario: «No podemos ser egoístas. Es excelente para nuestro equipo médico llegar a zonas de la selva para dar un tratamiento a mucha gente. Deseamos que su gente mejore su situación y podemos dar todo tipo de asistencia médica. Es un mito que los militares solo se dedican a destruir cosas. Los militares de Ecuador y EE.UU. están en la obligación de asegurar a la gente su derecho a la libertad».

¿Cuál es un balance de su trabajo en el Comando Sur?

-Me siento muy bien por lo que he hecho los últimos dos años. He estado en una posición única, para ver lo que ocurre en Centro y Sudamérica (…) He  comprendido que somos compañeros frente a amenazas comunes (…) y yo he jugado una parte pequeña en asegurar que la democracia continúe.

¿En sus visitas a Ecuador ha realizado requerimientos específicos a las autoridades?

-Yo nunca pido a las autoridades que me den algo; yo he realizado (sic) sugerencias que exactamente están empezando a acoger, para redefinir el papel apropiado de las FF.AA, para apoyar a la democracia.

El general Hill concedió la entrevista que tuvo lugar minutos antes de regresar a su base tras visitar, como relámpago, un destacamento militar en el área fronteriza con Amazonia. Estuvo presente durante el diálogo la embajadora Kristye -o Christie- Kenney, a la que en ciertos círculos se la conoce como la zarina, que no le quitó la vista en ningún momento.

El análisis desde afuera

«El general Hill nunca ha escatimado palabras para endurecer el ambiente ecuatoriano con declaraciones descarnadas y ausentes de toda mesura», puede leerse en el portal Red Voltaire (www.redvoltaire.net/article2420.html). «Como si la frialdad y el aplomo de la estrategia comunicativa del «ranger» acercaran a los habitantes de este pequeño país a la triste realidad de asumir la pérdida definitiva de dignidad y soberanía».

Ubicado entre Colombia y Perú, Ecuador es vital para la estrategia estadounidense de cercar la Amazonia y «proteger» las fronteras orientales de Brasil en caso de que Lula o sus sucesores despierten un día con ideas raras.

Cita y analiza el artículo publicado por la Red Voltaire y producido por Altercom -una agencia de información y análisis independiente-: ‘Ecuador es un país importante en una región importante’ dice Hill y no está refiriéndose a la productividad y al comercio necesarios para el advenimiento de un tratado de libre comercio con su país de origen, ni a los recursos turísticos y culturales de Ecuador y sus vecinos, sino a la aplicabilidad del denominado Plan Colombia (…) ‘La cooperación regional es muy importante y yo he jugado una parte pequeña en asegurar que la democracia continúe’ -dice el general, sin especificar donde ésta estuvo amenazada y por qué liga la reunión ministerial al tema de la estabilidad democrática-.

Tras haberse negado rotundamente la existencia de un proyecto específico sobre la larga guerra civil colombiana y el rol de Ecuador en ella, Hill reconoció que sí había una «matriz de seguridad» para la frontera entre ambos países, en la que constaban las tareas asignadas a las Fuerzas Armadas de Ecuador para el cumplimiento de ese plan.

No obstante, aseguró al diario quiteño: «Ecuador no tiene un papel específico en el conflicto colombiano. El papel de sus fuerzas es la protección de su población y soberanía. El problema que hay en Colombia afecta a todos sus vecinos.

  

«Los militares ecuatorianos  tienen una gran cooperación e intercambio con los militares colombianos en contra de una amenaza común. Hay un entendimiento creciente entre las fuerzas de seguridad.

«La fuerzas de Colombia están situadas de acuerdo a prioridades, y han llevado gente a la frontera, donde hay algunos planes en camino».

No se habla de esos planes. Pero se lee en Red Voltaire: «Entre las tareas citadas estaban ‘la construcción de batallones e infraestructura en la Amazonía; el mejoramiento de la capacidad de fuerza; la provisión de armas y equipos para operaciones especiales; la ejecución de programas de entrenamiento, operaciones de inteligencia, así como la instalación de ‘facilidades’ (léase bases) aéreas y marítimas en Galápagos'».

«Para terminar Hill concluye sobre la situación colombiana en el sentido de que el espacio para una salida militar a la crisis está negado. Contrastante declaración con la del presidente Uribe Vélez hace pocos días en la que afirmaba que cumpliría el denominado Plan Colombia hasta sus últimas consecuencias.

«¿Acaso la visión del general, que jubila en los próximos meses, está sugiriendo la cordura? ¿Tal vez James Hill pronostica el final final de la intervención militar en la Colombia desangrada? ¿Puede Hill dejarnos un gran mensaje, de sabiduría, entre líneas? ¿Si otros, como Uribe o los halcones de la Casa Blanca, insisten en la salida militar, no será que el general de cuatro estrellas les está presupuestando un horizonte adverso, inviable, parecido al de Viet Nam o al de Irak?»

Lo cierto es que si los conceptos de sobernaía y dignidad de los Estados incluyen legislar sin presiones foráneas, cautelar sus riquezas naturales -renovables y no renovables-, garantizar la equidad y la justicia social y el manejo autónomo de sus fuerzas armadas, América Latina, con una que otra exepción, ha tomado -alegremente para unos, con ira para otros- el camino al que fueron obligados Puerto Rico y Cuba a fines del siglo XIX.

Cuba cambió el eje de su historia en 1960; Puerto Rico continúa por el camino entonces trazado, aunque en más de un siglo todavía no avizora el final.

 

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