Pequeños seres: – LA MEDIOCRIDAD

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

fotoLa falta de individualidad los hace incapaces de iniciativas. Desfilan inadvertidos, porque nada significan y nada cuentan. Ceden ante cualquier presión Están en todas partes y se pavonean, desde su anonimato, como si la ineptitud pudiera confundirse con la habilidad.

El mediocre no es el individuo que desea emular a otro. Es enemigo de la excelencia y amigo del facilísimo. Le resulta inadmisible la competencia. Como canta Ismael Rivera: Yo no quiero piedra en mi camino, déjame en paz. Sólo que puede emprender hasta una guerra para que un supuesto rival no le haga sombra.

A veces, crees que actúas lo mejor posible, pero entonces surgen las criticas y comentarios de quienes te rodean. Y asumes que los censores, a más de ser mediocres, lo que desean es suprimirte porque no quieren adversarios. Como son dos puntos de vista diferentes y como tu tienes la meta para realizarte haciéndolo acertadamente –ya sea escribiendo un libro, lo mismo que cociendo o cocinando–, ellos observan como esto redundara en prestigio y por eso emprenden una campaña hostil para eliminarte.

La medianía es lo que nos impide crecer y aspirar a tener ideales entre nosotros. Podemos constatar con gran tristeza que nos satisface que nada cambie para seguir iguales, apoltronados en comodidades cuyo ambiente es la inferioridad. Nos cuesta trabajo el esfuerzo, porque el empeño sostenido requiere de sacrificios y análisis constante para que se convierta en acción –y esto es lo que nos hace falta a todos.

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Cuando reflexionamos sobre cómo adquirir la excelencia podemos percatarnos del grado de imperfección y conformismo en que nos encontramos. El contraste de realidades con las que nos acosan las distintas adversidades, es por falta de excelencia en los asuntos internos de la nación. Aún predominan los apaciguadores discursos demagógicos muy compatibles con la mediocridad imperante de los hechos que se generan en el país.

El poder que se maneja, los favores que se mendigan, el dinero que se amasa, las dignidades que se consiguen tienen valor efímero, pero en el ordinario satisface su apetito de aceptación.

Son pocos los que piensan que sólo vive quien deja huella de las obras que realiza y lucha por un ideal. Ser mediocre en suma es no ver en sí ni en nadie valor alguno y negarse a la mínima iniciativa de crecer.

Tenemos la obligación de dejar de lado la mediocridad, el conformismo, la chatura y no limitarnos a contar la historia, sino a hacer historia.

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* Periodista.

giselaoo@cantv.net.

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