Ópticas. – LA TRANSICIÓN REVOLUCIONARIA POST CASTRO DE CUBA

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Los preceptos ideológicos irreflexivos, a menudo dogmáticos, han dejado a muchos partidarios de la revolución cubana fuera de contacto con el diagnóstico que la propia revolución ha hecho de sus males y sus soluciones.

Debates generalizados y recomendaciones francas han surgido dentro del gobierno y sociedad cubanos durante el último año, desde que el sucesor temporal de Fidel en aquel momento y ahora presidente recién electo de Cuba, Raúl Castro, hizo un llamado a la reflexión crítica y a las recomendaciones para mejorar la calidad del gobierno y la calidad de vida en la no tan vibrante revolución cubana.

Los cambios entre los representantes políticos, elegidos por las comunidades locales, críticas abiertas verbales y escritas acerca de errores pasados en el gobierno, dependencia excesiva en la experiencia comunista soviética, e incluso aspectos críticos del tan elogiado sistema de salud se encuentran fácilmente entre las más de 60 revistas en línea, publicaciones paraestatales y discursos oficiales de altos funcionarios del gobierno y del Partido Comunista dentro de Cuba.

Nuevo ambiente

Poco después de tomar posesión de su cargo como presidente en funciones, Raúl Castro dijo a un grupo de estudiantes que debían hablar «sin temor». Y a sus colegas en el gobierno aseguró: «la persona que desempeño el papel de director necesita saber escuchar y crear la atmósfera para que la gente pueda expresarse con total libertad».

Cómo desatar los beneficios de la revolución y cómo dar a los muy educados cubanos mayores oportunidades es una pregunta recurrente en todo este nuevo período de debate y de recomendaciones de políticas.

Los cubanos más jóvenes, incluyendo a miembros del Partido Comunista, abogan ávidamente por una modernización de la revolución. Es más, en el discurso entre ciudadanos y funcionarios políticos se escuchan términos como «democracia participativa» y críticas públicas a la falta de oportunidades para la ciudadanía bien educada con el fin de mejorar su vida y desarrollar los principios y objetivos de la revolución.

Para sorpresa de muchos, y quizás para descontento de los anticastristas cubano-americanos de línea dura y de muchos de los republicanos y demócratas de las corrientes dominantes, los cubanos –sí, los cubanos dentro de Cuba– han empleado recientemente la palabra «transición» para marcar la profundidad y alcance de su deseo e intención de renovar su experimento socialista, que muchos allí describen abiertamente como anticuado, con necesidades y posibilidades contemporáneas.

Fidel reverenciado

Por supuesto que hay cubanos que desaprueban la revolución. Pero a toda vista son un porcentaje muy pequeño de la población y no debieran ser confundidos con esos ciudadanos que desaprueban la manera en que la revolución ha sido manejada y sus deficiencias, pero no sus objetivos.

Entonces, ¿adónde lleva o debe llevar esta transición cubana al público y al gobierno de EEUU? Primero, debemos enfrentar la realidad y aceptar el hecho de que a pesar del disgusto y hasta del odio que algunos norteamericanos sienten por Fidel Castro, él es muy aplaudido e incluso idealizado en Cuba y en muchos sectores del mundo. Es reverenciado no solo en Latinoamérica y el Caribe por los objetivos humanistas y logros sociales alcanzados bajo su liderazgo de casi medio siglo como Comandante en Jefe de la Revolución cubana. El pueblo cubano ha demostrado ante las persistentes amenazas ideológicas, militares y terroristas provenientes de Estados Unidos que solo ellos y ninguna otra entidad determinará el destino de su país y su democracia.

Así que para todos esos que profesan tan profunda preocupación por el pueblo cubano, ahora es otro momento de la historia para dar honestamente un paso adelante y tratar con los cubanos y su gobierno en los términos que ellos negocian dentro de su propio país. Hacer otra cosa sería permanecer empantanado en una política belicosa, antidemocrática e imperial contra el gobierno cubano y objetivamente contra el pueblo cubano, una política cada vez más rechazada en todo el hemisferio y el mundo.

Oportunidad para relaciones Cuba-EEUU

Las naciones de Latinoamérica y el Caribe han adoptado una clara posición para relacionarse con Cuba y rechazar las agresivas posturas y políticas de Estados Unidos. España está trabajando estrechamente con el gobierno cubano y las Naciones Unidas en asuntos de derechos humanos, y el gobierno cubano está respondiendo al enfoque mutuamente respetuoso. Al hacerse eco de declaraciones públicas repetidas por Raúl Castro, Josefina Vidal, directora de asuntos de Norteamérica en el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, dice: «Cuba está lista y dispuesta a sentarse a cualquier mesa con el gobierno de Estados Unidos para discutir cualquier diferencia que tengamos, sin condiciones previas.»

¿Podrán Barack Obama, Hillary Clinton o John McCain hacer una transición en la política norteamericana y unirse al resto del mundo en un debate colegiado y en un compromiso con el pueblo y gobierno cubanos? Nosotros, el pueblo de Estados Unidos, necesitamos aprovechar este momento de cambio e insistir en que nuestro gobierno se una a la amplia marea hemisférica hacia una nueva era de relaciones con Cuba.

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* Director de Política de Herencia Cultural en la Institución Smithsoniana y colaborador de Foreign Policy In Focus, miembro del consejo de administración del Instituto para Estudios de Política, y también de la junta del proyecto Intercambio Cultural EEUU-Cuba..

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