Palestina: La Tierra Santa es un infierno

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Las palabras de Martin Luther King son una acusación tanto como el mero constatar de un hecho. Tampoco serán fácil de olvidar las siguientes, que el 14 de mayo se pudieron leer en Eletronic Intifada: «En este mismo momento maquinaria pesada (bulldozers) del ejército israelí arrasan docenas de hogares en el campo de refugiados Rafah, como venganza por la muerte ded cinco soldados. El consejo de ministros de Israel autorizó al ejército para demoler cientos de casas palestinas en la localidad con el objeto de crear una «zona estéril» de cientos de metros de ancho».

Jeff Halper, el autor del artículo, arguye que «Israeel no tendrá paz ni seguridad, los palestinos no serán libres ni EEUU estará a salvo ni tendrá un lugar en el mundo hasta que termine la ocupación israelí (en Palestina)».

Rafah es una vieja ciudad en la frontera con Egipto y uno de los puntos por donde los combatientes palestinos consiguen pertrechos para enfrentar al invasor. Ya en enero pasado Radio Nederland informaba: «La última operación del Ejército israelí en la localidad palestina de Rafah, ha concluido con la destrucción de una treintena de viviendas, dejando a otras 400 personas sin hogar. (…) Desde el comienzo de la Intifada, hace tres años, en Rafah han muerto al menos 286 palestinos y unas 1.420 casas han sido demolidas».

Entonces Meir Margalit, del Comité Israelí contra la demolición de viviendas, decía: «La pregunta es si eso justifica el grado de destrozos que el Ejército de Israel está haciendo en la Franja de Gaza y en particular en la ciudad de Rafah. No hay ninguna proporción entre la cantidad de túneles que se han encontrado y la cantidad de casas que se han demolido. Han encontrado en los últimos meses cuatro o cinco túneles y fueron destrozadas por lo menos 200 viviendas».

Los hechos al comenzar la jornada

El relato de CNN: «Las diez personas que murieron en un ataque con misil de un helicóptero israelí en un campamento de refugiados en Gaza eran niños y adolescentes, y 36 de los cincuenta heridos que dejó la incursión se encuentran en estado crítico, dijo una fuente médica palestina a Associated Press.

«El helicóptero israelí atacó a una multitud que marchaba al vecindario de Tel Sultán en la ciudad de Rafah, dijeron fuentes médicas palestinas. Fuentes israelíes dijeron que sus fuerzas habían disparado un misil a una zona abierta para dispersar a la multitud. Las fuentes palestinas dijeron que el disparo fue hecho desde un helicóptero. Las imágenes de vídeo muestran un helicóptero Apache haciendo disparos mientras vuela sobre los manifestantes».

«Israel dice que su operativo tiene por objetivo frustrar lo que califica de contrabando de armas desde Egipto hacia Gaza por una red de túneles».

Testimonio personal

En Rebelión, periódico de información alternativa, puede leerse en la edición del 19 de mayo el artículo Gaza: un horror increíble de Ghada Aggel -tomado de Intifada Electronic– y traducido al castellano por Felisa Sastre.

Dice Aggel: «Desde el martes 11 de mayo, a miles de personas se les niega el mero derecho de volver a sus casas; entre ellas hay bebés, niños, estudiantes, trabajadores, mujeres y hombres de todas las edades. No hay ley en el mundo que impida a alguien volver a su casa, pero es lo que está ocurriendo».
(…)
«Decenas de miles de estudiantes y empleados se desplazan desde el sur de la franja (Jan Yunis y Rafah) a la ciudad de Gaza para realizar sus estudios universitarios, trabajar, y para cubrir otras necesidades imperiosas. Todos ellos han quedado atrapados desde que Israel cerró los pasos fronterizos establecidos en la franja, que la dividen en tres zonas aisladas unas de otras.

«Mi madre era una de esas personas (…) Para llegar al campo de refugiados de Jan Yunis, tenía que cruzar dos controles: el primero, al lado de la colonia de Netzarim, donde los tanques estaban apostados en dos enormes dunas, cerrando el acceso a la carretera de la costa e impidiendo el paso a cualquiera que intentara cruzar. El segundo se encuentra entre Jan Yunis y Deir Al-Baleh: es el paso de Abu Holi (denominado así en memoria del nombre familiar del propietario de la tierra, y para recordar la tierra confiscada a esa familia por Israel que fue arrasada para establecer el control fronterizo).
(…)

«Convinimos en que tomara un taxi desde Sabra a la zona norte de Netzarim donde yo me encontraría con ella (…) Caminé media hora para encontrarme con ella. Muchos niños y estudiantes hicieron la misma caminata, mientras el ejército disparaba en varias ocasiones por encima de nuestras cabezas.

«Mi familia sabía que me gustaba correr como si fuera una niña, pero ahora lo hacía porque mi vida podía depender de ello. Sin embargo, correr en la arena de la playa de Gaza era extremadamente dificultoso. Algunos, con el miedo y la prisa perdían los zapatos mientras corrían pero continuaban descalzos, otros llevaban los zapatos en las manos para correr. (…) Cuando me reuní con mi madre (…) vimos los carros de burros que venían para trasladar a la gente. Pagamos cuatro shekels (moneda israelí) y nos subimos al carro. El dueño del carro nos pidió que nos colocáramos con cuidado en los bordes, y si se nos disparaba que nos tumbáramos en el suelo, porque habría que acelerar el paso.
(…)
«El guía de 14 años vio mis lágrimas y me animó: «al menos -dijo- no estás en Zeitun donde se está masacrando a la gente, tienes una oportunidad de sobrevivir». Sólo faltaban otros dos minutos, afirmó, para que llegáramos. Y, al fin y al cabo, si ocurría algo, allí había un periodista para tomar fotos.
(…)
«A pesar de todas las dificultades conseguimos cruzar. (…) Mientras oíamos la radio, escuchamos que las Fuerzas Armadas Israelíes habían abierto Abu Holi. Rápidamente Nasser, mi marido, agarró a nuestros dos hijos y corrimos hacia el coche; yo ayudé a mi madre que iba más despacio. (…) Esperamos durante cuatro horas antes de regresar a casa. Mi madre se sentía defraudada. (…) El jueves a las 8 de la mañana la llevé de nuevo al control. Hacía mucho calor y miles de personas estaban allí esperando.
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«La gente llamaba a la Cruz Roja, a la UNRWA (Agencia de la ONU para los refugiados), a la oficina del representante de Egipto y a la Media Luna Roja para pedirles que intentaran entrar en contacto con los israelíes y les presionaran para que abrieran el control. Entonces, al mediodía, dos hombres de edad madura se acercaron a los soldados israelíes, se quitaron las camisas y con las manos en la cabeza, intentaron hablar con ellos.
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«El soldado prometió abrir si permanecíamos callados. Permanecimos callados durante seis horas con la esperanza de que abrirían. (…) De repente, los soldados comenzaron a disparar gases lacrimógenos y fuego real. Los tanques y los jeeps se dirigieron hacia nosotros. Saqué a mi madre del taxi, donde había estado sentada durante ocho horas, y empezamos a correr.
(…)
«Cinco personas resultaron heridas y unas 10 quedaron inconscientes por el gas. Se empezó a oír las sirenas de las ambulancias pero todavía no había podido localizar a Ghaida. El tiroteo continuaba todavía mientras el campo de trigo que había al lado del puesto de control ardía.
(…)
«Estuvimos sentados durante otras cuatro horas por mi madre. Los bulldozers y los tanques comenzaron a moverse otra vez. Trasladaban arena y empezaron a cerrar la carretera. Nosotros pensábamos que estaban limpiando o nivelando la zona pero estaban cerrando la carretera.La gente se puso a gritar a la vez: «Por favor, no cierren, déjennos pasar». No se produjo ninguna acción violenta por parte de los que esperaban, ni de palabra ni de hecho, pero ellos comenzaron a disparar de nuevo.
(…)

«No existe final para esta historia. Mañana esperaremos una vez más.»

No regrets

En la mañana del mismo día en que se produjeron las muertes en Rafah, el presidente Bush, de EEUU, no considera necesario decir nada al respecto. No hay nada de qué arrepentirse, expuso en la Casa Blanca.

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* Periodista y escritor

Fuentes:

www.verba-volant.net
electronicintifada.net
cnnenespanol.com
www.rnw.nl
www.rebelion.org
www.elmundo.e

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