Panamá: la universidad y la sociedad sin rumbo

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Miguel Antonio Bernal.*

El secuestro de la Universidad por los mercaderes del templo, que con sus actuaciones corroboran lo que es capaz la mediocridad en función de autoridad, pone de manifiesto que la tarea de constitucionalización de la sociedad panameña, sigue pendiente.
(Asunto que se hace desesperadamente común en otras regiones de Amérca).
.

Con el paso de los años y, de manera acelerada, la Universidad al igual que el Estado panameño, se aleja cada día más de lo que, actualmente, es un elemento del principio de esperanza y del principio de responsabilidad en un Estado constitucional y en una Universidad moderna: la perspectiva cosmopolita.

Ello se debe en gran medida al absoluto abandono, por parte de las tendencias hegemónicas que controlan la Universidad y de los factores reales de poder que, junto a las cúpulas de los partidos políticos gobernantes controlan el Estado, del estudio, aprendizaje y aplicación de la “teoría de la Constitución como ciencia cultural”.

El reformismo degenerado es un ejemplo, no solo de la táctica para impedir los cambios de fondo que se requieren, sino y sobre todo, el de poder mantener una Universidad moribunda y un Estado deformado. Eso sí, ambas instituciones altamente burocratizadas, que les pemite ser perfectamente catalogadas como “taradas”.

Ambas presentan como característica fundamental el desconocimiento de los derechos fundamentales, la intolerancia, los ataques cotidianos a la sociedad civil, el mantenimiento de privilegios tradicionales de ciertos grupos elitistas, el fortalecimiento de los intereses creados del “establishment”, el monopolio de las funciones públicas a través del clientelismo, reformas mecánicas no orgánicas y, de manera especial, una desenfrenada demagogia que menosprecia y desprecia los valores cívicos y éticos.

Se puede afirmar que no hay en la mente de los gobernantes, ni de Estado ni de la Universidad , el menor interés en una verdadera democratización y modernización. Que su política es la de cerrar todas las posibilidades de vigencia de los principios jurídico-constitucionales que debiesen imperar en nuestra formación social panameña.

Quienes han estado al frente del Gobierno y de la Universidad , durante todos estos últimos 15 años, han dejado claro que para ellos “la democracia no se funda en la idea de una voluntad popular única y verdadera, en el sentido de Rousseau”. ¡Muy por el contrario!

Se rasgan las vestiduras afirmando su identificación con los valores democráticos y el estado de Derecho, pero desprecian toda apertura hacia las alternativas democráticas, se niegan a someterse a la crítica mientras pisotean los derechos fundamentales, se niegan a rendir cuentas de sus acciones, se embeben de tecnoestructura y se acomodan para la reelección.

La tarea pendiente de constitucionalizar y democratizar, tanto al Estado como a la Universidad , hace obligatorio que, cada día más, exijamos a los que gobiernan que no pueden pretender sostener su autoridad con métodos no democráticos, como lo es el modificar la Ley o la Constitución en su favor.

* Catedrático universitario.
En www.panamaprofundo.org

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