Paraguay: choferes en la cruz
«Le dimos nuestro voto a este gobierno, a cambio nos hace pasar hambre», dice Yelsi González, esposa de un chofer desempleado, mientras contempla a Luciano Díaz con ambas manos sujetas por clavos en una cruz de madera.
Es el segundo conductor de colectivos que recurre a esa medida extrema para reivindicar su derecho a trabajar.
A pocos metros de él, Silverio Florentín, el hombre que se crucificó el lunes, reposa debajo de una carpa, donde es asistido permanentemente.
Luciano Díaz no se arrepiente de lo que hace y, lo mismo que su compañero de causa y vecino accidental, dice que permanecerá crucificado hasta que les devuelvan sus fuentes laborales que han perdido luego que Setama cancelara las líneas 42, 242 y 36-2.
Díaz trabajaba en la empresa Ypacaraiense, línea 242. Tenía dos años de antigüedad y, al igual que una treintena de choferes de esa empresa, se ha quedado sin fuente de empleo y sin indemnización.
Mujeres que acompañan a sus esposos en huelga señalaron ayer su decepción del Gobierno.»Le dimos nuestro voto a Nicanor, pero él nos devuelve hambre», dijo Yelsi González, de 23 años.