Perú indígena y virreinal

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

La Pachamama, la madre tierra para los incas, y la virgen de Pometa, adornada con idólatras plumas indias e indultada del fuego gracias a la clausura de un convento, brillan en el MNAC como estandartes de la cultura peruana. Ambas figuras forman parte de la exposición Perú indígena y virreinal, que contiene 350 piezas de gran valor histórico y artístico articuladas en un discurso peculiar.

Con el pretexto del mestizaje y el sincretismo (filosofía que concilia doctrinas diferentes) el tránsito entre el imperio inca y la ocupación española es suave como una merienda campestre.

La exposición, asociada al Fórum, ha sido organizada por la Sociedad Estatal para la Acción Cultural Exterior (Seacex) y el Instituto Nacional de Cultura de Perú, en una colaboración que ha propiciado la salida del país andino por primera vez de obras capitales entre las que destacan una máscara funeraria mochica de cobre, un collar mochica que representa cabezas de búho en oro, procedente de las tumbas reales de Xipan, y cerámicas funerarias wari recién extraídas de las tumbas por los arqueólogos.

Eliane Kart, antropóloga y esposa del presidente de Perú, Alejandro Toledo, amadrinó la exposición y subrayó que refleja «conceptos opuestos que acumulan conocimientos y construyen sin destruir el pasado de anteriores sabidurías».
Igual tesis mantuvo el profesor de la Universidad de Granada y comisario español, Rafael López Guzmán. «No podemos hacer una lectura de ruptura sino de continuidad entre la cultura chavín y el siglo XVIII, dando una idea de superposición cultural en positivo», afirmó.

La primera parte de la exposición se centra en las culturas prehispánicas con ejemplares majestuosos y bellísimos de culturas que florecieron entre el 1500 antes de Cristo y 1533, cuando Pizarro inauguró tres siglos de dominio español. Mantas funerarias paracas, vasijas figurativas nazca, copas de oro y plata chimú, collares lambayeque o aríbalos (tinajas) incas se suceden e ilustran el ciclo vital, con escenas de sexo, alumbramiento y fiesta, cosmogonía y el ritual funerario.

Universo salvaje y libre

De este universo salvaje y libre, estéticamente brillante, el visitante se introduce de pronto en el corsé color sotana de la religión católica llevada por los españoles. El salto histórico es llamativo pues se obvia el traumatismo de la conquista, el desmoronamiento de las estucturas sociales y políticas del imperio inca, la avaricia de la metrópoli en las minas de Potosí.

Hay sin embargo obras de interés, como un lienzo resumen de la genealogía de los incas y numerosas pinturas religiosas que fueron consideradas heréticas. Sus autores fusionaron la ortodoxia católica con la pervivencia de los símbolos incas, como se aprecia en un niño Jesús vestido de príncipe indígena. Una de las joyas de la exposición, el manuscrito sobre la cultura inca de fray Martín de Murúa, fue localizada tras años de búsqueda por Juan María Ossio, comisario peruano, en Dublin.

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*Periodista. Artículo publicado en: www.telepolis.com

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