Nuevos diarios ¿negocio o vicio?

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Alejandro Tesa.

Los que saben de comunicación periodística lo aseguran y se palpa en los kioskos: el diario tradicional pierde terreno; los alarmistas aseguran que vive sus últimos días, retrocediendo ante el avance impetuoso tanto de aquellos que han optado por la vía del periodismo alternativo por la internet como por la denominada "globósfera" o comunicación ciudadana no profesionalizada.

Y es un hecho que la gran prensa comercial dejó de ser fuente universal confiable de informaciones y tribuna de opinión; entregada en general su independencia editorial, se ha convertido en parte —el departamento comunicacional-social, se diría— de intereses comerciales y financieros; los grandes grupos económicos que confluyen en el dominio de las acciones gubernamentales de los Estados a los cuales, por otra parte, proveen del ropaje ideológico.

La visión parece simplista y, en efecto, la realidad es muchísimo mas compleja; la mundialización de la economía globaliza también los intereses de los grupos nacionales, que forzados o gozosamente se integran a las falanges del imperio global. Y no es por ventura que el término administración, que se pone en boga para describir las políticas públicas, define los actos de gobierno. Éstos administran, es decir: cumplen, los mandatos de aquellos.

Su efecto: la globalización, resulta así la consecuencia cultural obvia del entramado que crea necesidades y las satisface por medio del proceso de producción-distribución de mercancias y servicios que, por una razón de optimización de ganancias, necesariamente deben de ser similares en todos los confines de la Tierra.

En este paisaje triste de la humanidad hecha rebaño concreto, se ha convertido en pastor y lobo civil la prensa comercial —o la mayor parte de ella—. Y cuando el rebaño descubre que no quiere ser piño, hato o piara el pastor-lobo, sabemos en América, pero no sólo en América, se viste de uniforme, de magistrado, de maestro, de parlamentario y etcétera.

En algunos casos la soberbia —o las órdenes de la jerarquía imperial— impone, como en Venezuela, y también en Ecuador o en Honduras, a los medios periodísticos comerciales jugar directamente el rol reservado a los partidos políticos: imponer lo que llaman (vaya a saber uno por qué) agendas politicas, econóicas, culturales, armar y deshacer gobiernos díscolos; o como en Chile, impedir que entren en el juego nuevos medios de prensa apoderándose del presupuesto estatal de publicidad, recursos que paradójicamente en otra época se pensó para cautelar la diversidad expresiva de la ciudadanía.

Proyectos en la Argentina

No siempre triunfan, a veces el hueso es muy duro de roer, como al parecer le ocurre al multimedios argentino Clarín (casi local, casi extranjero). Cuando eso ocurre y el grande se enreda en las tiras que atan al cascabel, no faltan los más pequeños que intentan obtener de tanto ruido algunas nueces.

En este escenario tres empresarios argentinos preparan o adecuan —no es secreto ni es a voces— otras tantas redacciones.

Sergio Szpolski, se apresta a otra suerte de apuesta por —dicen— editar un diario de interés general, cerca del camino trazado por El País de España; apunta a un lector de centroizquierda con afanes o aficiones culturales. Quitarle lectoría, quizá a Página/12. Se especula que llevará un nombre mítico en la prensa de ese país: La Opinión.

Jorge Fontevecchia resulta un figura insoslayable en el periodismo de masas en Argentina; no siempre su análisis y "olfato" le permitieron hacerse con el premio mayor, pero es un peso pesado. Según afirman el diagnóstico de Fontevecchia es que la realidad económica del país ha mejorado la calidad de vida de los sectores de menores ingresos, los que, por tanto, están prontos para buscar un medio de prensa que los refleje y represente. Un criterio semejante utilizó el jefe de Perfil para, en la década de 1991/2000 lazar la revista Caras, dirigida a sectores medios y elevados, que batió todas las marcas de venta.

Raúl Kraiselburd,que perdiera a manos de un socio en 2009 el control de Diario Popular, uno de los que más vende en el Conurbano bonaerense, eligió a un contador, Raúl Cuervo, para dirigir El Plata, matutino que salió hace dos días a la calle en la provincia de Buenos Aires con una tirada de 30.000 ejemplares. Deportes y policiales aparecen como las secciones más firmes en las 72 páginas del periódico.

En Chile

En Chile la situación es diferente. A lo largo de los años en que gobernó la Concertación de Partidos por la Democracia se cuentan más los muertos que los nacimientos periodísticos en el campo ajeno al virtual duopolio que publica la mayor parte de los medios del país, conformado por las empresas editoras de El Mercurio y La Tercera. Se cree que el enunciado concertacionista de que la mejor política de gobierno en materia de prensa es no tener política para la prensa se mantendrá.

Las señales en materia de estimular la libertad de comercio por la vía de favorecer a la pequeña empresa, por ejemplo, son claras. Los 8.000 millones que destinará el gobierno en una primera fase para reconstruir las viviendas derrumbadas o dañadas gravemente por el terremoto del 27 de febrero, se reparten entre los "tres grandes" del ramo construcción, dejando de lado a millares de pequeños comercios, corralones y ferreterías.

Una semana atrás, ante los reclamos de autoridades locales, cámaras de comercio y pequeños comerciantes preteridos —además de los damnificados—, el Ministerio del Interior accedió a revisar la adjudicación de esos recursos, pero el pequeño comercio del ramo asegura que nada se ha revertido. Es difícil pensar que habrá un criterio distinto para favorecer la pequeña prensa independiente.

Un esfuerzo reciente —el Diario uno (D1), periódico semanal— enfrentó serios problemas apenas publicado su primer número este mes de abril. La iniciativa que dirige el economista Marcel Claude partió con un esfuerzo por colocar 30.000 acciones con un valor de $ 10.000 cada una (menos de US$ 20), con carácter de intransferibles, entre la ciudadanía para financiar el periódico hasta su consolidación sufrió retrasos en su aparición y luego una disputa entre los promotores de la idea, el economista y el movimiento Aqui la Gente, que preside Ernesto Aguayo.

Sean los problemas de D1 respsonsabilidad del apresuramiento que achaca Aguayo a Claude o falta de rigor profesional del editor general —apartado de su cargo por Claude—, lo cierto es que para continuar en la brecha D1 debe superar tal obstáculo y mejorar su política editorial. En el portal (www.diariouno.cl) se advierte a los eventuales lectores que los materiales de la edición en papel se publicarán allí una semana después de aparecidos en la versión impresa —recurso que no suele ganar lectores para ninguna de las dos.
 

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