Pese a la feroz represión, resisten los migrantes en Los Ángeles

A demonstrator falls while getting detained by the police as protesters gather around the Los Angeles Federal Building following multiple detentions by Immigration and Customs Enforcement (ICE), in downtown Los Angeles, California, U.S., June 6, 2025. REUTERS/Daniel Cole
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En el tercer día consecutivo de protestas en Los Ángeles contra las redadas de migrantes indocumentados, con saldo de 27 arrestos, efectivos de la Guardia Nacional estadounidense se enfrentaron el domingo a miles de manifestantes en el centro de la ciudad, y arrojaron gases lacrimógenos a una creciente multitud que se reunió frente a un complejo federal horas después de que los soldados llegaron a la ciudad por orden del presidente Donald Trump,

La movilización fue reprimida frente al Centro de Detención Metropolitano de Los Ángeles mientras un grupo de personas exigió a elementos de esta fuerza federal, provistos con escudos antidisturbios: ¡ICE, fuera de Los Ángeles!, en alusión al Servicio de Inmigración y Control de Aduanas.La comunidad de Los Ángeles se resiste a doblegar su defensa de los indocumentados

El trumpismo tiene en la mira no sólo a los trabajadores extranjeros y a las comunidades mexicanas, sino también a autoridades locales preocupadas por proteger a sectores económicos que dependen de la fuerza de trabajo migrante – la agricultura, la construcción y la industria restaurantera, entre otras– y que, si el gobierno lograse su objetivo declarado de emprender deportaciones masivas, enfrentarían una crisis de graves proporciones.

La ofensiva de la presidencia de Donald Trump en contra de los trabajadores migrantes tenía que desembocar en una ola de protestas. Los disturbios que empezaron en Los Ángeles el pasado fin de semana son una incipiente muestra del hartazgo de la ciudadanía, y particularmente de las comunidades mexicana y latinoamericana, por los abusos, atropellos e ilegalidades en los que el magnate embarcó al gobierno.

Quizá se trate de una huida hacia adelante, en vista del declive de su aceptación y de los conflictos que han surgido entre sus colaboradores (entre ellos el multimillonario Elon Musk), pero lo cierto es que Trump se empecina en apagar con la gasolina de la represión militar lo que puede ser el inicio de un gran incendio social en Estados Unidos.

Desde el inicio de su régimen, se sumaron detenciones individuales y colectivas sin la menor justificación,Protestas en Los Ángeles: videos virales de bloqueos, incendios y represión deportaciones sin motivo, muchas de ellas no hacia los países de origen de las víctimas, sino hacia los infiernos carcelarios de El Salvador o la remota África, expulsiones incluso de personas con situación migratoria regular, separación de familias, redadas en unidades habitacionales, comercios, templos y escuelas. Xenofobia y supremacismo racial.

Lo sorprendente de las protestas callejeras que estallaron en Los Ángeles es que han tardado tanto tiempo en presentarse, habida cuenta que estaban siendo provocadas desde el despacho presidencial a partir del 20 de enero pasado. No buscó la conciliación ante lo que su asesor Stephen Miller llamó hiperbólicamente insurrección, sino que ha querido mostrar un rostro duro e implacable ante los disturbios.

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Trump aseveró en su cuenta de Truth Social: una ciudad estadunidense que una vez fue una gran ciudad, Los Ángeles, ha sido invadida y ocupada por indocumentados y criminales. Ahora, turbas violentas e insurrectas acosan y atacan a nuestros oficiales federales para intentar detener nuestras operaciones de deportación.

El vicepresidente JD Vance reposteó ese mensaje, y advirtió: Este momento exige un liderazgo decidido. El presidente no tolerará disturbios ni violencia. Los insurrectos que portan banderas extranjeras están atacando a los agentes de control de inmigración, mientras la mitad de los líderes políticos de Estados Unidos han decidido que el control fronterizo es malo. Es hora de aprobar el hermoso proyecto de ley del presidente Trump y asegurar aún más la frontera», añadió. Los enfrentamientos han dejado al descubierto el autoritarismo de Trump en tiempo real, escribió en X el senador independiente de Vermont, Bernie Sanders. Realizar redadas ilegales masivas. Provocar una contrarrespuesta. Declarar el estado de emergencia. Llamar a las tropas: inaceptable, afirmó Sanders.

Sheinbaum protesta

No es con violencia ni con aprehensiones como se puede atender el fenómeno migratorio, enfatizó la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum Pardo al reaccionar contra las redadas del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE, por sus siglas en inglés) en contra de migrantes en Los Ángeles, California, y otras ciudades de ese país.Foto

No estamos de acuerdo con esta forma de atender el fenómeno. No es con redadas ni con violencia como se va a atender el tema migratorio; es sentándose, trabajando en una reforma integral que tome en cuenta a todos los mexicanos que están del otro lado de la frontera, esa es nuestra posición.

Acentuó que Nueva York o Los Ángeles no serían lo que son si no fuera por los mexicanos. Migran por necesidad y, desde allá, envían recursos a sus familias. Pero fíjense, lo más importante que tiene que ser reconocido: las y los mexicanos se van a allá, pero los necesitan allá porque si no, no tendrían trabajo. Estados Unidos es lo que es gracias también al trabajo de las mexicanas y de los mexicanos que viven del otro lado de la frontera.

Dice Trump que “Los Ángeles fue invadida y ocupada por inmigrantes indocumentados y criminales”. Y es cierto. Ocurrió en 1848, cuando, con la firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo, los estadounidenses nos robaron la mitad del territorio a México.

 

Más temprano que tarde, detenciones individuales y colectivas sin la menor justificación, deportaciones sin motivo, muchas de ellas no hacia los países de origen de las víctimas, sino hacia los infiernos carcelarios de El Salvador o a la remota África, expulsiones incluso de personas con situación migratoria regular, separación de familias, redadas en unidades habitacionales, comercios, templos y escuelas.Al menos 45 personas fueron arrestadas tras redadas de inmigración en diferentes puntos de Los Ángeles - Infobae

Si lo que pretendía Trump era mantener desde la Casa Blanca la seducción que ha ejercido sobre su base de apoyo xenófoba y supremacista –que constituyó el núcleo duro de los votantes que lo llevaron a la presidencia–, es claro que fue demasiado lejos: no podía profundizar y agravar, sin generar consecuencias, el tono de sus insultos y agresiones en contra de decenas de millones de personas que, guste o no, forman parte de la población de Estados Unidos.

A fin de cuentas, lo sorprendente de las protestas callejeras que estallaron en Los Ángeles es que hayan tardado tanto tiempo en presentarse, habida cuenta que estaban siendo provocadas desde la Oficina Oval a partir del 20 de enero pasado, día de la toma de posesión para el segundo periodo del mandatario republicano.

En lugar de buscar la conciliación ante lo que su asesor Stephen Miller llamó hiperbólicamente insurrección, Trump ha querido mostrar un rostro duro e implacable ante los disturbios; ordenó, en esa lógica, el envío a la urbe californiana de tropas de la Guardia Nacional y éstas no tardaron en desatar una violenta represión contra los manifestantes.

Todo ello, pese a la oposición del gobernador del estado, Gavin Newsom, quien describió la medida de violación a la soberanía estatal y de alarmante abuso de poder, la Guardia Nacional está adscrita a la autoridad local, no a la del presidente. Newsom recibió el apoyo de 22 gobernadores demócratas. En el mismo sentido se manifestó la alcaldesa de la ciudad, Karen Bass. En un nuevo exceso autoritario del trumpismo, el llamado “zar de la frontera”, Tom Homan, amenazó con detener a ambos funcionarios.Aumenta en Los Ángeles el repudio a los agentes de migración de Estados Unidos -

Así, el trumpismo tiene en la mira no sólo a los trabajadores extranjeros y a las comunidades mexicanas, sino también a autoridades locales preocupadas por proteger a sectores económicos que dependen de la fuerza de trabajo migrante –es el caso de la agricultura, la construcción y la industria restaurantera, entre otras– y que, si Trump lograse su objetivo declarado de emprender deportaciones masivas, enfrentarían una crisis de graves proporciones.

Contrasta con la delirante agresividad de la administración federal del país vecino la sensatez con la que la presidenta Claudia Sheinbaum señaló ayer que la migración no se puede resolver con violencia y detenciones y le aconsejó trabajar en una reforma migratoria que reconozca la relevancia de las portaciones de los migrantes mexicanos en Estados Unidos.

Sin embargo, en lo que podría ser una huida hacia adelante, habida cuenta del declive de su aceptación y de los precoces conflictos que han surgido entre sus colaboradores, Trump se empecina en apagar con la gasolina de la represión militar lo que puede ser el inicio de un gran incendio social en la superpotencia.

 

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