NUEVO MAPA POLÍTICO EN EL CONO SUR

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Con la segunda vuelta en Uruguay, el domingo pasado, se cerró el ciclo de elecciones presidenciales que hubo en el cono sur desde los últimos días del año pasado, fecha de realización de la segunda vuelta en Chile, hasta su culminación en el reciente “ballotage” uruguayo.
En Uruguay triunfó el candidato del Frente Amplio, Tabaré Vázquez. Venció a Luis Lacalle Pou, del histórico Partido Nacional o Blanco. Las cifras fueron contundentes 53,5 a 41,1%. En virtud de estos resultados Tabaré Vázquez volverá a gobernar Uruguay, luego de haberlo hecho entre el 2005 y el 2010. Sucederá al popular José “Pepe” Mugica.
Esta serie de elecciones presidenciales, que culminaron en Uruguay, se había iniciado a fines del año pasado con la elección de Michelle Bachelet, para ocupar la presidencia de Chile, cargo que ya había detentado (2006/2010). Le siguió la re-reelección del boliviano Evo Morales, el único elegido en la primera vuelta y poco más tarde la reelección de Dilma Rousseff como Presidenta brasileña, en una reñida disputa.
Dicho esto queda por reflexionar sobre el sentido de lo ocurrido y  del futuro.
Una primera observación nos hacer ver que, salvo el caso chileno, fueron  ratificados los partidos gobernantes, todos ellos de signo “progresista”. El Movimiento al Socialismo (MAS) en Bolivia, el Partido de los Trabajadores (PT) en Brasil y el Frente Amplio (FA) en Uruguay. A ello le podemos agregar lo acontecido en Chile. Allí, la Concertación (una alianza considerada progresista cuyos principales integrantes son el Partido Socialista, la Democracia Cristiana y el Partido Comunista) fue la que desplazó del gobierno a Sebastián Piñera del conservador partido Renovación Nacional.
Todo lo anterior ratifica la idea de un fuerte avance de una “izquierda” mayoritariamente social demócrata, con partidos de esa orientación que ratificaron su mayoría y otro que le arrebató la conducción del Estado a una fuerza conservadora.
Esta es la visión que prima en la inmensa mayoría de los analistas políticos y medios de prensa de la región.
Sin embargo esa perspectiva no es tan clara cuando se pone la lupa sobre la evolución interna de la mayoría de estos procesos políticos. Veamos los casos particulares.
En Chile, esta segunda versión de Bachelet en el gobierno es vista claramente como un avance respecto al ultra conservador Piñera. Sin embargo hay varias cuestiones que empañan el futuro: Las negociaciones con la Barrick Gold, para poner nuevamente en marcha el emprendimiento minero de Pascua Lama; una Ley Tributaria acordada con las fuerzas más reaccionarias y la sanción de una nueva Ley Antiterrorista, hacen crujir a la Concertación y preocupan a las fuerzas populares de ese país.
En Brasil, claramente el país rector en la región, el ajustado triunfo de Dilma Rousseff no presagiaba buenas nuevas para el movimiento popular de ese país. La designación, como Ministro de Economía, del banquero neoliberal Joaquim Levy confirma esas expectativas negativas y augura un política de ajuste para los próximos tiempos.
Es sabido que Tabaré Vázquez, el recién electo Presidente uruguayo, no comparte muchos planteos “populistas” del “Pepe” Mugica. Ya se ha adelantado que Danilo Astori, actual vicepresidente, manejará la economía de ese país. Sus políticas, cercanas a una modernización neoliberal, son ampliamente conocidas, ahora además deberá lidiar con una importante deuda externa de 47 mil millones de dólares (35 mil por capital y 12 de intereses)
Una excepción a esta tendencia de corrimiento hacia posiciones más moderadas o de tendencia neoliberal es posible que la podamos encontrar en Bolivia. Allí Evo Morales se plantea la tarea de una industrialización que la quiere desarrollar en el marco de un “modelo andino” de fuerte contenido social y una creciente organización y participación popular. Esta pretensión, en un país sometido a un saqueo y explotación histórica, puede constituirse en un importante paso adelante en las complejas condiciones que hoy atraviesa esta región. Esta perspectiva boliviana, cuando estamos –tal como se viene señalando- en las vísperas de una contraofensiva regional de tintes neoliberales que se montan sobre el neo-desarrollismo desplegado en los últimos años, es un dato muy importante. Tal vez sea el elemento más esperanzador respecto al futuro de la región. Una región donde las políticas de los “gobiernos progresistas” no lograron consolidar el poder de las fuerzas sociales que dieron origen a esta oleada positiva.

Juan Guahán, Question

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