Otra de Bush, el pequeño: – POR SEGURIDAD LOS VECINOS DEBEN SER ESTABLES

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

El presidente George W. Bush reafirmó su doctrina de «guerra preventiva» el derecho de intervención armada unilateral- contra cualquier fuerza terrorista o de Estado considerado hostil y con capacidad de emplear armas de destrucción masiva, e identificó a Irán en particular como el país que representa el mayor desafío actual a Washington.

El gobierno de Bush, al ofrecer su visión estratégica mundial en el documento Estrategia de seguridad nacional de Estados Unidos, también señaló que en el hemisferio occidental «no se puede permitir que la atracción ilusoria del populismo antimercado libre erosione las libertades políticas y que atrape a los más pobres del hemisferio en ciclos de pobreza. Si los vecinos más cercanos de Estados Unidos no son seguros y estables, entonces los estadunidenses estarán menos seguros».

Sobre México, el documento señala: «nuestra estrategia para el hemisferio empieza con profundizar nuestras relaciones claves con Canadá y México, con base en valores compartidos y políticas cooperativas que pueden ser extendidas por todo el hemisferio. Tenemos que trabajar con nuestros vecinos en el hemisferio para reducir la inmigración ilegal y promover una oportunidad económica más amplia para las poblaciones marginadas».

En la sección dedicada a desafíos y conflictos regionales, el documento identifica a varios países latinoamericanos y ofrece un breve diagnóstico del problema. Sobre Venezuela afirma: «un demagogo inundado de dinero petrolero está minando la democracia y buscando desestabilizar la región». De Cuba: «un dictador antiestadunidense continúa oprimiendo a su pueblo y busca subvertir la libertad en la región». Sobre Colombia: «un aliado democrático está combatiendo los persistentes asaltos de terroristas marxistas y narcotraficantes».

Ni un paso atrás

En lo que es parte de una serie de presentaciones y actos presidenciales esta semana (pasada) para intentar recuperar la credibilidad y apoyo público de Bush y su política bélica –ante los niveles de aprobación más bajos en sus cincos años en la Casa Blanca y frente a la percepción cada vez más amplia de que la guerra en Iraq es un desastre– el asesor de Seguridad Nacional Stephen Hadley presentó hoy públicamente la nueva Estrategia de seguridad nacional. Este documento oficial, cuya elaboración del Ejecutivo es obligada bajo la ley, expresa las prioridades estratégicas de Estados Unidos.

Lo sorprendente, para algunos, es precisamente que no hay nada sorprendente, ningún cambio notable en la «estrategia» presentada hoy; la cual no reconoce las críticas ya tan conocidas sobre la guerra de Iraq, más allá de la necesidad de mejorar la «inteligencia».

Además, vale señalar que este documento es presentado a sólo tres días del tercer aniversario de la guerra de Iraq, una guerra que según los estrategas de Bush duraría unas cuantas semanas. Sin embargo, esto no se menciona en ningún lugar.

Cuando Bush primero estableció las bases de su proyecto estratégico en 2002, con su muy controvertida doctrina de «guerra preventiva», representó un drástico giro en la postura estratégica oficial. La idea central es que frente al «nuevo» enemigo -el «terrorismo»- Estados Unidos asume el derecho de atacar antes de ser atacado. El ataque «preventivo» se considera una opción cuando la «inteligencia» indica la existencia de una posible amenaza de una fuerza o país con armas de destrucción masiva.

Pero el primer caso para probar esta estrategia en el mundo real –la invasión y ocupación de Iraq– comprobó que existe una grave falla en esta propuesta, según los críticos. El hecho de que no se hayan encontrado las famosas armas de destrucción masiva ahí demostró que la «inteligencia» no necesariamente es confiable para determinar qué o quiénes son una «amenaza» real a este país.
Además, en los últimos días muchos de los arquitectos intelectuales de esta doctrina y sus suposiciones la consideran ahora un fracaso, y hasta un error que ha generado aún más inseguridad.

Pero el documento presentado hoy por el presidente comprueba que las voces disidentes dentro y fuera de su círculo han sido ignoradas, ya que el nuevo documento es una reafirmación, sin disculpas, de lo que ahora se denomina la doctrina Bush, y subraya que la «estrategia», con la noción del ataque preventivo a su centro, es la misma que hace tres años.

La Estrategia de seguridad nacional señala que aunque la preferencia es buscar soluciones diplomáticas ante la amenaza de armas de destrucción masiva, «no obstante, si es necesario, bajo los principios de autodefensa, no excluimos el uso de la fuerza antes de que ocurra un ataque, aún si permanece la incertidumbre en torno a los tiempos y lugar de un ataque del enemigo. (…) Cuando las consecuencias de un ataque con armas de destrucción masiva son potencialmente tan devastadoras, no podemos permanecer quietos mientras se materializan peligros graves».

En el mensaje presidencial que presenta el documento, Bush reitera: «combatimos a nuestros enemigos en el exterior en lugar de esperar que ellos arriben en nuestro país. Buscamos darle forma al mundo, no sólo ser formado por él; para influir los eventos para el bien en lugar de estar a su merced».

¿El próximo Iraq?

El documento identifica a varios países como posibles amenazas, pero advierte que el próximo «enfrentamiento» es con Irán. «Podríamos enfrentar en Irán el desafío más grande de un solo país», dice. Además de acusar al gobierno de Teherán de violar el Tratado de no proliferación de armas nucleares, el documento sostiene: «el régimen iraní patrocina el terrorismo, amenaza a Israel, busca obstaculizar la paz en Oriente Medio; irrumpe en la democracia en Iraq y niega las aspiraciones de libertad de su pueblo.

«El asunto nuclear y nuestras otras preocupaciones pueden ser finalmente resueltas sólo si el régimen iraní toma la decisión estratégica de cambiar esas políticas, abre su sistema político y otorga libertad a su pueblo. Ese el es objetivo final de la política de Estados Unidos».

El gobierno de Bush advierte en este documento que los esfuerzos diplomáticos para detener el programa nuclear de Irán «tienen que tener éxito si es que la confrontación ha de ser evitada».

Pero hay otros países en la lista de regímenes «déspotas», incluyendo Cuba, Siria, Bielorrusia, Birmania, Zimbabwe y Corea del Norte. Además, el documento alerta que China también está jugando con políticas peligrosas tanto dentro como fuera del país, y en particular se queja de sus intentos de controlar mercados y de establecer preocupantes alianzas con países productores de petróleo.

Rusia también es advertida de que se está alejando de su proceso reformista y democratizador.

Varios instrumentos para promover la estrategia

La Estrategia de seguridad nacional reafirma la gran misión libertadora del país: «Es la política de Estados Unidos buscar y apoyar a los movimientos e instituciones democráticas en cada nación y cultura, con el objetivo final de acabar con la tiranía en nuestro mundo». A la vez afirma que «somos un país en guerra» y que aunque se ha logrado avanzar en esta «guerra contra el terror», ésta es una larga lucha.

La Estrategia de seguridad nacional también señala otras vertientes como claves para lograr sus objetivos, entre ellos promover el crecimiento económico por medio de «mercados libres» y «libre comercio» e instando a países a tomar «decisiones sabias» en torno a sus proyectos económicos. Pero aquí de nuevo se plantea el derecho de intervenir tanto en los procesos como en conflictos de otros países, todo en nombre de la libertad, la justicia y la democracia.

Afirmando que Estados Unidos apoyará a los promotores de la libertad en todo país, «las tácticas» para hacerlos serán variadas: «en algunos casos daremos pasos verbales y visibles a nombre de un cambio inmediato. En otros, prestaremos un apoyo silencioso para sentar las bases en busca de reformas a futuro». Subraya que «en la causa de terminar con la tiranía y promover la democracia efectiva, emplearemos toda la gama de herramientas políticas, económicas, diplomáticas y otras a nuestra disposición».

Entre ellas: la denuncia de abusos de derechos humanos, el apoyo explícito a reformadores democráticos en «naciones represivas» al realizar reuniones de alto perfil con ellos en la Casa Blanca, el empleo de la asistencia exterior para el desarrollo de «elecciones libres e imparciales y el respeto a los derechos humanos y libertades fundamentales, promover el control civil de las fuerzas armadas, la aplicación de sanciones a gobiernos represivos, trabajar con ONG y otras voces de la «sociedad civil», entre otras.

Como parte de este esfuerzo estratégico, el documento identifica como instrumentos promover «la inversión extranjera directa en, y asistencia exterior a, países donde hay un compromiso con el imperio de ley (…) Concluir acuerdos de libre comercio que instan a países a mejorar su imperio de ley, su lucha contra la corrupción» y mayor transparencia democrática.

El documento afirma que la promoción del libre comercio y libre mercado son piedras angulares de la política exterior estadunidense, ya que la «libertad económica» es inseparable, al fin, de la «libertad política». Afirma que «la historia ha juzgado a la economía de mercado como el sistema económico más efectivo en el mayor antídoto a la pobreza».

Por otro lado, el documento reconoce que aunque la diversidad de problemas que enfrenta el mundo –epidemias, proliferación de armas de destrucción masiva, desastres naturales, sida y más– requieren de esfuerzos multinacionales, recuerda que «la historia ha demostrado que sólo cuando hacemos nuestra parte, otros harán la suya. Estados Unidos continuará como líder».

El documento oficial aludido se puede consultar en: www.whitehouse.gov/nsc/nss/2006.

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* Periodista canadiense editor de The Weekly Standard, editor colaborador de Newsweek, La Jornada de México y otros medios.
Este artículo se publicó en castellano en el último periódico de los nombrados el 17 de marzo de 2006.

Addenda

fotoEn analista internacional peruano con sede en Londres Isaac Bigio* escribió una interesante glosa sobre la formulación de la estrategia de seguridad del presidente Bush para su país.

En el convencimiento de que complementa y entrega otros antecedentes, consideramos prudente reproducirla.

SUPERTIRANOS

Bush ha designado a siete como las peores tiranías a las cuales él quiere descabezar: Irán, Siria, Bielorrusia, Birmania, Cuba, Corea del Norte y Zimbabwe.

Todas ellas tienen en común ser regímenes que chocan con EEUU. Sin embargo, Wáshington no ha puesto en su lista negra a los dos países más poblados gobernados por un “partido único comunista” (China y Vietnam), pues ambos –a diferencia de Cuba y Nor-Corea– vienen abriendo su economía hacia capitales norteamericanos.

En Africa, Mugabe tiene pocas violaciones a los derechos humanos en comparación a los presidentes de Congo, Uganda, Ruanda o Sudán, quienes han masacrado a decenas o cientos de miles de personas.

Entre los regímenes más brutales que provienen de la Unión Soviética no es el de Bielorrusia el peor, sino los de Rusia –Putin ha asesinado decenas de miles de chechenos y ha arrasado su capital Grozny– y, sobre todo, los de varias repúblicas centro-asiáticas, en especial Turkmenistán, en el cual el jefe de Estado tortura o asesina a quien no se le humilla y está presente en las monedas y en el himno patrio.

EEUU acepta las tiranías del Asia Central y las de los golfos de Guinea y Arábigo debido a que éstas le proveen buenos contratos a las petroleras norteamericanas. Esto, pese a que en ellas nadie puede contradecir al déspota que se enriquece del oro negro o que algunos de estos Estados priven de los derechos más elementales a las mujeres o a los cristianos.

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* Más inormación puede encontrarse en el portal del analista: www.bigio.org.
El hijo mayor de Isaac Bigio, José, se encuentra raptado en Lima y separado de su familia desde hace largos meses.

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