Nuevo asalto de la élite empresarial ecuatoriana: el Consejo de Participación Ciudadana
La disputa sobre quién preside el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social -CPCCS- tiene que ver con un nuevo asalto de la élite empresarial que tiene como objetivo controlar las entidades de toma de decisiones públicas para su exclusivo beneficio.
En este caso, un espacio fundamental como es la elección de autoridades estatales de control que, muy bien pueden convertirse en instancias legitimadores del más rancio neoliberalismo, tal como fue implementado el CPCCS transitorio con Trujillo a la cabeza y que en esta ocasión es el consejero Ulloa aquel agente investido para este propósito. En efecto, al revisar uno de los “mundos sociales de pertenencia” de aquel consejero, se puede confirmar lo dicho.
Los mundos sociales de pertinencia aluden a un “ethos político, es decir, [un] repertorio dominante de prácticas, visiones del mundo y formas de dar cuenta de él en discursos y presentaciones públicas (…) estos constituyen recursos para la acción política” (Vommaro, 2017, págs. 42-43). Desde luego estos mundos sociales de pertenencia son varios, pero en el caso del consejero Ulloa se puede detectar uno que llama la atención, se trata de la “Cofradía de la Perla”.
Esta organización, formada por representantes del poder económico, de la que forma parte, es un: grupo que saltó en la esfera pública [a] inicios de mayo del 2019 con una fotografía tomada en una lujosa tienda de ropa (..) fundada hace dos años por guayaquileños y profesionales de otras provincias (…) una hermandad con fines cívico-sociales que busca dar propuestas para el Ecuador entero (Pesantes, 2019).
La cofradía tiene como una de sus principales acciones la realización de eventos en los que expertos y expertas pertenecen, a su vez, a espacios afines al libre mercado (neoliberalismo), a que sus fuerzas actúen sin regulación alguna. Por lo tanto, este mundo social de pertenencia se convierte en el paradigma de entender, comprender y accionar entre sus integrantes, uno de ellos, el consejero Ulloa. De tal manera que esta organización fue una de las primeras en legitimar, vía felicitación, que su integrante se proclame como supuesto presidente. Así como otras que, al sumarse, implicitamete estan dando diciendo sí al libre mercado.
Con la llegada de este agente a este espacio de decisión de política pública se pretende nombrar autoridades afines al pensamiento de libre mercado, un “ethos favorable al mercado” en palabras de Castellani (2018). Lo que implicaría que las entidades encargadas de regular, controlar y sancionar, van a proteger a los grupos de poder que deben vigilar. A modo de recordatorio, una Superintendenta de Bancos que, en lugar de proteger a los usuarios, protege al poder bancario y financiero, herencia de Trujillo. Y este no puede ser el destino del CPCCS.
Desde luego, el CPCCS con sus autoridades legítimas debe mejorar sus acciones y procesos, precautelando el bienestar de las grandes mayorías. Y la ciudadanía debe estar alerta con aquellos agentes que dada esta disputa quieren pescar a río revuelto, impugnando la desaparición del CPCCS. Estos actores son partícipes de destruir las instituciones para dar paso al libre mercado, pero con sus agentes.
De esa manera, disfrazan sus posturas neoliberales para que la elección de las autoridades recaiga en ellos. Y es que si las instituciones tienen problemas tratan de eliminarlas, con el fin de que el libre mercado siga su camino de destrucción a pasos cada vez más acelerados. Por otra parte, empezar a detenerlo significa limitar la captura de la decisión de la política pública por parte de las élites.
* Investigador de la Unidad de Análisis y estudios de coyuntura, del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Central del Ecuador