Obama vs. Kennedy

Andrés Sal.lari*

Analizar los pasos del actual presidente presidente de Estados Unidos, Barack Obama, es mucho más interesante de lo que fue hacerlo con su antecesor.George W. Bush era fácil, simple y lineal. Obama veremos, también termina obedeciendo a una línea, pero en su camino se descubren algunas tangentes que este autor puede divisar, pero no analizar con la exactitud que nos ofrecerá una mirada más amplia e histórica.

Obama inicia su gestión con algunos anuncios progresistas como la anulación de las torturas por parte de la CIA o el cierre de Guantánamo. Pero se aclara que son anuncios y no medidas concretas, y esto es parte central de la gestión Obama, una habilidad muy grande para hacer anuncios progresistas que los medios hegemónicos reproducirán extasiados mientras se aplican medidas conservadoras, o se mantiene todo tal como era.

¿Quién se animaría a afirmar que EEUU ya no tortura en su cruzada contra el terrorismo?Guantánamo no pudo cerrarse por no se qué problemas burocráticos -y sigue igual hasta ahora- pero su cierre fue noticia en todo el mundo.

Luego de esos anuncios iniciales el ímpetu de Obama por mostrar un rostro diferente y progresista se apagó, la cara más patética del Obama imperial se vio a finales del año pasado, cuando el mandatario recibió su premio Nobel de la paz, en medio de un intento impresentable por justificar sus aventuras bélicas en Asia. Luego acudió a la cumbre de Copenhague, donde ofreció otra muestra de arrogancia unilateral que no viene al caso detallar.

Ahí se acabó el Obama progresista que vino a revivir hace 2 semanas cuando se votó la reforma de salud.

Allí vimos declaraciones que podríamos enmarcar en una lucha de clases. Los sectores dominantes haciendo lobby y amenazando ante la propuesta gubernamental, comentarios insistentes que tildaban a la reforma como socialista y un Obama que realizó fuertes arengas en defensa de su proyecto y en ataque a los sectores dominantes, prometiendo dar pelea para defender su propuesta a favor de los sectores más desprotegidos de la sociedad estadounidense.

No fueron hechos menores, hubo diversos actos de agresión contra legisladores afines a la propuesta y una campaña mediática conservadora de consideración, eso reflejó que la propuesta gubernamental demócrata afectó intereses dominantes.

En Michigan, la policía federal apretó su cerco sobre milicias de extrema derecha, y detuvo a nueve integrantes del grupo Hutabbe por presuntos planes para desestabilizar el país.
Según un comunicado del FBI citado por el diario The New York Times, los detenidos querían asesinar a varios funcionarios y provocar un levantamiento contra la actual administración estadounidense.

Por lo tanto estamos en presencia de una dictadura.Alguien podría afirmar que el asesinato de Kennedy ocurrió hace 50 años y que las cosas cambiaron.En enero de 1961, el presidente Dwight D. Eisenhower –a quién nadie podría imaginar como un comunista-, decía lo siguiente en su discurso de despedida:

“Esta conjunción de un sector militar enorme y una gran industria armamentista es nueva para los Estados Unidos. La influencia total en lo económico, político y hasta espiritual, se ve en cada ciudad, cada cámara de diputados, cada oficina del gobierno federal. Tenemos que tomar precauciones contra la infiltración de influencias indebidas, adredes o no provenientes del complejo militar industrial. No debemos permitir que la fuerza de este conjunto ponga en peligro la libertad o la democracia.”

Eisenhower tuvo razón y su descripción sistémica tiene actualidad, desde el 22 de noviembre de 1963 –cuando fue asesinado JFK- hasta ahora, nadie se ha atrevido a tocar a ese nuevo poder que emergía y que no ha parado de consolidar su control dictatorial.

¿Podrá esa dictadura dar un golpe de Estado como el de 1963?Obama está demostrando –no sin contradicciones- que no parece estar dispuesto a averiguarlo.
 

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