Oriente Medio: la jihad incontenible

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Y atacaron en Qatar. En la bonita, amigable y liberal Doha, con su enorme base estadunidense y su punzante y elocuente canal de televisión Al Jazira, sus modernas tiendas y complejos residenciales para expatriados y sus hoteles de lujo. Desde que Al Qaeda llamó a sus simpatizantes a dar golpes en todos los reinos árabes del Golfo, los príncipes y emires han estado a la espera de saber quién será el primero. El ataque suicida del sábado, y el asesinato de un británico, les dieron la respuesta.

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Los primeros indicios apuntaban a que el atacante era un egipcio llamado Omar Ahmed Abdullah Alí, porque fue su coche el que explotó frente al Teatro de Actores de Doha, en el suburbio de Farek Kelab. En cualquier caso, ya no quedó duda de la seriedad de la advertencia original: «A los hermanos de Qatar, Bahrein, Omán, los Emiratos y a todos los leones de la jihad en los países vecinos de Irak, todos nosotros tenemos que atacar lo que esté a la mano en estos países de soldados, vehículos y bases aéreas de los cruzados, y de petróleo que se les entrega».

La grabación de audio fue hecha por Saleh al-Aufi, seguidor saudita de Osama Bin Laden a quien se acredita estar a la cabeza de las operaciones de Al Qaeda en el Golfo.

La principal base aérea de Estados Unidos se encuentra en Qatar. Bahrein alberga a la flota del país occidental en Dubai. En el emirato de Dubai se encuentran con regularidad navíos de guerra estadunidenses y británicos. Omán ha sido durante mucho tiempo aliado de Washington y Londres. Y todos alojan poblaciones sustanciales de expatriados.

Se decía que en Dubai era difícil encontrar un ciudadano de los Emiratos, debido a la gran cantidad de británicos, franceses, rusos, srilanqueses, paquistaníes e indios. En los viejos tiempos uno podía llamar al Ministerio de la Defensa de Omán y contestaba el teléfono una dama británica de Godalming.

Así pues, parece que la insurgencia iraquí se dispone a actuar en todos esos lugares «seguros». La última vez que Qatar atestiguó un hecho de violencia fue cuando un coche bomba mató al antiguo líder rebelde checheno Zelimkhan Yandarbiyev, asesinato por el cual dos argentes rusos languidecen hoy en la cárcel. Pero el bombazo del fin de semana pasado iba dirigido a un blanco específicamente occidental, aunque un teatro difícilmente califica como base aérea.

Tan seguro se consideraba a Qatar, que Washington tuvo prisionero allí a Saddam Hussein. De hecho su primera esposa, Sajida, y sus hijos viven en el emirato por invitación privada del jeque Mohamed bin Khalifa al-Thani.

El Ministerio del Interior qatarí sostuvo que el egipcio era el único responsable de la explosión, lo cual parece muy poco probable. Equipar un coche bomba es una operación muy compleja, y quienes preparan los vehículos son demasiado valiosos para sus organizaciones como para ser sacrificados en un ataque.

El jeque Mohamed recibió la usual andanada de llamadas telefónicas de sus contrapartes en Kuwait, Bahrein y los Emiratos. En comparación con los recientes ataques en Arabia Saudita y Kuwait, el del sábado fue en pequeña escala.

fotoLa población de Qatar se ha mostrado durante mucho tiempo amigable hacia los extranjeros, pese a que éstos son cada vez más militares. Existe también una gran base de la CIA en el emirato, y miembros de las fuerzas especiales estadunidenses viven en complejos resguardados en zonas residenciales de Doha.

Con todo, es probable que el verdadero propósito del bombazo haya sido económico. Los asaltos de Al Qaeda en Arabia Saudita y Kuwait casi de seguro intentan elevar el precio del petróleo. Qatar exporta gas. Las exportaciones petroleras iraquíes han sido interrumpidas por cientos de ataques insurgentes a los oleoductos.

La idea de que el «cambio de régimen» atraería nueva estabilidad a los países del Golfo -otra de las excusas del presidente George Bush para la invasión de 2003- ahora parece un mito.

Es probable que en la mente del atacante haya estado el segundo aniversario de la invasión, que se cumple esta semana. Cierto, coincidió con hechos de violencia rebelde en Irak, entre ellos un ataque suicida en Mosul, la muerte de otro soldado estadunidense cerca de Tikrit y una bomba sembrada en el camino en las cercanías de Basora.

La crisis en Líbano provocada por el asesinato del ex primer ministro Rafiq Hariri ha alejado la atención de Irak, pese a que la insurgencia crece en fuerza.

La realidad es que la invasión de Irak ahora reverbera en todo Medio Oriente. Hariri era el principal proponente de una retirada militar siria, que Washington apoya, sobre todo porque mantiene sobre Damasco la acusación de ayudar a insurgentes iraquíes. Incluso funcionarios libaneses han sostenido en privado que la amistad de Hariri con el primer ministro interino iraquí, Iyad Allawi –medio libanés él mismo–, precipitó su muerte, insinuación que ni los estadunidenses ni la ONU toman en serio.

Ahora las pequeñas naciones árabes del Golfo esperan el próximo asalto, y ninguna cantidad de expatriados y soldados extranjeros podrá protegerlas de Al Qaeda.

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* Periodista británico. Artículo publicado originalmente en The Independent.
Traducido por Jorge Anaya para el diario mexicano
La Jornada.

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