Panamá: Los primeros cien días del presidente Martinelli

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Marco A. Gandásegui, h.*

Al cumplir 100 días en la Presidencia de la República, Ricardo Martinelli decidió reprimir a los indígenas naso que protestan en la Plaza Catedral de la ciudad de Panamá desde marzo de 2009. Las comunidades naso en la provincia de Bocas del Toro fueron desalojadas y destruidas por la Policía Nacional a principios de año (por el gobierno de Martín Torrijos), dejando familias y niños desamparados, para darle paso al ganado de un empresario residente en la capital.

Pocos días después de los arrestos en Catedral, la Policía Nacional reprimió a los estudiantes del Instituto Nacional. La Policía, incluso, procedió a dar lecciones de urbanidad a los padres de familia en medio de los golpes y ante las cámaras de televisión.
 
La ONU
 
La política de Martinelli es consistente con su campaña presidencial (iniciada en 2003) y con los primeros tres meses de su mandato. La semana anterior anunció en la Asamblea General de las Naciones Unidas que el país estaba abierto para hacer negocios (“Panama’s open for business”). Los 192 delegados de los Estados miembros quedaron atónitos por la sinceridad del dueño de supermercados panameños. El mundo también quedó sorprendido cuando anunció, poco después, que había acordado con el Departamento de Estado norteamericano la instalación de bases militares en las costas del Pacífico del istmo panameño.
 
Cambio y corrupción
 
El estilo de Martinelli coincide con sus objetivos, lamentablemente. Durante su campaña mediática presidencial adoptó como lema la palabra “cambio” que fue acogida por la población electoral de manera muy positiva. Los panameños están agotados por la violencia, corrupción y desorden producto de las políticas públicas equivocadas de los gobiernos que lo antecedieron. Durante los primeros 100 días como gobernante, sin embargo, Martinelli apretó el acelerador provocando más violencia, corrupción y desorden a nivel de la cosa pública.
 
Las cifras que arrojan las estadísticas sobre violencia siguen aumentando. La política pública de control del tráfico de ilícitos, de las pandillas y del juego del azar no se han alterado. Al contrario, el Ministerio de Gobierno y Justicia anunció que invertirá 100 millones de dólares para construir nuevas instalaciones penitenciarias donde detendrá la creciente población delictiva. Se siguen aplicando las mismas políticas (“mano dura”, “calles seguras” y otras) que no tienen relación alguna con la violencia y el crimen organizado.
 
Martinelli prometió poner fin a la corrupción y lo que ha hecho es seguir trabajando en la misma dirección. La “cinta costera” (a un costo absurdo de 190 millones de dólares), que fue denunciada por el candidato Martinelli, ahora es celebrada por el presidente Martinelli quien pidió otros 54 millones de dólares para extender la cinta hacia el “Casco Viejo” de la ciudad capital. Antes de cumplir los 100 días en Palacio, Martinelli aprobó gastos por 100 millones de dólares mediante “compras directas” sin pasar por las licitaciones que exige la ley. En el plano del nepotismo, nombró a familiares suyos y de sus colaboradores más allegados en embajadas y consulados, siguiendo las tradiciones más nefastas de los gobernantes panameños.
 
Empleo y economía
 
Sus promesas en torno a la solución de los problemas básicos como el empleo informal y la crisis de la familia panameña han quedado en letra muerta. En el Ministerio de Trabajo no hay preocupación alguna por enfrentar la situación creada por las políticas de los gobiernos anteriores. Martinelli insinuó ante los empresarios que se flexibilizará aún más la relación obrero patronal (creando más inestabilidad y reduciendo el salario de los trabajadores). Además, prometió reducir los impuestos de quienes más ganan y de distribuir los ingresos del Fisco (Canal de Panamá, Zona Libre de Colón, los puertos y otros) entre los inversionistas más ricos. Por cierto, los ingresos del Canal, de la zona franca y de los puertos están estancados desde 2008 producto de la recesión mundial.
 
El equipo económico de Martinelli no reconoce la crisis económica que afecta al mundo y ha insistido durante los primeros 100 días de gobierno que la estructura financiera de Panamá saldrá sin ser afectada. Sin embargo, no quiere ver los efectos que está teniendo la crisis sobre los ingresos de los panameños, sobre la producción manufacturera y sobre los agricultores del país. El panameño está consumiendo menos, las industrias han reducido en un 20 por ciento su producción y los agricultores han pedido el 50 por ciento de su capacidad.
 
El sector financiero panameño ha sido golpeado reduciéndose los movimientos bancarios y las inversiones en actividades especulativas como los bienes raíces y seguros. Incluso, los casinos, que son áreas privilegiadas para la corrupción al más alto nivel, han sufrido una pequeña disminución en sus ganancias. El sector inmobiliario – que crecía a una tasa anual superior al 20 por ciento entre 2004 y 2007 – se redujo a su mínima expresión con la retirada de los especuladores norteamericanos, españoles y los intermediarios de los colombianos.
 
Política exterior
 
La política exterior panameña perdió totalmente la brújula. En su discurso de toma de posesión, Martinelli se pronunció favorable a una política subordinada a EEUU. Ha sido consecuente con esa línea aceptando que ese país instale bases militares en Panamá. También está haciendo un llamado a un nuevo eje de la “derecha” latinoamericana con Colombia, México y Perú. Pronostica que otros países latinoamericanos se sumarán al nuevo eje: Chile, Uruguay Brasil que celebrarán elecciones próximamente. Además, es el único país que oficialmente ha aceptado el golpe militar de Honduras y su convocatoria electoral.
 
Política social
 
En materia de política social ha suspendido los programas del gobierno anterior relacionados con la “Red de oportunidades” que repartía dádivas a las poblaciones más empobrecidas. No ha planteado alternativa alguna. En los sectores de Educación y Salud, así como Seguridad Social, impulsa programas de privatización y de reducción de gastos que perjudicará a los sectores más vulnerables. Incluso, coquetea con la fusión de las entidades encargadas de Cultura y Turismo, señalando que la cultura es una mercancía que pueden comprar los turistas que llegan a nuestras costas.
 
La oposición política
 
Durante los primeros 100 días de Martinelli la oposición política no logró definir su programa de trabajo. El Partido Revolucionario Democrático (PRD) entró en una fase de transición del cual no ha podido salir. La dirección del partido, derrotada en las elecciones de mayo de 2009, no quiere aceptar cambios y se ha aliado al expresidente Ernesto Pérez Balladares para amarrarse a las prebendas del poder.
 
Por su lado, la izquierda panameña presenta varios frentes políticos que podrían tener algún impacto en el futuro próximo. El Partido Alternativa Popular (PAP), que lanzó la candidatura presidencial del economista Juan Jované en las últimas elecciones, está trabajando en su inscripción formal. Por otro lado, el FRENADESO que reúne a sindicatos, gremios y otros sectores populares, anunció su intención de entrar en el terreno electoral para combatir el monopolio político de la burguesía panameña.
 
Martinelli cumple 100 días en la Presidencia sin sentar las bases de una política que le permita cumplir con sus promesas de campaña. Más bien, ha sacado a relucir las mismas políticas públicas que han promovido la violencia, la corrupción y la desigualdad social en Panamá durante los últimos veinte años. En esta ocasión sin máscaras o coberturas populistas (panameñistas) o social demócratas (PRD).
 
La oligarquía panameña se ha tomado el poder y actuará en consecuencia durante los próximos años a nada menos que se logre detener ese tren expreso que no respeta al pueblo panameño, a sus etnias indígenas, a sus trabajadores, amas de casa ni a sus estudiantes. El estilo de la oligarquía está marcada por el envío de sus fuerzas represivas a realizar arrestos en la Catedral en horas de la madrugada.
 
*Docente de la Universidad de Panamá e investigador asociado del Centro de Estudios Latinoamericanos (CELA)  

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