Parábola sobre la fe y el poder: Dios, S.A.
Rodolfo Novakovic.*
Mustafá, musulmán, entiende la palabra Dios como: “aquel ser invisible a quien debe invocar y presentar sacrificios para que anualmente tenga muy buenas cosechas, para así alimentar y nutrir a toda su familia y trabajadores”.
Juan Andrés, cristiano, entiende la palabra Dios claramente como un giro de empresa: “es el Ser Supremo e Infinito, Creador y Regente del Universo, a quien el hombre debe Alabanza y Obediencia”.
Vamos por partes.
La palabra dios proviene del griego Zeus, que era la divinidad suprema de los antiguos “paganos” (rechazados por el cristianismo). Mientras para griegos era Zeus, para los romanos y latinos era “Jovpater”. De dos diferentes raíces indo-germanas (“div” y “thes”) proceden las raíces indo-iraní “deva”, la sánscrita “divas”, la latina “deus”, irlandesa y gaélica “dia”, y la griega “theos”.
Para los idiomas semíticos como el hebreo la raíz es “el”, para los babilonios “ilu”, y en arábigo “ilah”. Analizando la traducción más directa y comprobada de algunas de estas raíces ya nombradas tenemos que “div” significa “brillar” o “alumbrar”; “thes” se traduce como “implorar”, “hub” y “emu” significa “el invocado” o “a quien se sacrifica”.
¡Qué lástima que las religiones cristianas no hayan logrado erradicar —usando esta misma técnica— el odio de los desvalidos en Occidente¡ Hubiese sido el paraíso de los “capitalistas” y así no tendríamos esa gente tan desagradable que pulula en la “izquierda”.
Así entonces, ¿no creen ustedes, mis caros lectores, que los ateos constituyen apenas una pequeña minoría en todo el Mundo; grupo que está, por otra parte, en franca retirada?
* Físico, escritor.