Ópticas. – HACIA LA INDEPENDENCIA – ¿O HACIA UNA NUEVA HEGEMONÍA REGIONAL?

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Como apuntan varias agencias de prensa, esa declaración común tiene lugar unas semanas después de que se desatara la crisis diplomática entre Ecuador y Colombia, luego del asesinato del comandante de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), Raúl Reyes, y de otras 24 personas, y de la violación de la soberanía ecuatoriana, por parte del ejército colombiano.

La agencia Reuter señala que, según Correa, «la nueva OEA» (Organización de Estados Americanos) debería contar con un consejo de defensa para la solución de ese tipo de conflictos, excluir países que no tienen que ver con la región –en referencia a Estados Unidos y Canadá– e incluir a otros que ahora están marginados, como es el caso de Cuba.

En un mensaje conjunto con el presidente Calderón, Correa expresó que se trata de una «…organización de estados latinoamericanos que no se preste a tutelajes… y que incluya a países latinoamericanos que absurdamente han sido excluidos de los foros internacionales».

El presidente mexicano, Felipe Calderón, por su parte, apunto que «Hemos coincidido…en la idea de impulsar a los pueblos hermanos que integramos América Latina hacia una organización formal… Coincidimos en el propósito de impulsar una mayor integración, mayor unidad entre todos los pueblos latinoamericanos sin distinción».

Que el presidente ecuatoriano haya hecho esas declaraciones es absolutamente lógico, pues él ha sido uno de los máximos impulsores del proceso de integración latinoamericana, de la independencia, junto a los mandatarios de Venezuela, Brasil y Bolivia.

Las que si no coinciden en lo absoluto con su postura neoliberal y pronorteamericana, son las declaraciones del presidente mexicano, que ha honrado el Tratado de Libre Comercio que le dejaron sus antecesores, y ahora pretende privatizar Petróleos Mexicanos S.A., algo prohibido por la Constitución de su país.

Tal vez Felipe Calderón piense que solo se trata de un nuevo amago de independencia con respecto a Estados Unidos, sin mayores consecuencias, y que apoyarlo no significa ningún compromiso. Tal vez, no. Es conocido que el nuevo gobierno mexicano trata de acercarse al resto de América Latina, de romper el aislamiento en que lo sumió la política entreguista de Vicente Fox.

Lo cierto es que detrás de la idea de crear una Organización de Estados Latinoamericanos y un Consejo de Defensa Regional, sin la participación de Estados Unidos, hay varios países de los más importantes en el área. México pertenece a esa categoría, pero no es parte de los promotores.

La idea, es bueno recordarlo, no es nueva. En otras ocasiones ha sido propuesta por algún que otro mandatario, sin que haya recibido el apoyo de otros gobiernos. Ahora, en este instante, tiene mayores posibilidades de convertirse en realidad, debido a la correlación de fuerzas que existe en América Latina y a la debilidad circunstancial o definitiva de Estados Unidos.

Después de la Cumbre del Grupo de Río, celebrada a comienzos de marzo del presente año en República Dominicana, la idea volvió a tomar fuerza. Con anterioridad, a finales de febrero, el gobierno brasileño había anunciado su intención de crear «una unión militar sudamericana», que cuenta ya con el apoyo de Argentina, Bolivia, Chile, Ecuador, Paraguay, Uruguay y Venezuela, sin la participación de Estados Unidos, desde luego.

De otra parte, la Cumbre del Grupo de Río demostró que esa entidad está mejor preparada que la OEA para resolver en paz los conflictos que puedan surgir entre naciones de la región, como fue el caso del diferendo entre Ecuador y Colombia, tras la violación de la soberanía del primero por parte del segundo.

La Cumbre de Santo Domingo logró impedir una confrontación mayor entre Ecuador, Venezuela y Colombia, al tiempo que ratificó el principio de la inviolabilidad de las fronteras, de la soberanía nacional, en contraposición a los de Estados Unidos, que aspiraba a convertir a Colombia en el Israel de América Latina.

Con posterioridad, en la reunión de la OEA, celebrada a finales de marzo, esta no tuvo otra alternativa que aceptar lo acordado en la Cumbre del Grupo de Río, a pesar de la aposición del gobierno de Estados Unidos y de Colombia y, es bueno no olvidarlo, de los rejuegos de la representación mexicana.

Y si como resultado de la política norteamericana la OEA resultó inoperante, ¿por qué no crear una organización de estados latinoamericanos sin la participación de Estados Unidos y Canadá? Los cimientos para ella ya están construidos: es precisamente el Grupo de Río.

Un elemento a favor de la creación de una Organización de Estados Latinoamericanos (OEL) y de un Consejo de Defensa Latinoamericano (CDL), es la existencia de varios gobiernos revolucionarios (Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua), nacionalistas (Brasil, Argentina, Uruguay) que, cada uno a su modo, se han opuesto a la política hegemónica de Estados Unidos.

Otro elemento favorable es la relativa debilidad de Estados Unidos, sumido en una fuerte recesión económica, empantanado en Iraq y Afganistán y con el gobierno de George W. Bush en sus más bajos índices de apoyo y aceptación popular.

En un artículo publicado en Rebelión, bajo el título «La Hegemonía Cuestionada», el periodista Fernando López D’Alessandro, expone que:

«El 21 de marzo el diario La Jornada de México informaba que la entrevista entre el Ministro de Defensa brasileño Nelson Jobim y el Secretario de Defensa norteamericano Robert Gates terminó de una forma histórica. Jobim informó a Gates sobre la iniciativa de defensa sudamericana y cuando el Secretario de Estado le preguntó ¿qué podemos hacer nosotros?, Jobim respondió: «manténganse al margen. Es algo que está haciendo Sudamérica». Y para peor, en una breve conferencia de prensa precisó: «dejé muy claro que la iniciativa es nuestra» y que el objetivo fundamental es que América del Sur tenga un foro «para poder hablar fuerte», pues «el continente precisa pensar en grande».

Impensable pocos años atrás.

Y agrega que luego Lula dio, quizás, la bofetada simbólica más grande a la Casa Blanca:

«El 27 de marzo Bush estaba muy enojado con Lula, según lo supo el presidente brasileño por boca del Primer Ministro británico, Gordon Brown. No era para menos, un día antes Lula y Bush habían conversado telefónicamente sobre la crisis de las hipotecas de alto riesgo y el brasileño, según sus propias palabras, paternalmente advirtió: «Yo le dije a Bush: el problema es el siguiente hijo mío, nosotros estuvimos 26 años sin crecer. ¿Ahora vienes a estorbarnos? Resuelve tu crisis».

Es difícil pensar hasta hace poco que algún mandatario latinoamericano, salvo los casos conocidos, se atrevieran a tratar así al presidente de Estados Unidos, aunque sea un tonto. Para Fernando López D’Alessandro, ello es señal de que las cosas «están cambiando más rápido de lo que esperamos».

Es posible que tenga razón. Como les decía anteriormente, se dan un conjunto de factores que permiten que los cambios se aceleren. Sin embargo, pienso que todavía es muy prematuro para cantar victoria. La ofensiva del imperio y de las oligarquías latinoamericanas es fuerte y puede crear serios problemas en varios países de América Latina. Además, todavía tiene varios gobiernos que son aliados incondicionales.

Por ejemplo, algunos señalan, y no sin razón, la posibilidad de una guerra civil en Bolivia, en caso de que el Departamento de Santa Cruz declare su autonomía –con el apoyo de la Casa Blanca–, con respecto al resto del país el próximo mes de mayo. De hecho, los separatistas santacruceños la están anunciando. La situación sería todavía más grave en caso de que recibiera el apoyo del resto de los departamentos de la llamada Media Luna (Pando, Tarija y Beni).

En Ecuador y Venezuela no es posible descartar nuevas acciones de la oligarquía, con el apoyo de la Casa Blanca. La reciente huelga de agricultores en Argentina, promovida por la oligarquía agroexportadora es una operación clásica para crear problemas al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, cuya política nacionalista no es del agrado del gobierno norteamericano.

Brasil parece ser el único gobierno que tiene cordiales relaciones con todas las clases sociales del país, salvo con los campesinos sin tierra y los trabajadores, los mismos cuyo voto permitió a Lula ganar las elecciones.

La oligarquía está de plácemes con la producción de agrocombustibles, la industria recibirá una inversión colosal de 147 mil millones de dólares, se ha expandido el comercio. El pasado año, Brasil exportó más de 137 mil millones de dólares. El crecimiento del producto interno bruto fue del 5%. Por si fuera poco, PETROBRAS ha encontrado grandes yacimientos de petróleo.

Brasil es la décima potencia económica mundial y una de las cuatro naciones emergentes con más posibilidades de ocupar un lugar hegemónico en el contexto político mundial, junto a Rusia, India y China. Los economistas y politólogos utilizan el acrónimo BRIC para nombrarlas.

Según ellos, son estas naciones las llamadas a regir los destinos del planeta antes de que termine el siglo XXI. Sería una hegemonía policéntrica, es decir, con cuatro polos de poder mundial. A Brasil le tocaría, desde luego, América Latina, en competencia con Estados Unidos y Canadá. Si nos guiamos por las palabras del ministro de Defensa y del propio Lula, cabría pensar que esa competencia ha comenzado ya.

Si algo hay que tener en cuenta al analizar cualquier aspecto de la política brasileña, es que ese país tiene la burguesía más poderosa de América Latina y, además, la más nacionalista. Y aspira, como han expresado sus propios miembros, a ocupar un lugar preponderante en la arena internacional. Recursos tienen, capacidad también.

Solo les recuerdo estos antecedentes, porque Brasil con su política latinoamericanista podría estar creando las condiciones para su futura hegemonía en la región. Una Organización de Estados Latinoamericanos y un Consejo de Defensa Latinoamericano serían las bases para acabar o por lo menos disminuir la dominación norteamericana, pero podrían ser los preparativos de otra. No digo que sea. Lo único que hago es pensar mientras escribo.

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* Periodista.
En http://progreso-semanal.com.

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