¿PAZ EN EL PAÍS VASCO?

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Euskadi Ta Askatasuna, la organización de resistencia vasca conocida por sus siglas, ETA, señaló que el alto al fuego es una decisión tomada con el objeto de «impulsar el proceso democrático en Euskal Herria». Esto signifca trazar un nuevo marco dentro del cual «sean reconocidos los derechos que como pueblo» le corresponden y asegurar en el futuro la «posibilidad de desarrollo de todas las opciones políticas» […].

Las armas callaron a partir del viernes 24 de marzo de 2006. Una tibia esperanza y también un escepticismo macizo fueron las primeras reacciones suscitadas en el reino español. Preocupados la generalidad de los medios de no olvidar que los nacionalistas vascos son por antonomasia «asesinos» y «terroristas», muchos poco menos que llegaron a escribir que la responsabilidad de lo que llegare a pasar será del presidente del gobieno, José Luis Rodríguez Zapatero.

Lo cierto en todo caso es que la ETA señaló que ha tomado dicha decisión para «impulsar un proceso democrático en Euskal Herria para construir un nuevo marco en el que sean reconocidos «los derechos que como pueblo nos corresponden y asegurando de cara al futuro la posibilidad de desarrollo de todas las opciones políticas».

Lo que no debe entenderse como capitulación: Euskadi Ta Askatasuna afirma que «los ciudadanos vascos deben tener la palabra y la decisión sobre su futuro», y los estados español y francés «deben reconocer los resultados de dicho proceso democrático, sin ningún tipo de limitaciones».

fotoEl mensaje es doble y pone un nivel de alta política en la «cuestión vasca». Por una parte demanda de los gobiernos español y francés el reconocimiento indirecto de una situación beligerante en el Pasí Vasco, lo que conforma el primer paso para discutir en las instancias que surjan y acuerden los términos y límites –o no– de autonomía. ETA no utilizó la palabra independencia.

Por otra parte conviene tener presente que ETA convoca a las «ciudadanas y ciudadanos» de Euskal Herria a comprometerse en esta nueva etapa de no beligerancia armada y luchar por «los derechos que como pueblo nos corresponden».

ETA aparece como organización independientista hacia 1959, pero recién una década más tarde sus acciones de propaganda armada incluyeron acciones de guerrilla urbana, secuestros de enemigos, ajusticiamientos y otros hechos de sangre. En cierto modo la porfía de las autoridades centrales españolas –que por lo demás tienen una larga tradición de represiones criminales en las tierras vascas– detonó la violencia separatista.

No existe una «nación» española –como no hay prácticamente en ningún país del mundo «una» nación que se confunda con el Estado–, porque el concepto de nación se refiere a grupos sociales que ocupan un territorio propio –ancestral, diríamos– y tienen una misma lengua, historia, cultura, religión y valores. En España cohabitan vascos, gallegos, asturianos, andaluces, catalanes, entre otros grupos que se diferencian a sí mismos de los demás, del mismo modo como en la isla de Gran Bretaña ocurre entre escoceses galeses, celtas e ingleses o en Serbia entre eslavos y albanos –los kosovares, a los que el «concierto» de las naciones parece ganoso de darles autonomía en una tierra considerada sagrada por los serbios eslavos–.

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La jugada de ETA –mucho más que «brazo militar» del partido nacionalista, además puesto fuera de la ley con más arbitrariedad que democracia– en rigor no sorprendió al interior del gobierno de Rodríguez Zapatero; oficiosamente se reconocía que entre los nacionalistas vascos y el gobierno español venían produciéndose contactos informales desde poco después que Rodríguez asumiera el cargo.

Aunque los vascos no parecen haber puesto condiciones infelxibles para el diálogo, se da por sentado que el clima de distensión exigirá la velta a la legalidad de Batasuna, probablemente la creación de una comisión internacional de veedores, quizá además un grupo de garantes, resolver el asunto de los combatientes presos en España y Francia y el retiro del territorio vasco de los miles de espías y agentes de seguridad de los gobiernos francés y español.

ETA dejó las armas. Pero, al menos por ahora, guardadas en sus arsenales. El cauteloso contentamiento de Rodríguez Zapatero aparece como la mejor conducta –siempre y cuando no degenere en un mero dejar hacer, dejar pasar–.

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* Fuentes:

Agencias de noticias y diarios españoles y europeos. En la página web de Euskal Herria es posible obtener el archivo pdf de la declaración de ETA en castellano, francés, vasco, italiano e inglés.
(www.euskalherria.info).

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