Estas notas se focalizan en profundizar la comprensión geopolítica de la situación actual y las perspectivas futuras en el cuadrante formado por Oriente Próximo y Asia Occidental, tras el ataque de Israel a la República Islámica de Irán del 13 de junio, la respuesta de Irán y el posterior bombardeo de Estados Unidos. Estos acontecimientos han reavivado el entusiasmo de los partidarios de Occidente, suscitando esperanzas de que el odiado régimen de los ayatolás pueda finalmente derrumbarse, allanando el camino a la maravillosa democracia occidental.
El juicio político sobre el régimen iraní es claro e inequívoco: una teocracia dictatorial que, aunque organize elecciones, permite una cierta pluralidad de candidatos que, sin embargo, deben recibir la aprobación del Consejo Supremo de los Ayatolás. Un régimen caracterizado por un fuerte fundamentalismo religioso que pisotea las libertades y los derechos fundamentales (especialmente los de las mujeres) e implementa una violenta represión de las libertades democráticas más básicas. Es útil recordar que, desde la época del ayatolá Jomeini, los comunistas iraníes, junto con otras formaciones de izquierda y marxistas, han sufrido una fuerte represión tras luchar contra el régimen del Sha Reza Pahlavi, apoyado por Estados Unidos y Gran Bretaña.
Pero toda hipótesis de liberación debe surgir del interior de las sociedades oprimidas, y no de intervenciones extranjeras engañosas e instrumentales. Es crucial no permanecer indiferente ante una guerra imperialista contra una nación que lucha por su derecho inalienable a defender su soberanía nacional.
En un conflicto que parece más suspendido que concluido, el llamamiento a una solución pacífica debe ser el pilar indispensable de cualquier solidaridad con el pueblo iraní. El fin de las hostilidades sobre el terreno no coincide con el fin de las tensiones geopolíticas, y la posibilidad de una nueva escalada sigue siendo real.
La guerra de un Occidente en decadencia
La guerra contra Irán forma parte de la estrategia estadounidense para mantener el control unipolar sobre el mundo, preservar la hegemonía del dólar y obstaculizar la integración euroasiática con China y Rusia. Estados Unidos parece dispuesto a recurrir a la violencia extrema para salvaguardar su posición dominante, y en la historia de las relaciones internacionales nunca ha habido una transición pacífica de la supremacía. El riesgo real es que, en un contexto de hegemonía en declive, se desencadene una tercera guerra mundial, caracterizada por acontecimientos sin precedentes e imprevisibles para la humanidad.
Recientemente, en una única operación criminal, el imperio del caos (junto con su aliado Israel) ha violado una vez más la Carta de la ONU y el derecho internacional, el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) y la Constitución de EU, que otorga al Congreso el poder de declarar la guerra. Además, ha engañado a la asì llamada «comunidad internacional» y a su propia base electoral.
Es evidente que esta guerra destruye la imagen de Trump como “pacificador”, proyectada durante la campaña electoral. Esta imagen se ve ahora también cuestionada por las movilizaciones sociales en Estados Unidos, en particular las de los inmigrantes, que han visto salir a la calle al menos a 5 millones de personas en numerosas ciudades estadounidenses.
Con una actitud arrogante y grotesca, Trump presume del poder y la eficacia de sus fuerzas armadas, afirmando que ha hecho valer el peso de Estados Unidos en la escena internacional. Sin embargo, parece ajeno al hecho de que «Estados Unidos ha abierto la caja de Pandora… y nadie puede decir qué nuevas catástrofes y sufrimientos causará» [i].
La República Islámica de Irán lleva décadas enfrentándose a sanciones, embargos y guerras asimétricas. Hasta ahora, el conflicto con Israel se había caracterizado por una especie de «guerra entre bastidores», consistente en sabotajes, ciberataques y asesinatos selectivos. Sin embargo, la agresión israelí del 13 de junio contra la infraestructura militar y nuclear iraní marcó una nueva fase en la estrategia occidental, destinada a desmantelar y «balcanizar» los países liderados por musulmanes que se habían resistido al dominio colonial, empezando por Irak, Siria y Libia.
En una entrevista concedida en 2011 al Canal 2, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, declaró sin rodeos: «Estos regímenes radicales… suponen una amenaza significativa», subrayando la necesidad de impedir que adquieran capacidad nuclear.
La agresiva estrategia ideada en 2001 [ii] por Estados Unidos y apoyada por sus aliados europeos e Israel ha entrado en una nueva fase, centrada actualmente en Irán, pero con el punto de mira puesto también en China y Pakistán.
El régimen islámico de Irán representa el principal obstáculo para el pleno dominio occidental en Oriente Próximo. Esto ha sido evidente desde 1953, cuando el Reino Unido y Estados Unidos apoyaron un golpe militar que derrocó al gobierno de Mohammad Mossadeq, culpable de querer nacionalizar la Anglo-Persian Oil Company, con el apoyo activo del clero chií militante. A partir de entonces, Estados Unidos y Gran Bretaña apoyaron la dictadura disfrazada de monarquía del Sha Reza Pahlavi, hasta la victoria de la revolución popular dirigida por el clero chií en 1979, que supuso un serio revés para esa estrategia de dominación.
A costa de un genocidio sin precedentes en este siglo, Israel ha debilitado militarmente a Hamás, pero esto no ha significado la aniquilación de la resistencia palestina. En Líbano, Israel golpeó las primeras lineas de Hezbolá, pero la neutralización de las milicias libanesas fue sólo parcial. En Yemen, a pesar de los bombardeos, los Houthis siguen manteniendo sus posiciones.
A pesar de estas innegables victorias sobre el terreno, el gobierno del criminal de guerra Netanyahu ha sufrido un aislamiento internacional sin precedentes, que probablemente irá en aumento. Sin embargo, en la actualidad, Israel y Estados Unidos tratan de aprovechar la caída de Assad en Siria para infligir una derrota histórica a Irán.
Aunque lo militar pueda parecer el factor decisivo en una guerra, por sí solo no basta. Irán es una sociedad relativamente más compleja. Se puede derrocar a un gobierno, pero el sometimiento de una nación es una tarea mucho más ardua. Esta es una lección que Estados Unidos debería haber aprendido de Vietnam, Irak y Afganistán.
El Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA)
En este contexto, permitir que Israel atacara Irán mientras estaban en curso las negociaciones con Washington ha sido un grave error por parte de Estados Unidos. Con su intervención y las justificaciones dadas, Israel ha deslegitimado por completo al Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) y se ha opuesto tajantemente a los resultados de sus inspecciones. Este comportamiento refleja la política del Estado sionista desde su creación, negando los principios del derecho internacional y las deliberaciones de los organismos pertinentes, ignorando sistemáticamente todas las resoluciones de la ONU.
Desde su fundación, Israel se ha beneficiado de la impunidad concedida por la «comunidad internacional». Sin embargo, al bombardear zonas civiles y asesinar a personalidades civiles, militares y científicas de alto nivel, Israel ha cruzado la khatte qermez (línea roja) doctrinal de Irán. Esto ha justificado la legítima defensa de Irán, de conformidad con el artículo 51 de la Carta de la ONU.
El botín iraní
Irán es el cuarto productor mundial de petróleo, el tercero en reservas de crudo y el segundo en reservas de gas natural, con el 13,3% y el 16,2% de las reservas mundiales, respectivamente, según datos de la OPEP de 2022 [iii].
El restablecimiento de las «sanciones» estadounidenses ha obstaculizado durante mucho tiempo las inversiones necesarias para modernizar las instalaciones y construir nuevas infraestructuras, provocando también una reducción de las exportaciones de crudo.
Tras la caída de las exportaciones durante la pandemia, Irán aumentó sus ventas de petróleo y gas gracias a un acuerdo comercial con China. Se calcula que, debido a la combinación de las «sanciones» internacionales y el acuerdo con el gigante asiático, más del 80% de las exportaciones de petróleo y gas de Irán se dirigen a China.
Geopolítica de Irán
Ya en 2003, el general estadounidense Wesley Clark identificó a Irán como la clave para el control de siete países que Washington necesitaba manejar para afirmar su dominio en Oriente Medio, empezando por Irak, Siria, Líbano, Libia, Somalia y Sudán, y terminando por el propio Irán.
La estratégica posición geográfica de Irán le permite controlar el estrecho de Ormuz. Si Teherán decide cerrar este paso, se produciría una onda expansiva inflacionista en la economía mundial, con una reducción de al menos el 20% en el suministro de petróleo y gas y un aumento de los precios. Muchos países no podrían comprarlos, lo que también supondría importantes costes políticos y económicos para Irán.
Irán no sólo es un actor crucial en el control de Oriente Próximo, su petróleo y sus reservas de dólares. También es un actor clave en el programa chino «Belt and Road», que pretende crear una nueva ruta de la seda ferroviaria hacia Occidente, eludiendo las esferas de influencia de Estados Unidos. Si Estados Unidos consigue derrocar al gobierno iraní, interrumpiría el largo corredor de transporte que China ha desarrollado y pretende seguir ampliando hacia el oeste.
Además, Irán desempeña un papel esencial a la hora de restringir el comercio y el desarrollo de Rusia a través del Mar Caspio y de asegurar el acceso al sur sorteando el Canal de Suez. En caso de control estadounidense, un régimen títere en Irán podría suponer una amenaza para Rusia desde su flanco sur.
El inicio del conflicto entre Estados Unidos e Irán
Una fecha significativa para el inicio de otro conflicto desatado por Estados Unidos contra Irán podría ser el 8 de mayo de 2018, cuando Donald Trump, en su primer mandato como presidente, firmó la retirada unilateral de Estados Unidos del Plan Integral de Acción Conjunta (JCPOA, por sus siglas en inglés). Este acuerdo, firmado en 2015 por los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU -Estados Unidos, Reino Unido, Rusia, China y Francia- junto con la Unión Europea, regulaba de forma efectiva el programa nuclear iraní.
Con su retirada unilateral, Trump canceló los mecanismos acordados que definían los límites del programa nuclear iraní. Una decisión que manifiesta desde 2018 la voluntad de Trump de deshacer el camino marcado por Obama.
Entre las «razones» que justificarían esta enésima agresión, contraria al derecho internacional, se encuentran las siguientes.
El «cambio de régimen» y el mapa político de la región
El imperialismo estadounidense, a través del subimperialismo (rebelde) de Israel, pretende redibujar el mapa político de todo Oriente Próximo. Tras haber actuado en Irak, Libia, Siria y Palestina, el objetivo es derrocar al gobierno de la República Islámica. Se trata de un Estado independiente con una cohesión social interna que no debe subestimarse, sobre todo después de una agresión externa que podría reforzar la unidad de la sociedad. En este contexto, Benjamín Netanyahu ha empujado a Donald Trump hacia un brusco giro político, provocando malestar incluso entre sus partidarios de extrema derecha, como los del movimiento Maga y de America First.
No cabe duda de que el «cambio de régimen» es el objetivo mínimo tanto para Israel, como para la Casa Blanca. Desde la revolución islámica de 1979, el gobierno y el pueblo iraní han estado entre los principales partidarios de la lucha por la liberación nacional palestina. Desde 1979, Irán ha adoptado una postura de principios, rompiendo todas las relaciones económicas y diplomáticas con Sudáfrica e Israel del apartheid. Desde entonces, Irán ha proporcionado apoyo político, financiero y militar a diversos movimientos de liberación palestinos. Esta es una de las razones importantes de la guerra de Israel contra Irán.
El programa nuclear de Irán
En 2003, Estados Unidos invadió y ocupó Irak, justificando la acción con la acusación de que el país poseía armas de destrucción masiva y estaba a punto de producir armas nucleares. Esta guerra devastadora provocó, según la revista médica The Lancet, la muerte de unos 600.000 árabes musulmanes en Irak, generó 3,9 millones de refugiados, una guerra civil y la destrucción total de las infraestructuras del país.
Hoy, después de aquella tragedia, la historia parece repetirse como una farsa, aunque trágica. Si crees en Papá Noel, también es fácil creer en Trump, Netanyahu y sus pretextos. Durante 30 años (desde 1995), Netanyahu ha afirmado que Irán está listo para desarrollar un arma nuclear, prometiendo que esto sería cuestión de semanas o meses a lo sumo… Sin embargo, después de 30 años, todavía no hay señales de esta bomba.
Sería ingenuo creer que el objetivo de Tel Aviv se limita a impedir que Irán adquiera un arma nuclear. Irán siempre ha mantenido que su programa nuclear tiene fines exclusivamente civiles. Ha cumplido los términos del Plan Integral de Acción Conjunta (JCPOA, por sus siglas en inglés), firmado en 2015, que concedió a los inspectores del OIEA acceso sin restricciones a todas las instalaciones nucleares iraníes, garantizando la transparencia del programa. Sin embargo, como ya se ha destacado, fue Estados Unidos, bajo la presidencia de Trump, quien rompió unilateralmente el acuerdo del que eran parte.
Según la declaración de la Directora de Inteligencia Nacional de Estados Unidos, Tulsi Gabbard, ante el Comité de Inteligencia del Senado en marzo de 2025, la comunidad de inteligencia «sigue creyendo que Irán no está construyendo un arma nuclear y que el Líder Supremo, el ayatolá Alí Jamenei, no ha autorizado el programa de armas nucleares, suspendido en 2003». Es importante recordar que en la República Islámica existe un decreto religioso oficial del ayatolá Alí Jamenei que prohíbe la producción de armas nucleares. Durante años, el «Líder de la Revolución Islámica» ha declarado que la creación de un arma nuclear es inmoral, ilegal y contraria al Islam.
Como es bien sabido, Irán es signatario del Tratado de No Proliferación (TNP), cuyo cumplimiento vigila el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) de la ONU, que somete al país a inspecciones estrictas y periódicas, incluso sin previo aviso. En los últimos años, bajo la presión de Washington, el Organismo ha intensificado sus inspecciones, expresando su preocupación por el posible incumplimiento del enriquecimiento de uranio por parte de Irán.
Recientemente, el Parlamento iraní votó a favor de suspender la cooperación con el OIEA y prohibió la entrada en el país a su director general, el argentino Rafael Grossi. Según Grossi, «la cooperación de Irán con nosotros no es un favor, sino una obligación legal, mientras Irán siga siendo signatario del Tratado de No Proliferación (TNP)».
Irán acusa al OIEA de facilitar el ataque militar al publicar un informe negativo pocas horas antes del bombardeo israelí. También afirma que el Organismo proporcionó a Israel información sobre posibles objetivos de los ataques, tanto contra científicos, como contra instalaciones nucleares iraníes. «Hemos trabajado durante muchos años para demostrar al mundo nuestro compromiso con el TNP y nuestra disposición a trabajar dentro de este tratado, pero desgraciadamente no nos ha protegido ni a nosotros, ni a nuestro programa nuclear», declaró el ministro iraní de Asuntos Exteriores, Abbas Araghchi.
Según fuentes diplomáticas europeas, Estados Unidos ya había planeado el ataque el 19 de junio, el mismo día en que Trump anunció que daría a Teherán dos semanas para volver a la mesa de negociaciones. Ese mismo día, en Ginebra, representantes diplomáticos de Reino Unido, Francia y Alemania (el llamado E3), junto a la Alta Representante de Política Exterior de la Unión Europea (Ue), Kaja Kallas, se reunieron con el ministro de Exteriores iraní, Abbas Araghchi, que se encontraba en Turquía en el momento del ataque estadounidense.
«La semana pasada estábamos en medio de negociaciones con EU cuando Israel decidió hacer saltar por los aires la diplomacia», dijo Araghchi. “Anteayer manteníamos conversaciones con los países del E3 y la Unión Europea, cuando Estados Unidos decidió romper el diálogo. ¿Cuál es la conclusión? Para Gran Bretaña y la Ue, es Irán quien tiene que «volver» a la mesa. Pero, ¿cómo podemos volver a una mesa de la que nunca nos hemos levantado y que no hemos volcado?” [iv].
La Unión Europea (Ue), un enano político totalmente marginal, vuelve a ser una comparsa. Como ya ha sucedido varias veces en los últimos años, antaño protagonistas de las negociaciones nucleares con Teherán, los europeos se ven ahora marginados, obligados a sufrir las consecuencias de las decisiones tomadas por Washington, con poco margen para que su diplomacia de vasallos influya en el resultado. Todo lo contrario. La acción más significativa de los muchos países europeos que pertenecen a la OTAN ha sido la reciente decisión de aumentar el gasto en defensa hasta el 5%, por amable sugerencia de Trump.
Pulcinella y las bombas atómicas de Israel
Mientras el Estado judío ataca instalaciones iraníes con el pretexto de impedir que Teherán desarrolle un arma nuclear, sus capacidades nucleares siguen siendo oficialmente un secreto. Un secreto a voces, de Pulcinella, ya denunciado en los años 80 por el técnico nuclear israelí Mordechai Vanunu, secuestrado en Roma por el Mossad en 1986 y encarcelado en Israel durante 18 años.
La única incógnita se refiere a la cantidad de artefactos nucleares que posee Israel, estimada por los expertos entre 100 y 200. Estos artefactos nunca han sido declarados ni inspeccionados, ya que el país nunca ha firmado el TNP (Tratado de No Proliferación Nuclear) y, por tanto, no está sujeto a la supervisión del OIEA.
Las causas internas
Hay varias razones dentro de Israel que justifican el momento de este ataque. A Netanyahu se le acaba el tiempo y se acerca el final de su carrera política. Recientemente, renovó su solicitud de aplazamiento del juicio que enfrenta por fraude y corrupción y que comenzó en mayo de 2020. Esta petición se suma a una serie de tácticas dilatorias que han caracterizado su limbo judicial.
Está claro que también sirve para desviar la atención del mundo del genocidio en curso en Gaza y el resto de la Palestina ocupada, enmascarándose tras el pretexto de la defensa nacional. Además, es una forma de acreditarse ante la comunidad internacional, en particular ante el muy querido (pero tembién cuestionado) padrino estadounidense, como potencia influyente en el contexto de Oriente Próximo.
Durante décadas, Israel operó con casi total impunidad y disfrutó de una percepción de invulnerabilidad, respaldada por tecnologías avanzadas y la protección constante de Estados Unidos. Sin embargo, esta percepción fue desafiada por misiles que superaron la defensa antiaérea de la «Cúpula de Hierro», haciendo añicos el paradigma de la supremacía militar israelí y la inviolabilidad de su territorio. El viento del miedo ha cambiado de dirección e Israel ha experimentado una dosis de la misma medicina que lleva años suministrando al pueblo palestino y a las naciones vecinas.
Bases y tropas “made in USA”
El Pentágono tiene más de 53.000 oficiales y soldados destacados en 21 bases militares, navales y aéreas en 10 países del Oriente y de Asia Occidental, entre ellos Turquía, Kuwait, Siria, Irak, Qatar, Arabia Saudí, Omán, Bahréin, Emiratos Árabes Unidos y Jordania. Muchos de estos militares van acompañados de sus familias, junto con un gran contingente de civiles que prestan servicios a las instalaciones militares.
La base más alejada se encuentra en Jordania, a 1.575 km, mientras que las más cercanas están en Kuwait, Bahréin, Qatar y Emiratos Árabes Unidos, en la orilla occidental del Golfo Pérsico, a sólo 200 km de las instalaciones de misiles iraníes. Una de estas bases alberga la 5ª Flota de la Marina estadounidense, con 7.000 militares destacados en Bahréin.
Cabe recordar el apoyo diario al aparato militar de Washington que prestan las muchas bases estadounidenses en Italia, empezando por Sigonella y el Sistema de Objetivo de Usuario Móvil (MUOS) ambos en Sicilia, con el consentimiento y pleno apoyo del gobierno de Meloni.
Irán prohíbe Starlink en respuesta al “terrorismo tecnológico occidental”.
Irán ha prohibido el uso de la plataforma satelital Starlink en respuesta a lo que denomina “terrorismo tecnológico occidental”. Esta prohibición se enmarca en el contexto geopolítico del conflicto. Durante el bombardeo israelí del territorio iraní el 13 de junio, los sistemas Starlink de Elon Musk se utilizaron estratégicamente para interrumpir deliberadamente la Internet nacional durante los ataques. Así lo confirmó el propio Musk, que publicó el mensaje «The beams are on» (Los rayos están encendidos) en X sólo 24 horas después de que comenzara la ofensiva israelí [v]. Este mensaje sugiere una coordinación entre las empresas tecnológicas occidentales y las operaciones militares contra Irán.
¿Guerra contra los BRICS?
Actualmente, los BRICS contribuyen más al PIB mundial que el G-7, grupo que apoya abiertamente a Israel. Irán se unió al grupo BRICS el 1° de enero de 2024 y, desde 2023, es miembro de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), una institución asiática de cooperación y seguridad que también incluye a China, Rusia, India, Pakistán y Bielorrusia.
La apertura de China hacia Irán se basa en la necesidad de seguridad energética y en la fortaleza estratégica de la relación entre ambos países. China considera a Irán un proveedor crucial para sus demandas energéticas y sus operaciones comerciales. La ambiciosa “Iniciativa de la Franja y la Ruta” (BRI, por sus siglas en inglés), destinada a conectar el continente euroasiático, depende de la estabilidad de Teherán e Islamabad, ya que los puertos de Chabahar (Irán) y Gwadar (Pakistán) son centros clave para la expansión de China hacia el oeste.
El ataque también pretende poner a prueba y evaluar la reacción de Moscú, Pekín y los demás miembros de los BRICS ante la exhibición de superioridad militar estadounidense.
Uno de los temas candentes del debate internacional es la «desdolarización» del comercio mundial. En 1970, más del 90% del comercio mundial estaba denominado en dólares; hoy, este porcentaje ha caído a menos del 47%. La paradoja es que es precisamente Estados Unidos quien favorece este proceso, ya que sanciona a unos 3.000 millones de ciudadanos (cerca del 40% de la población mundial), impidiéndoles utilizar el dólar.
Aunque Occidente salió triunfante de la «guerra fría» y la Unión Soviética desapareció, el primero no supo «gestionar» su victoria. Las instituciones creadas (empezando por la ONU), fueron socavadas por los propios Estados Unidos, que se retiraron de muchas de ellas, debilitando así a Occidente como centro del poder mundial.
Irán, China e Israel
Desde el punto de vista de los estrategas estadounidenses, el ascenso de China supone un peligro existencial para el control unipolar de Washington, teniendo en cuenta el dominio industrial y comercial del gigante asiático, que supera a la economía estadounidense y amenaza sus mercados y el sistema financiero mundial basado en el dólar.
El 14 de marzo, China, Irán y Rusia se reunieron en Pekín para debatir el programa nuclear iraní. Al término de la reunión, el viceministro chino de Asuntos Exteriores, Ma Zhaoxu, declaró que «las partes implicadas deben comprometerse a eliminar las causas profundas de la situación actual y abandonar las sanciones, la presión y las amenazas de fuerza» [vi]. Sin embargo, este consejo cayó en saco roto.
Tras los ataques de Netanyahu contra Irán, la reacción oficial china fue inmediata. El embajador de Pekín ante la ONU, Fu Cong, condenó la agresión e instó a Israel a «cesar inmediatamente todo aventurerismo militar». Al día siguiente, el ministro de Asuntos Exteriores chino, Wang Yi, reiteró por teléfono a su homólogo israelí, Gideon Saar, que «tales acciones son particularmente inaceptables mientras la comunidad internacional sigue buscando una solución política a la cuestión nuclear iraní».
Wang Yi también se declaró dispuesto a activar la mediación de Pekín. Sin embargo, la posterior intervención militar de Trump contra Teherán y el refuerzo de la presencia militar estadounidense en la región han reducido las posibilidades de mediación china.
Así pues, Pekín se enfrenta hoy a dos frentes tanto en la región de Oriente Medio como en Asia Occidental.
Por un lado, le interesa mantener la estabilidad en una región que desde hace tiempo suministra a China la mayor parte del crudo que necesita. En esta zona, el comercio bilateral y las inversiones, tanto entrantes como salientes, han aumentado significativamente, contribuyendo al discurso del «Pivot to Asia». En este contexto, China no tiene intención de perder a Irán, un país que se consolidó como potencia regional tras el derrocamiento de Sadam Husein en Irak en 2003.
Por otro lado, al tiempo que defiende sus intereses en la región, Pekín también debe tener en cuenta las relaciones bilaterales con Estados Unidos, en un contexto de intenso conflicto comercial y evidentes tensiones.
Al día siguiente de los ataques israelíes contra las instalaciones nucleares iraníes el 13 de junio, ante la creciente amenaza de guerra y su posible expansión, el ministro de Asuntos Exteriores iraní, Araghchi, mantuvo conversaciones urgentes con su homólogo chino, Wang Yi [vii].
El pasado 25 de junio, el ministro de Defensa iraní, Aziz Nasirzadeh, llegó a China para asistir a un foro regional de seguridad organizado por el ministro de Defensa chino, Dong Jun. Este fue su primer viaje al extranjero desde el inicio de la guerra con Israel. Según informes no confirmados, Pekín ha autorizado la transferencia de la tecnología de su sistema de navegación por satélite BeiDou (BDS) a Irán, formalizada mediante un nuevo memorando de entendimiento bilateral. Esta actualización podría mejorar significativamente la precisión de los ataques de los misiles iraníes.
¿Por qué Rusia no apoya a Irán con ayuda militar?
A principios de 2025, Vladimir Putin y Masoud Pezeshkian, presidente de Irán, firmaron un acuerdo de asociación estratégica que fortaleció aún más la alianza entre ambos países.
Según el Wall Street Journal [viii], ambos países ya han cooperado en Siria para mantener a Bashar al-Assad en el poder, e Irán ha apoyado la ofensiva rusa en Ucrania suministrando armas. El periódico estadounidense informa que «Putin quiere evitar una escalada de violencia que podría resultar inútil para Irán y Rusia. También desea preservar las relaciones con Israel y mantener sus vínculos con Trump, quien se ha abstenido de sancionar a Rusia a pesar de la reticencia del Kremlin a entablar conversaciones de paz sustanciales con Ucrania».
Recientemente, periodistas de todo el mundo preguntaron a Putin por qué no suministraba armas a Irán para ayudarlo a hacer frente a los ataques israelíes. Putin respondió que Irán “no estaba muy interesado” en las armas rusas y que no había presentado nuevas solicitudes al respecto.
Rusia y China, las dos potencias mundiales que están expandiendo su presencia en Asia Occidental, ven este conflicto como una clara señal de que Irán ya no tiene un papel puramente simbólico en la resistencia contra el sionismo.
Sin embargo, más allá de las declaraciones de condena, mientras China intenta ganar tiempo, parece que Rusia no quiera asumir un papel protagónico en la confrontación actual, buscando a cambio concesiones de Estados Unidos, especialmente en lo que respecta a la guerra en Ucrania. Al menos por el momento.
Irán, Pakistán y China
Raramente se menciona a Pakistán, uno de los países de la región con arsenal nuclear y que no es miembro del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP). Oficialmente llamado República Islámica de Pakistán, es el quinto estado más poblado del mundo, con más de 252 millones de habitantes, y el 35º más grande del planeta.
Hasta hace poco, las relaciones entre Irán y Pakistán distaban mucho de ser idílicas. El 16 de enero de 2024, Irán lanzó ataques con misiles y drones contra la región pakistaní de Baluchistán, atacando posiciones del grupo extremista Jaish al-Adl. En respuesta, Pakistán realizó ataques aéreos y con misiles contra la provincia iraní de Sistán-Baluchistán, en una operación denominada Marg Bar Sarmachar. En definitiva, esta “escaramuza”, bastante “amistosa”, parece haber resuelto algunos problemas críticos de cooperación fronteriza entre ambos Estados.
Desde entonces, como demuestran los acontecimientos recientes, la postura de Islamabad ha cambiado, a pesar de las negaciones oficiales de apoyo militar o material a Irán en su enfrentamiento con Israel. Pakistán ha revelado que drones israelíes intentaron sabotear instalaciones nucleares pakistaníes durante la crisis entre India y Pakistán en mayo. Esta es una de las razones por las que Islamabad apoya a Teherán en su guerra contra Israel.
Hoy, estos antiguos adversarios [ix], que se habían involucrado en enfrentamientos militares directos, han establecido una “solidaridad decidida”. Mientras Tel Aviv intensifica las hostilidades, Pakistán y China parecen estar coordinando estrechamente con Teherán. Inmediatamente después de la llamada entre los ministros de Asuntos Exteriores de Pekín y Teherán el 14 de junio, el presidente iraní, Masoud Pezeshkian, se reunió con el primer ministro pakistaní, Shehbaz Sharif, quien expresó la firme solidaridad de Islamabad con Irán [x]. También afirmó que el país apoya firmemente al pueblo iraní en este momento crítico.
A nivel diplomático, Islamabad apoyó la solicitud de Irán de convocar una sesión del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en respuesta a la agresión israelí, reafirmando claramente el derecho de Teherán a la legítima defensa. Argelia, China y Rusia también se sumaron a este apoyo. El papel de Pakistán fue particularmente significativo en el fortalecimiento de la iniciativa iraní, promoviendo una coordinación diplomática que indica una creciente convergencia dentro del bloque euroasiático.
Una medida nada obvia, considerando que Pakistán suele ser considerado un objetivo potencial de la llamada “doctrina preventiva” adoptada por Israel.
Las monarquías del Golfo entre cálculos estratégicos y presiones internas
Las monarquías árabes que, con la firma de los “Acuerdos de Abraham”, habían iniciado un proceso de normalización de relaciones con Israel, se enfrentan hoy a una encrucijada estratégica: mantener su confianza en las garantías de seguridad ofrecidas por Occidente o recalibrar sus decisiones ante el creciente riesgo de un enfrentamiento abierto.
La creciente presión de las opiniones públicas internas y las masivas movilizaciones antiisraelíes y en apoyo a la causa palestina en los últimos meses constituyen un factor que los gobiernos de la región ya no pueden ignorar.
Queda por ver si las monarquías del Golfo, y en parte también Turquía, decidirán revisar su posicionamiento geopolítico, contribuyendo así a rediseñar los equilibrios de poder en Oriente Medio.
Estados Unidos entre crisis interna y sombras de guerra
La guerra en curso contra Irán ha provocado un fuerte aumento del gasto militar estadounidense, desviando recursos de los programas sociales y agravando las tensiones políticas internas. La principal desilusionada ha sido la base electoral que apoyó a Donald Trump, decepcionada por las promesas incumplidas: durante la campaña electoral, el Presidente había prometido cerrar los conflictos, no abrir nuevos frentes.
Con el ciclo electoral que culminará el 4 de noviembre con las elecciones generales en Nueva Jersey, Nueva York, Pensilvania y Virginia, el presidente se encuentra en una posición más frágil. Estas elecciones representan una prueba decisiva para el futuro del trumpismo de cara a 2028.
Mientras tanto, el enfrentamiento político se intensifica de forma transversal: fracturas profundas atraviesan tanto al Partido Republicano como al Demócrata, reflejando las tensiones entre distintas fracciones de capital e intereses económicos en disputa. El ascenso de Trump, por lo demás, ya había sido expresión de una división estructural dentro de las clases dirigentes estadounidenses.
En el plano interno, la crisis social ha avanzado mucho más rápidamente que la pérdida de hegemonía e imagen internacional. De hecho, la crisis de 2008-2009 contribuyó de manera decisiva a la desintegración del tejido social, y desde entonces el “sueño americano” ha sufrido un duro despertar.
La lucha contra la inflación se está convirtiendo en un verdadero efecto boomerang para la administración Trump. El aumento del costo de la canasta básica ha superado el 10% de los ingresos del sector medio, un umbral que alarma a los consumidores y que ya se ha revelado como una de las principales causas de la derrota electoral de los demócratas.
El empleo ha sufrido una fuerte desaceleración, marcando una señal preocupante para la economía estadounidense, aunque últimamente parece haber signos de recuperación a partir de junio.
Conclusiones: entre proclamas e incertidumbres
A la espera de que se disipe la niebla de la guerra, resulta evidente que los objetivos estratégicos de los últimos ataques no se han alcanzado. No se ha producido ningún “cambio de régimen”: la leadership religiosa de los Ayatolás iraníes permanece firmemente en el poder y, al menos por ahora, no emergen alternativas creíbles con un amplio respaldo interno.
Los supuestos daños infligidos al programa nuclear de Teherán están aún por verificarse. A pesar de las declaraciones triunfalistas de Trump sobre la destrucción de sitios sensibles, las autoridades iraníes sostienen que sus reservas de uranio enriquecido y su capacidad técnica nuclear no han sido comprometidas. En ausencia de pruebas militares concluyentes, es razonable suponer que ambas partes están manipulando el relato a su favor.
Lo que parece cierto es un debilitamiento de las capacidades militares y antiaéreas de Irán, aunque el alcance real sigue siendo incierto. A pesar de ello, Teherán parece aún capaz de responder a eventuales nuevas agresiones.
Por el contrario, lo que se ha derrumbado estrepitosamente es el mito israelí de la inviolabilidad de su defensa antimisiles: los ataques sufridos han evidenciado los límites de un sistema hasta ahora considerado impenetrable. La población israelí se enfrenta ahora a condiciones que recuerdan de cerca a las que sus propias Fuerzas Armadas imponen diariamente en los Territorios Ocupados y en las zonas vecinas.
Una realidad que está destinada a tener un impacto profundo en las futuras decisiones del gobierno israelí.
En ausencia de tropas en terreno y de una invasión militar a gran escala, resulta difícil imaginar un éxito de Israel contra Irán sin la intervención directa de las fuerzas armadas estadounidenses. Pero, ¿hasta dónde está dispuesto a llegar Donald Trump? La cuestión sigue abierta.
La hegemonía basada en la fuerza, violando normas internacionales e ignorando los mecanismos multilaterales, se revela cada vez más insostenible a largo plazo.
En este contexto, no se puede sino compartir el contenido de la declaración conjunta emitida por el Partido Comunista de Irán (Tudeh) y el Partido Comunista de Israel (Maki), que subraya la necesidad de romper el ciclo de guerras impuestas y promover soluciones basadas en la justicia social y el derecho internacional: “Expresamos nuestra oposición fundamental a todos los programas de armamento nuclear en Oriente Medio y en el mundo. El camino para detener la carrera nuclear en Oriente Medio no puede pasar por una guerra agresiva contra Irán, sino por la desnuclearización de toda la región y la adhesión de todos los países, incluido Israel, al Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares.
Hacemos un llamado a todos los progresistas y a todas las fuerzas amantes de la libertad en Israel, Irán y en el mundo para que se unan en la condena de esta flagrante y brutal violación del derecho internacional” [xi].
Notas
[i] Declaración de Vasili Nebenzya, Embajador ruso en la ONU. https://trt.global/italiano/article/56306c4cb95a
[ii] “The Muslim World after 9/11”, Rand Corporation: https://www.rand.org/content/dam/rand/pubs/monographs/2004/RAND_MG246.pdf
[iii] https://www.infomercatiesteri.it/materie_prime.php?id_paesi=104#
[iv] https://www.hindustantimes.com/world-news/how-can-iran-return-to-something-it-never-left-araghchi-on-eu-call-for-negotiations-101750583420604.html
[v] https://www.telesurtv.net/iran-prohibe-starlink-terrorismo-occidental/
[vi]https://www.fmprc.gov.cn/eng/xw/wjbxw/202503/t20250314_11575903.html?utm_source=substack&utm_medium=email
[vii] https://www.fmprc.gov.cn/eng/wjbzhd/202506/t20250615_11648771.html
[ix] https://www.arabnews.com/node/2604478/pakistan
[x] https://www.arabnews.com/node/2604478/pakistan
[xi] https://insurgente.org/declaracion-conjunta-de-los-partidos-comunistas-de-iran-e-israel/
* Periodista italiano, residente en Chile. Licenciado en Ciencias Políticas de la Universidad Federico II de Nápoles y encargado de proyectos de cooperación
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