Pese a su alejamiento político Alemania es cada vez más dependiente de China
Las exportaciones alemanas a China se debilitaron en la primera mitad de 2022. Esa es una de las conclusiones del el instituto económico alemán IW en un estudio al que tuvo acceso la agencia Reuters.
“La economía alemana depende mucho más de China que al revés”, dijo Jürgen Matthes, autor del estudio. Ese investigador advirtió que esta dependencia plantea un problema político, ya que la postura de Beijing tanto sobre la guerra de Ucrania y su posición militar como respecto a las tensiones con Taiwán ponen en una delicada situación los negocios alemanes con la segunda economía del mundo.
El estudio reveló que la inversión alemana en China ascendió a unos 10.000 millones de US$ entre enero y junio, superando con creces el anterior valor máximo semestral registrado desde el cambio de milenio, de US$ 6.200 millones
“El mercado de ventas chino y los beneficios que ofrece a corto plazo parecen demasiado atractivos”, dijo Matthes.
“Sin embargo, a pesar de estos problemas, la interdependencia económica de Alemania con China se ha movido en la dirección equivocada a un ritmo tremendo en la primera mitad de 2022″, dijo el economista.
La diferencia se puede constatar en el bajo crecimiento de las exportaciones alemanas a China y al vertiginoso ingreso de productos chinos en Alemania. En efecto, la cuota de China en las importaciones alemanas aumentó al 12,4% en el primer semestre de 2022, frente al 3,4% del año 2000, mientras que las importaciones alemanas de productos chinos aumentaron en valor un 45,7% interanual durante ese semestre, según el instituto IW.
El déficit comercial de Alemania con China, a su vez, aumentó unos 41.000 millones de dólares a mediados de 2022. Según este instituto, las proyecciones indican que el desnivel comercial se ampliará aún más.
El IW sugiere a las empresas y al gobierno alemán cambios de política, instando a la reducción de los incentivos para hacer negocios con China y un cambio hacia más comercio con otros mercados emergentes, en particular en Asia.
Matthes también pidió a las empresas alemanas que frenen su dependencia de China, advirtiendo que cualquier sanción occidental contra Beijing, por ejemplo aumento de las tensiones con Taiwán, amenazaría con la quiebra a las empresas especialmente expuestas.
“De lo contrario, corremos el riesgo de caer en una situación de ‘demasiado grande para quebrar’ como la que vimos con los bancos”, dijo.
La dependencia de materias primas de China
Los autos eléctricos y la digitalización sin los metales y las llamadas tierras raras no son viables. Esos son puntos neurálgicos de la transición energética y de las políticas adecuadas al cambio climático. Para Alemania y muchos otros países estas materias primas provienen principalmente de China.
Mientras Europa, sacudida por la guerra en Ucrania, intenta reducir su dependencia del suministro energético ruso, otro peligro está presente. Los metales industriales y las tierras raras, vitales para las turbinas eólicas, los chips, los paneles solares y los vehículos eléctricos, son cada vez más demandados, y la minería de estas materias primas se concentra en unas pocas regiones del planeta. Esto agrega un factor clave en la geopolítica de la Unión Europea respecto de China.
Alemania importa materias primas de China y la concentración del mercado no se reduce solo a la extracción, sino también al procesamiento de estas materias. En ambos casos, China tiene gran parte de la torta, explica Siyamend Al Barazi, de la Agencia Alemana de Materias Primas (DERA, por sus siglas en alemán).
La Unión Europea (UE) importa entre el 75 y el 100 por ciento de los metales que necesita su industria. De las 30 materias que la UE califica como «críticas», 19 proceden principalmente de China. Entre estas se encuentran el magnesio, donde China tiene casi el monopolio (93%) al igual que en las tierras raras (98%) y bismuto (93%).
El problema es que esta dependencia podría aumentar en el futuro. La UE estima que la demanda de cobalto será cinco veces mayor en 2030. Debido a las necesidades de la electromovilidad, la demanda de litio podría multiplicarse por 18 hacia ese año. Y hasta 2050, esa cifra podría ser 60 veces mayor que en la actualidad.
En este contexto, sumado a las tensiones mundiales, Europa puede quedar con menos suministros de materias primas desde China. Alemania, por su parte, al menos ya ha reconocido la importancia del problema. Desde hace años intenta diversificar las importaciones de materias primas. Las tierras raras ya no solo se traen desde China, sino también desde Brasil.
Los estudios de DERA demuestran que, en la práctica, Alemania sigue siendo muy dependiente. De 27 productos refinados, 25 de esos productos tienen a China como el principal productor, «más del 90%», dice el estudio de DERA.
La Alianza Europea de Materias Primas (ERMA por sus siglas en inglés) fue fundada en el otoño de 2020, y su fin es mejorar la seguridad de suministro, además de diversificar las importaciones de materias primas. Además, Europa pretende abrir sus propias vetas y reforzar el proceso de refinación.
Porque Europa también tiene materias primas, pero los europeos son reacios a tener cerca de casa la sucia producción minera. En España, por ejemplo, hubo protestas contra una mina que extraería litio en Extremadura. En Serbia y Portugal la minería del litio también se ha enfrentado a problemas. Incluso en Alemania hay litio en el Rin y en Sajonia.
Otro problema es el financiamiento de los nuevos proyectos mineros y plantas para procesar las materias primas. Falta capital de riesgo, básicamente porque una producción europea es poco competitiva.
China subvenciona desde los noventa la extracción, ampliando drásticamente las capacidades de procesamiento. Además, tiene regulaciones ambientales muy laxas. Eso permite que los precios sean tan bajos que resulta imposible competir. Como sea, tras una compleja búsqueda de inversionistas, la extracción de litio en Sajonia comenzará en 2025.