Ola de ataques de osos azota las ciudades de Japón

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En Japón, últimamente es difícil leer las noticias sin encontrar alguna mención a los osos. Olvídenses de las montañas; en algunas ciudades, han aparecido en los pasillos de los supermercados e incluso en balnearios de aguas termales. Soy Sneha Nagesh y en esta edición de Secretos de Japón y Más Allá , analizo por qué aumentan los avistamientos de osos, qué los impulsa a acercarse a los asentamientos humanos y presento algunas de las historias más memorables sobre osos, desde el infame oso pardo OSO18 en Hokkaido hasta los cazadores y aldeanos que aún conviven con ellos

El gobierno está desplegando las Fuerzas de Autodefensa para apoyar a las autoridades locales.

Se ha registrado un aumento constante en los avistamientos y ataques de osos en todo Japón. En algunas zonas, especialmente en el norte del país, se han visto osos no solo en montañas o bosques, sino también en pueblos y ciudades. En Morioka, prefectura de Iwate, se avistó un oso en el estacionamiento de un banco. En Gunma, otro entró en un supermercado. Entre abril y agosto de 2025, el Ministerio de Medio Ambiente registró más de 3000 avistamientos tanto en Iwate como en Akita, y más de 1300 en Aomori.

Ya se han producido más de 100 heridos y 12 fallecidos este año. En la prefectura de Akita, donde el número de encuentros ha aumentado

El sitio web de la ciudad de Akita tiene una enorme advertencia sobre osos.
Cada parte del animal se aprovecha y se comparte equitativamente entre el grupo. Hoy en día, los matagi están desapareciendo rápidamente, ya que muchos son ancianos y pocos jóvenes están dispuestos o capacitados para adoptar un modo de vida que depende de los duros inviernos. La caza también se ha visto cada vez más restringida.
Matagi en Aktita
Oso pardo
El Manual de Respuesta a Encuentros con Osos del Ministerio de Medio Ambiente establece una lista de medidas a tomar, cuya esencia es prevenir el contacto siempre que sea posible. El manual también recomienda mantener la distancia entre las zonas habitadas por humanos y los hábitats de los osos. Las campanas se han convertido en un sonido familiar en los senderos de montaña de Japón, aunque pueden no funcionar en áreas donde los osos ya están acostumbrados a las personas.

El manual aconseja podar los árboles frutales cerca de los bosques, asegurar los contenedores de basura, instalar cercas eléctricas y garantizar la coordinación entre la policía, los funcionarios locales y los agentes de vida silvestre. Para los excursionistas, sugiere llevar una campana o una radio, pero teniendo en cuenta que no siempre son confiables, consultar los sitios web de advertencia locales antes de entrar en las montañas y llevar un aerosol repelente de osos.

En septiembre de 2025, Japón aprobó una ley que permite a los gobiernos locales autorizar la caza de emergencia cuando aparecen osos o jabalíes en zonas residenciales. Los cazadores con licencia pueden dispararles si se garantiza la seguridad pública. La política está pensada como último recurso, pero no todos la apoyan y el debate tiene una larga historia

Una novela superventas centrada en el incidente de Sankebetsu, La tormenta del oso de Akira Yoshimura

El ataque de oso más infame de Japón tuvo lugar en 1915 en Sankebetsu, Hokkaido, cuando un oso pardo atacó varias casas y mató a siete personas. El incidente inspiró posteriormente la novela de Akira Yoshimura de 1977, Kumo Arashi La tormenta del oso ), una narración contenida que trata al animal no como un monstruo, sino como una criatura atrapada entre el hambre y la expansión humana.

En 1970, otra tragedia ocurrió cuando un oso pardo mató a tres miembros del club de montañismo de la Universidad de Fukuoka en las montañas Hidaka. Estas historias todavía aparecen en las noticias cada vez que ocurren nuevos ataques. En la cultura popular más reciente, el manga y anime Golden Kamuy , ambientado en Hokkaido a principios del siglo XX, retrata al oso pardo como temido y venerado, lo que refleja su lugar en la espiritualidad y la supervivencia de los ainu.

En los últimos tiempos, un incidente capturó la imaginación popular como ningún otro. En 2019, se avistó un gran oso pardo en Hokkaido. Durante los cuatro años siguientes, el oso hirió o mató a 60 vacas. Una huella de 18 centímetros hizo que muchos creyeran que era enorme, mucho más grande que el promedio. A veces se encontraban vacas con partes del cuerpo desgarradas, como si el oso disfrutara de la persecución. Para los ganaderos locales, que ya sufrían pérdidas, fue una pesadilla.

Solo podían reclamar el seguro si encontraban sus vacas muertas, y ya habían invertido mucho en forraje. Un grupo de cazadores comenzó a seguir al oso, que llegó a ser conocido como OSO18, un nombre con un trasfondo inquietante. Los medios de comunicación lo convirtieron en una sensación, apodándolo «el oso ninja» por su habilidad para evadir la captura. La NHK produjo un documental y un libro que exploraban no solo a este oso pardo, sino también la compleja relación de Japón con los animales salvajes.

Si bien la furia de OSO18 fue real, muchas de las historias que la rodearon resultaron ser mitos. La huella se había medido mal y el oso era más pequeño de lo que se creía. Probablemente se alimentaba de carroña en lugar de cazar por deporte. Es posible que desarrollara gusto por la carne tras alimentarse de cadáveres de ciervos, como consecuencia del aumento de la población de ciervos de Ezo en los bosques de Hokkaido. El libro destaca el deseq

Un libro publicado por los documentalistas de la NHK

uilibrio ecológico creado por las decisiones humanas.

En la década de 1960, los osos fueron cazados intensamente, especialmente en primavera justo después de la hibernación, hasta que casi desaparecieron. Para protegerlos, posteriormente se prohibió la caza primaveral. Mientras tanto, los ciervos de Ezo se multiplicaron, alterando la cadena alimentaria del bosque y, por consiguiente, la dieta de los osos. Finalmente, OSO18 fue abatido sin pena ni gloria y su carne terminó servida en un restaurante de Tokio. Como sugiere el libro de la NHK, la afición humana por las buenas historias pudo haber sido lo que realmente creó al monstruo.

Fuera de Japón, el conflicto entre humanos y osos es un problema conocido. En Norteamérica, los parques nacionales utilizan la zonificación, contenedores a prueba de osos y balas de goma para disuadir a los grizzlies sin matarlos. En Europa, las cercas eléctricas y los programas de compensación ayudan a los agricultores a coexistir con los osos pardos.

Las nuevas políticas de Japón se orientan en una dirección similar, priorizando la disuasión y el distanciamiento sobre la erradicación, pero en algunos casos, cuando los osos representan una grave amenaza, no queda más remedio que sacrificarlos.

Oso pardo OSO18, pueblo de Shibecha, Hokkaido, Kyodo News

La matanza selectiva sigue siendo controvertida. En julio, el gobierno de la prefectura de Hokkaido enfrentó nuevas críticas por abatir a un oso que atacó y mató a un repartidor en Fukushima, Hokkaido. Muchas quejas provinieron de personas que viven en ciudades, lejos de las zonas rurales, quienes tal vez no comprendan del todo la realidad de la convivencia con animales salvajes.

El debate no se reduce a una simple dicotomía de «nosotros contra ellos» ni a dar consejos autoritarios desde un rascacielos en Tokio u Osaka, ignorando la presencia de osos a las puertas de algunas comunidades. Igualmente, es innegable el impacto de las actividades humanas en el ecosistema.

Como deja claro un artículo de Toyo Keizai , encontrar una forma práctica de coexistencia con los osos es fundamental. La cuestión es si seremos capaces de mantener la distancia y la conciencia necesarias para que ambas especies sobrevivan.

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