Pinochet: la sombra del vuelo de la Cóndor
Como en el fútbol en ocasiones se ve venir el gol, en esta oportunidad se sentía la probabilidad del desafuero. No hay nada para festejar, empero, por esta tardía toma de conciencia del más alto tribunal de Chile: los muertos no revivirán, los desaparecidos no aparecerán y los responsables no pedirán perdón.
De acuerdo con la Corte Suprema de Justicia chilena (CSJ), el ex dictador podrá ser juzgado por su participación en los crímenes de la Operación Cóndor si los demandantes logran probarla. La Cóndor consistió en la coordinación de los servicios de espionaje, con licencia para matar, de las dictaduras del Cono Sur para la liquidación de izquierdistas en Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay.
La decisión del tribunal significó tal vez un temblor preocupante para las altas esferas políticas: se sabe, los temblores pueden anunciar futuros terremotos.
Voces y reacciones
La decisión de la Corte, tomada por apenas un voto de diferencia (ocho a siete) permitirá al magistrado Juan Guzmán continuar la investigación por el sangriento operativo que tuvo lugar hasta principios de los años ochentas del siglo pasado.
A las 14.17 -hora de Quito- el diario El Universo citaba al secretario general de la Asociación Latinoamericana de Derechos Humanos (ALDHU), Juan de Dios Parra: «Creemos que este fallo ratifica el estado de madurez al que ha llegado la institucionalidad democrática en Chile», dijo. ALDHU tiene su sede en Ecuador.
«Saludamos con mucha alegría y con mucha esperanza esta resolución que permitirá, además, en nuestro caso reactivar las querellas por los 17 asesinados latinoamericanos no chilenos durante la represión de Pinochet». (La información completa puede encontrarse en: www.eluniverso.com/core/eluniverso.asp?page=noticia&id=14&tab=1&contid=819293DF4B5D477C96ADFA1B9221C73F&EUID=.
ALDHU consideró que la ratificación del desafuero de Pinochet «es el punto final de la transición (hacia la democracia) y el inicio del funcionamiento de una auténtica democracia» en Chile.
En el país austral Lorena Pizarro, presidenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, sostuvo «(que) las autoridades entiendan de una vez por todas que hay que limpiar a Chile ante los ojos del mundo».
Su palabras fueron recogidas por la agencia noticiosa Prensa Latina: «Nosotros esperamos que con todos los escándalos que se han producido alrededor de la familia Pinochet, los tribunales de justicia y las autoridades entiendan que hay que limpiar el nombre del país frente a la comunidad internacional mediante su enjuiciamiento». (www.prensalatina.com.mx/Article.asp?ID=%7B2413078D-C81D-4DF2-A642-EB8BC2332819%7D&language=ES»target.
Prensa Latina estimó que se había producido un «terremoto público» en Chile, y destacó en su información que «en el gobierno la norma fue la cautela ante el nuevo escenario judicial que enfrenta el ex dictador».
Consigna PL: «El vocero de gobierno, Francisco Vidal, indicó que la decisión del máximo tribunal indica que «se ha avanzado mucho en toda materia de derechos humanos, en materia de conocimiento, de verdad» (…) «Vidal repitió las frases del presidente Ricardo Lagos en cuanto a considerar que «en Chile se vive en un Estado de derecho en que las instituciones funcionan y lo que determine la justicia se cumple».
Un día triste, dijo el diputado
El actual vocero de pinochet -y ex vicecomandante en jefe del ejército chileno, Guillermo Garín- no se mostró ni contento ni cauteloso; en su opinión «todo esto» es de una «inconsecuencia evidente». Adelantó, además, que la defensa del sospechoso por la autoría intelectual de las muertes de las que se lo acusa, evaluará todas las alternativas para probar que pinochet no puede enfrentar un procesamiento por su avanzada edad y estado de salud mental.
El presidente del Partido por la Democracia, diputado Víctor Barrueto, al calificar como «histórico» el fallo de la CSJ y apuntar que para la Concertación -coalición en el gobierno- es «un día feliz», se condolió porque para la derecha «este es probablemente un día triste porque ellos respaldaron completamente el gobierno de Pinochet con todos sus actos». Afirmó luego que es la misma e derecha «que quiere volver a gobernar».
En el nuevo Partido Socialista, reconstruido hacia la derecha comparado con la agrupación donde militó Salvador Allende, hubo «satisfacción» porque «nadie está al margen de la ley» (Gonzalo Martner, presidente del PS, dixit).
Entre los remanentes del pinochetismo y las fracciones en fuga, el acuerdo de la CSJ no fue recibido con tranquilidad. El presidente de Renovación Nacional -que agrupa a grandes sectores de la derecha tradicional, «civilizada»- se excusó de opinar porque «no he leído la sentencia».
En la derecha más cercana al pinochetismo, la UDI (Unión Democrática Independiente, más conocida en Chile como «el gremialismo») el mensaje fue -en boca de uno de sus diputados (Salaberry)-: «Las decisiones de los tribunales se respetan más allá de los sentimientos personales».
Para Joaquín Lavín, alcalde de Santiago, pre candidato populista a la presidencia de Chile y líder indiscutido de la derecha: «Todas las resoluciones de la justicia hay que respetarlas, Pinochet es igual que cualquier persona en Chile y tiene que estar sometido a la misma ley que todos». Luego, en el que probablemente sea uno de los últimos reconocimientos a su pasado pinochetista, exigió cautela: «Aprendamos la lección, no prejuzguemos, que la justicia trabaje y haga su tarea», dijo.
Cambia el escenario, quizá cambie la obra
Aun cuando pareciere aventurado afirmarlo, Chile vive desde el gobierno de Patricio Alwyn, sucesor del presidente de facto y dictador hoy desaforado, una institucionalidad basada y mantenida por un régimen bipartidista; en los hechos y más allá de diferencias circunstanciales -en especial referidas al manejo y lucimiento de los atributos del poder, que no del poder mismo- la Concertación gobernante, actúa como si fuera un solo partido (que a veces tolera voces díscolas).
Otro tanto hace la Alianza por Chile, hoy en la oposición, aunque debe ser reconocido que sus «internas» son más nítidas: la UDI y RN sí pueden tener eventualmente disputas no por los atributos y lucimientos aparejados al poder, sino por el poder mismo.
«La Concertación abandonó su vocación de Justicia», titula su columna en El portal del Pluralismo ayer el economista Marcel Claude, presidente de Corporación Representa. Y dice: «La posibilidad de que la vertiente civil de la dictadura llegue al poder por las urnas no sería una realidad próxima sin la connivencia de los representantes de la Concertación» (ver el artículo completo en: http://noticias.arcoiris.tv/modules.php?name=News&file=article&sid=320).
Precisamente esta «connivencia» es la que pone en riesgo el desafuero de pinochet. No basta que un vocero de La Moneda reconozca que, conocida la verdad de lo ocurrido en materia de Derechos Humanos durante la dictadura, el «déficit es lo que viene a continuación de la verdad, que es la justicia, pero eso no es el gobierno el llamado (a hacerla cumplir), ni los actores políticos, sino que (son) los tribunales».
El necesario y conveniente castigo al ex dictador y sus secuaces y esbirros no sólo es una necesidad de toda justicia, sino que es el paso que falta para cerrar las heridas del tejido social que dejaron 17 años; pero, cumplida esa obligación moral e histórica, subsistirán otras cotidianas injusticias. Al voleo: la situación humillante de miles de mujeres, trabajadoras temporeras en la «industria» de la exportación frutícola, sin medicina laboral, sin resguardo para sus hijos, sin previsión social.
Tampoco mejorará la precariedad dentro de la que se desenvuelven muchos miles de trabajadores sin contrato, los profesores con contratos anuales miserables en todos los niveles de la educación privada, ni la de sus alumnos en escuelas de provincia y barriales, sin bibliotecas, laboratorios ni campos deportivos.
La monstruosa arquitectura social chilena, cuyas bases se hunden en la crucifixión más que centenaria de un pueblo sumiso, dócil, desconcienciado, con sus estructuras solidarias y sus organizaciones quebradas sólo puede mantenerse por el acuerdo entre la elite política y el sector dominante en lo económico; lo que supone la entrega obsecuente de las banderas y consignas de los primeros al apetito de los segundos.
El mero enjuiciamiento del ex dictador y sus cómplices y «entenaos» significa -puede significar- una ventana abierta por donde entrará aire fresco, renovado, a la base de la vida social. El riesgo evidente es que aquellos paupérrimos trabajadores cuentapropistas -convencidos de que son pequeños empresarios- comiencen a preguntarse ¿por qué si caen hasta los más grandes no puedo intentar levantarme?
El riesgo es que «la gente» -como se ha puesto de moda llamar al pueblo- recupere, adquiera, actúe con conciencia de quienes son, como personas y como clase social (clase social, otro concepto abolido). Si los ingenuos que aun votan por quienes usurparon el contenido de las banderas rojas de otros años las toman en sus manos, haciendo oídos sordos a esas cúpulas que los traicionaron, ¿qué pasará?
¿Le temblará la mano al gobernante -en verdad administrador- de turno para firmar la represión; ésta aun es pequeña -pero existe: lo sabe todo aquel que alguna vez en los últimos 15 años osó mirar a la cara a sus patrones o al contratista sinvergüenza, que bien puede ser un socio del patrón-, mas nadie puede asegurar que continuará acotada.
Si el mundo vive en la histeria del mega terrorismo, ¿por qué no -para que Chile esté al día y entre las naciones del primer mundo- sacar del sombrero en vez de un conejo o una paloma una poca de terrorismo vernáculo?
El juicio a pinochet pone en peligro el pacto que permitió a la Concertación llegar a La Moneda, al parlamento, a sus dirigentes al hipermercado, a la 4X4, al viaje anual al exterior; pero -y esto es más grave- pone en peligro el status quo que permite el ultraenriquecimiento de algunos, pocos, y el ultraempobrecimiento de la mayoría, inmensa.
Lo que se juega, pues, es mucho. Por eso conviene despolitizar lo que es esencialmente político y dejar «que resuelvan los tribunales». Es decir: ¡chiquillas, chiquillos, llegó un cargamento de ruedas de carreta pa comulgar otra vez mañana!