Noruega: el turismo con sangre se desarrolla

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Cada año el gobierno de Canadá, presionado por los pescadores que insisten en que las focas rompen y contaminan sus redes, fija una cuota de matanza. La metodología persigue atontar a las crías a palos para desollarlas -su fina piel será utilizada en peletería-. Esto se hace con el cachorro todavía con vida; si muere, la piel se pega a la carne rompiéndose al extraerla-.

Este año el gobierno canadiense rebasó un récord histórico al fijar la cuota de la matanza en 350.000 focas del Ártico.

Peor es en Noruega. Lo que supera los límites de la imaginación es la salida al mismo problema que diseñó el gobierno del culto y civilizado país del norte. Al no tener una infraestructura peletera importante los cazadores no están interesados en matar a las focas. Por lo que el ministro de Pesca, Svein Ludvigsen -el mismo que apoyó la propuesta japonesa sobre la matanza de ballenas en la última reunión de la Comisión Ballenera Internacional-, diseñó un proyecto para que sean las personas que visitan ese país quienes perpetren la matanza.

fotoSe garantiza matar

Algunas empresas turísticas comprendieron de inmediato el negocio. La Compañía NorSafari, por ejemplo, ofrece un paquete de cuatro días de caza -por U$S 1.100- que garantiza a los «turistas» dos focas efectivamente muertas. El paquete no contempla alojamiento ni comidas, pero asegura el reembolso del dinero en caso de no conseguir la presa deseada.

No es todo: hay un bonus extra: una foca bebé por apenas U$S 70. Una verdadera ganga. La oferta incluye el debido entrenamiento para principiantes y, ¿podía ser de otra manera?, fotos para el recuerdo del valiente cazador con su ensangrentada presa. 

¿Acaso el mundo se volvió loco? ¿Qué tipo de persona pagaría para pasar sus vacaciones matando bebés de foca a palos? Es difícil alcanzar a comprender que motiva a los turistas. ¿Será que no hay imagen más tierna que la de un bebé de foca del Ártico con sus grandes ojos negros y mirada asustadiza y por lo mismo se la debe que eliminar? Quien lo sabe es el ministro Ludvigsen que asegura que el nuevo proyecto será un éxito y que no hay diferencia alguna entre liquidar a palos a un bebé de foca o cazar un alce.

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Por otro lado si educar a los pescadores cuesta dinero y esfuerzo, conseguir turistas para semejante negocio, produce ganancias.

Urge una reacción

Las personas tenemos que exigir el fin de esta locura. La preocupación no sólo es por las focas: es el animal humano, que no consigue vivir sin violencia, que necesita ir hasta el Ártico para tener la experiencia de una orgía de sangre y aullidos desesperados.

Quienes gobiernan el mundo deben responder por sus conductas, por jugar con la vida, la cordura y la coherencia. Si no revertimos esta sangrienta actividad «turística» perderemos algo más que un puñado de focas, nos estaremos perdiendo, irremediablemente, a nosotros mismos.

Por favor protesten contra esto ante las embajadas del reino de Noruega en sus respectivos países.

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