Óptica Rodriguista / Chile, la crisis, las elecciones presidenciales y la izquierda
Este año va a ser particularmente agitado por dos procesos que se desarrollan de forma simultánea e independientes uno del otro pero que interactúan y se retroalimentan mutuamente.
Uno, es la crisis, con carácter objetivo e inherente al sistema económico imperante (capitalismo neoliberal) y que está abarcando a todo el planeta. El otro, la elección presidencial, cuyo carácter es subjetivo y se desarrolla dentro de los marcos de la actual institucionalidad pero, como veremos más adelante, es un proceso que puede ser interrumpido por la voluntad si se presentan ciertas condiciones necesarias para ello.
La crisis
La crisis va entrando gradualmente en nuestro país y ya se manifiesta en despidos masivos, cierres de obras, suspensión de proyectos y quiebra de cientos de pequeñas empresas y locales comerciales. En general, se está escribiendo mucho sobre esta crisis por lo que no nos detendremos en un análisis profundo de ella. En este mismo portal hay una sección dedicada al tema. Solo recalcaremos que esta crisis tiene un carácter estructural, que abarca todas las esferas del sistema y que no es solo una crisis económica y financiera como algunos tratan de darnos a entender.
Chile por sus características político-económicas es totalmente dependiente de la economía globalizada y de las grandes transnacionales lo que hace prever que la magnitud y la amplitud de la crisis son de tal profundidad que nadie sabe hasta dónde y con qué duración puede llegar, pero sí es seguro un desastre social.
Se avecina una época de convulsiones sociales no solo por el brusco empobrecimiento de grandes masas de la población sino también por la situación de ingobernabilidad a la que se puede llegar. Estamos ante la probabilidad real, en una situación donde se van incubando todos los elementos de una situación revolucionaria.
Las condiciones objetivas para pasar al sistema socialista son mejores que nunca, están más maduras que nunca, pero el capitalismo jamás caerá por sí solo, hay que hacerlo caer, cuestión que solo la puede hacer efectiva una fuerza social con la voluntad y la conciencia para ello, en otras palabras, dispuestas a construir el socialismo.
Ante esta crisis existen dos opciones:
Como el sistema está en riesgo y “la democracia” solo les sirve a los detentores del poder para estimular las inversiones, el libre mercado y la especulación financiera, los sectores reaccionarios no tendrán empacho para violar la democracia e implantar una feroz represión ante las exigencias del pueblo por transformaciones, aun para repetir el golpe de Estado de 1973. De hecho, las instituciones se están derechizando al elegir como los presidentes de ambas cámaras a pinochetistas de la UDI.
La otra opción, ante el debilitamiento y confusión de los sectores dominantes; es que se logre implantar una democracia participativa popular que vaya haciendo transformaciones profundas e incluso socialistas.
La campaña electoral
Increíblemente ningún conglomerado político, precandidato o candidato ha debatido o planteado con seriedad el tema de la crisis. Por el contrario, se le da más importancia al tema del aborto terapéutico que a la hambruna que se avecina.
Las leyes laborales, de educación, de salud y sociales se basan en el sistema de libre mercado. El sistema jurídico, administrativo y electoral es hecho a la medida del neoliberalismo que hace imposible cualquier cambio lo que permite que la crisis del sistema neoliberal arrastre al conjunto de esas estructuras.
La Constitución ilegal del 80 ha perdurado por falta de voluntad de todas las fuerzas políticas por cambiarla y, a diferencia de las mayorías de las democracias representativas en el mundo, tiene muchos más amarres.
Por lo tanto no es de extrañar la cantidad de no inscritos que junto a los que anularon el voto suman más del 40% del mundo capacitado para votar, son fuerzas que no se sienten representadas, que no creen en las posibilidades de cambio por esta vía o no sienten la necesidad de su participación para mantener el modelo político – económico (No olvidar que Michelle Bachelet fue elegida con el 38% de ese mundo de eventuales votantes).
Cualquier participación en el sistema conlleva a su administración y consolidación. En este sentido, los candidatos participantes solo pueden ofrecer aparentes mejoras, reformas o parches a un sistema que no resiste más.
La “democracia representativa” está dedicada a administrar los intereses de los grandes grupos económicos y de las empresas transnacionales, el parlamento legisla en función de los intereses empresariales por sobre los sociales. En esta situación, con la crisis del modelo, todo el sistema administrativo y legislativo empezará a tambalear por su directa relación con el sistema capitalista neoliberal.
Por un lado, será una oportunidad propicia para hacer todo tipo de propuestas que engatusen o aplaquen el descontento de la población y sea una forma para captar votos, y por otro lado, será un espacio de debate político que permita tomar conciencia sobre la realidad y de las caminos reales de hacer cambios por una sociedad mejor. Por un lado, es un caldo de cultivo para todo tipo de propuestas chovinistas, nacionalistas y populistas, y, por otro, será un espacio para ir conformando un movimiento por cambios estructurales y revolucionarios.
La izquierda
Actualmente en el espectro político de la izquierda se pueden definir cinco bloques principales.
Oportunistas de la Concertación
Está el sector que ya es parte de la concertación y que siempre ha pensado que puede lograr transformaciones progresistas en conjunto con los sectores de la burguesía. Prefieren pensar que con transformaciones graduales –como el cambio de la ‘Constitución de Pinochet’ -pueden ‘humanizar el capitalismo’. Están con Frei.
Juntos Podemos
Un bloque que pretende formar una fuerza de izquierda en el parlamento conformada principalmente por el Partido Comunista, los Humanistas y algunos sectores del Partido Socialista. El Partido Comunista en la historia de Chile y sus luchas obreras siempre ha jugado el rol protagónico y dirigente, ha sido el principal partido de la clase obrera pero desde el punto de vista ideológico ha caído en seguidismo sin poder nunca a asumir un rol audaz y revolucionario en sus luchas por los intereses de su clase.
Así como a principios de los años treinta cuando, producto de la Gran Depresión del 29 al 33, América Latina se agitaba con las luchas revolucionarias de Sandino, Farabundo Martí y aquí mismo el levantamiento de los mapuche, el PC proclamaba su política de alianza con los sectores de la burguesía para poder acercarse a la revolución renunciando a asumir una política independiente. Desde entonces el fundamento de cualquier lucha solo la ha vislumbrado dentro de los marcos del sistema electoral capitalista y cuando se ha encontrado en la ilegalidad su lucha ha sido por recuperarla para librar la acción dentro del sistema burgués.
Su máximo logro ha sido el triunfo de la Unidad Popular y de Salvador Allende, experiencia excepcional en las luchas de nuestro pueblo y enmarcadas en contexto y épocas determinadas. De esa experiencia surgió el allendismo, fruto de la unidad de la izquierda, de un fuerte movimiento obrero, campesinos y sectores medios.
El Gobierno de la Unidad Popular es usado como enseñanza por todos los pueblos que ven oportunidad de hacer transformaciones sociales llegando al gobierno por vía electoral. El éxito depende de ciertas condiciones específicas como se ha dado en Venezuela y otros países de América Latina, pero que en nuestro país es muy poco probable que se vuelva a dar.
Hace cuatro años habiendo una oportunidad de conformar un gran bloque de izquierda junto con al Fuerza Social y otras organizaciones de izquierda privilegió la cantidad de votos que le permitieran mantenerse legalmente como partido por sobre la unidad de la izquierda. Su gran objetivo es lograr unos parlamentarios y luchar contra el sistema desde dentro siendo parte de él y para lo cual no le tembló la mano para firmar acuerdos con la democracia cristiana por unos cupos en el parlamento. En la segunda vuelta votarán por Frei.
La Izquierda Furiosa
La falta de unidad de la izquierda, su dispersión y la ausencia de una propuesta coherente con nuestra realidad es terreno fértil para que surjan alternativas de cualquier índole como la candidatura de Pamela Jiles.
En torno a ella se encuentra sectores que no comulgan ni con la concertación ni el “Juntos Podemos”. Son sectores críticos a todo nivel con características nihilistas, escépticos de las doctrinas de clase pero con rasgos progresistas. Perfectamente en este bloque se pueden agrupar tanto los discriminados sexuales, “ciclistas furiosos” y desencantados de las políticas de izquierda y de la Concertación. Es una izquierda light, sectores intelectuales y sectores que desean protagonismos políticos individuales. Partieron diciendo que el objetivo “era impedir que saliera Piñera”, así se puede colegir que en la segunda vuelta votarán por Frei.
Polo progresista de izquierda
Es un sector “enemistado” con el Junto Podemos y la concertación. Lo conforman el MAS, Fuerza Social y Generación 80. Es una alternativa que no acepta a Arrate como candidato de la izquierda y prefieren llevar su propia opción presidencial. En la segunda vuelta votarán por Frei.
"Los amigos del pueblo"
El otro sector son los “amigos del pueblo”. Son cientos de grupos, colectivos, organizaciones políticas e híbridos entre organización social y política, son los marginales del sistema. Su discurso está lleno de términos como “poder popular”, de “lucha popular”, “pueblo pobre”, “campo popular”, “clase trabajadora”, etc. Usan preferentemente teorías sociológicas y de todo tipo de corrientes espontaneistas. Principalmente asumen como plataforma de lucha las reivindicaciones sociales y económicas de nuestro pueblo pero sin ser capaces de hacer planteamientos políticos más profundos.
Base social de la izquierda
El 83% de la fuerza laboral está ligada a las MIPYMES, o sea que la mayoría de nuestra población su entorno de trabajo y fuente de ingresos dependen de la micro, pequeña y mediana empresa. Es difícil cuantificar los asalariados y los empresarios pero en general su forma de pensar no varía mucho en este sector productivo, es una mentalidad ligada a la pequeña propiedad sobre medios de producción.
Esta es la conformación de nuestro pueblo en su mayoría y su pensamiento es tan disperso como es su trabajo. Incluso la mayoría percibe menos que un obrero de planta de una gran empresa. La precariedad laboral, la falta de previsión, la inestabilidad económica e incluso la opresión de los sectores dominantes son mayores en estos sectores que en el de la clase obrera. Pero su conciencia, sus deseos, no traspasan el marco capitalista, no se plantean el socialismo como alternativa real.
Buena parte de la clase obrera sindicalizada está aburguesada, es una clase obrera aristocratizada muy acomodada en el modo de producción neoliberal. Conforman entre el 11% y 15% de la fuerza laboral. No es de extrañar que sus dirigentes en la mayoría sean de la concertación. Lo positivo de esta crisis es que este sector va a perder sus privilegios retomando su rol histórico como clase obrera de vanguardia en la lucha por el socialismo.
Conclusiones
En esta situación, por muy maduros que pudieran estar los factores objetivos para la revolución y para pasar a un sistema socialista, no se puede plantear como objetivo inmediato por no haber una fuerza social ni política con la voluntad y la conciencia de luchar por ella. La confrontación política principal está entre el gran capital versus el de las MIPYMES y todo el sector relacionado. Por el otro lado el gran capital está pasando por una crisis sin precedentes pero su tratamiento va ser el mismo de siempre: oprimir y aprovecharse no solo de los trabajadores asalariados sino también de los pequeños empresarios.
Cuando más debe estar unida la izquierda es cuando ocurre todo lo contrario.
Independientemente de cómo se dé la crisis, es imprescindible luchar por transformaciones de fondo que permitan salir de la dependencia tanto política como económica del imperialismo.
Algunas medidas básicas
De partida hay que pasar al control del Estado, la propiedad social, todas las grandes empresas y transnacionales así como todas las que tengan un carácter vital y estratégico para el país. Se debe renacionalizar la gran minería. La salud, la educación, aguas, energéticos y las comunicaciones deben estar bajo control total del Estado.
Nacionalizar todos los bancos, cerrar la bolsa de comercio y terminar con todo tipo de especulación financiera. Prestar el máximo apoyo tanto financiero como tecnológico a la pequeña y mediana empresa que son los verdaderos sectores productivos del país cuyo 98% del producto es de consumo interno. El Estado debe controlar todas las grandes cadenas alimentarias que asfixian a los productores del campo y someten al hambre a los sectores pobres de la ciudad elevando abusivamente los precios.
El sistema administrativo no es representativo de la mayoría del país y necesita transformaciones profundas partiendo por poder político. Están las condiciones para ir generando un sistema estamental que permita elegir de forma verdaderamente democrática a dirigentes políticos a todo nivel nacional.
A través de diferentes niveles ir generando Asambleas Populares partiendo de los barrios pasando a las comunas, provinciales, regionales hasta un parlamento unicameral (Asamblea Nacional) que se encargue de elegir al poder ejecutivo y su presidente, o sea construir una democracia participativa democrática y popular.
Es de importancia vital hacer profundos cambios en las FFAA y Carabineros. Primero, la Doctrina de Seguridad Nacional debe estar enmarcada dentro las políticas de integración regional. Hacer una profunda limpieza de toda la oficialidad y funcionarios vinculados a las violaciones de los derechos humanos y al golpe militar. Establecer una estructura de mandos FF.AA. y de Orden generadas a partir de las Asambleas Populares; reestructurarlas en función de la nueva doctrina.
El cambio de la Constitución debe ser una consecuencia de estas transformaciones más que una bandera de lucha.
En las condiciones de este sistema, de esta época, cualquier propuesta enmarcada a hacer transformaciones en función de los intereses de la mayoría de la nación, puede revelar una preocupación por el desastre a que está arrastrando la crisis y por la necesidad de cambios, pero dentro de esta constitución deviene una fantasía, un oportunismo y una demagogia.
En www.portalrodriguista.org