París, la Plaza de la Sorbonne y una reflexión sobre los estudiantes chilenos

1.732

No hay vanguardias; nadie cree en los primeros en lucir la consigna o la pistola —a menudo también los primeros en usarla en contra de los "retrasados" y no los últimos en acomodarse a las "nuevas condiciones objetivas"—. La vanguardia al parecer somos todos, aprendiendo a caminar lento, siempre juntos. La certeza es uno de los estados del alma, que son transitorios si son anécdota. |LAGOS NILSSON.

Este sábado cinco de noviembre la Asamblea ciudadana de chilenos en París llama a manifestarse en solidaridad con el estudiantado del país del sur; la cita es a las 16.30 en la Plaza de la Sorbonne y a ella acudirán también quienes apoyan al Movimiento bolivariano de Venezuela y otros sectores de latinoamericanos residentes en la capital de Francia.

Al revés de lo que piensa el gobierno neoliberal-conservador de Santiago —si piensa algo—, los seis meses de movilización estudiantil a lo largo de la geografía chilena conforman el más formidable mentís a la hipocresía moral y política de esa ideología. Los estudiantes chilenos, en especial los de educación media, encendieron la mecha de un amplio proceso social que trasciende las fronteras del país y se prende incluso lejos de Los Andes.

Sin argumentos, sin capacidad para comprender la realidad social, el gobierno del presidente Piñera, por mano de su ministro del Interior, señor Hinzpeter, se dedica con entusiasmo a la tarea, fallida, de acabar con los reclamos y proposiciones de los estudiantes. El bastonazo policial, el gas israelí, las aguas sucias, en fin, con que se reprime a niños y jóvenes son la única respuesta de un gobierno acorralado por su propia sevicia —más que crueldad, estupidez.

Desde el principio del mundo, en la Patagonia, hasta el norte final del país, los estudiantes presentaron iniciativas, que no fueron leídas probablemente por el señor ministro de Educación (un abogado corporativo de apellido Bulnes) y no les quedó sino protestar en las calles. Pedir que el Presidente de la República siquiera las ojeara era, y pronto lo comprendieron, un despropósito; basta echar una mirada al anecdotario presidencial para darse cuenta que la lectura no es el fuerte del señor Piñera.

Poner el cuerpo al golpe

Así que muchachas y muchachos pusieron el hombro y todo el cuerpo a los palos. No han cejado, siguen. Conforma un secreto a voces en Chile que un partido político intentó mediar entre el gobierno y la ciudadanía estudiantil;: el precio era que bajaran las movilizaciones los estudiantes. Ese partido fracasó. Grave cosa si se considera que el más alto dirigente del profesorado y la presidenta de la FECH (organizaciòn de los estudiantes universitarios) militan en sus filas.

Incidentalmente sólo dos partidos apoyan desde el inicio la aventura estudiantil: el Partido Comunista y el (todavía constituyéndose nacionalmente) Partido Progresista; el progresismo no tiene mayor diálogo con los estamentos gubernamentales…

Que chicas y chicos pusieran el hombro y el cuerpo a los palos y vejámenes de las "fuerzas del orden" (las mismas que contribuyeron a las masacres de 1973 y años siguientes) no es una figura literaria; hay miles —literalmente— de fotografías que enseñan el estilo de orden y autoridad que pretende imponer a la sociedad el gobierno del señor Piñera —por lo demás un hombre famoso por su afilada habilidad en el espinudo terreno de los negocios.

Son docenas y docenas los y las adolescentes que acuden a consultorios médicos —públicos, casi inútilmente, y privados—en procura de alivio tras las golpizas de los valientes carabineros de las fuerzas especiales; ello no figura entre las preocupaciones gubernamentales; tampoco el gobierno considera que, estresados y machucados, los chicos y chicas no dan señales de derrota. No existe el "exceso de violencia" policial, más bien se exhibe sin vergüenza algún policía "gravemente herido" por un piedrazo o derrotado por un joven en un "cuerpo a cuerpo" en medio de la calle.

La policía está sobrepasada y la dirección del cuerpo ha debido apelar a sicólogos y otros profesionales para mantener alto el "espíritu de cuerpo" (y también a las pastillas o grageas que estimulan, claro). Tan brutal como las medidas represivas autorizadas por el señor ministro del Interior (¿por quién si no?), que recuerdan las ordenadas en otras tierras por otros países —por ejemplo en Palestina por Israel—, es el esfuerzo que en nombre de la obediencia se exige a carabineros, obligándolos a considerar a los muchachos y muchachas como enemigos de la patria. Abren una herida difícil de cerrar.

El torpe Parlamento

La dirección superior estudiantil llamó para hoy sábado cinco de noviembre, a una gran jornada de manifestación ciudadana y familiar con todos los actores y sectores sociales, y para el 8 de noviembre a una gran movilización nacional centrada en Valparaíso para presionar al Parlamento y las bancadas políticas.

La CONFECH llamó al Congreso a “detener la violencia contra los estudiantes ordenando desalojos y ejerciendo otras represalias”. También reiteró el rechazo al proyecto del Presupuesto 2012, “ya que en ningún caso responde a las demandas estudiantiles y sociales, sino que todo lo contrario, ya que se avanza a una agenda privatizadora”.

El llamado probablemente no refleje más que ingenuidad juvenil. Hace mucho que las cámaras de diputados y senadores no representan a la ciudadanía. Algunas voces aseguran que esas manifestaciones no tienen otro objetivo más que intentar abrir camino a alguna fuerza política hoy con escasa presencia en esa institución. Si así fuere más que patético resulta criminal la manipulación que se intenta.

De todas maneras falta mucho para que la ciudadanía termine de decidir cuál será su última palabra. Y quizá ese concepto será el que presida la convocatoria de París. Por ahora a la muchachita —14 años—, pateada en su sexo por un policía, nadie le quita el dolor; ni tampoco a los estudiantes que amenazaron con fusilarlos en los extramuros de Santiago; ni a los que les patearon los testículos (las huevas, en chileno); ni a los que patearon en el el suelo; ni a los jóvenes mapuche que pretenden quitarles el horizonte.

La sociedad chilena medra —o fracasa— sobre un barril de pólvora. Conviene preguntarse quién prende la mecha. Las grandes alamedas esperan. Ojalá estén allí mañana. No se debe cortar las alas a los ángeles.
 

También podría gustarte
Deja una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada.


El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.