POLICÍAS, AVIADORES, UNA VECINA Y LA PRESIDENTE
UNA GENERACIÓN DE CRETINOS
¿Qué clase de periodistas estamos teniendo en el país?
El 17 de enero de 2006 los comandantes en jefe de las fuerzas armadas visitan a la presidente electa Michelle Bachelet, para entregarle su saludo protocolar. Van todos, menos el de la fuerza aérea (FACH).
¿Es o no noticia, aunque sea porque al titular le dolían los callos? ¿Están picados los de la FACH por la alusión que hizo Bachelet, la noche del 15, a su padre torturado y muerto por sus compañeros de armas? ¿Van a tener una audiencia especial, porque son los más «cercanos» a la nueva presidenta? ¿O alguno de los victimarios del general Bachelet ahora integra el alto mando?
Me inclino por la hipótesis más inocente, pero en ningún canal de TV, en ninguna radio de Chile y tampoco en los diarios (hasta las 9:00 del 18.01.06), nadie se planteó la pregunta, ni anotó la ausencia.
Me averguenzo de tener colegas tan huevones. Sorry, pero no hay otra palabra para decirlo en todo su significado.
Camilo Taufic
Registro Colegio de Periodistas Nº 410.
UNA CRONISTA SUMAMENTE IRRESPETUOSA
El motivo de este mensaje es expresar mi más enérgica protesta por las expresiones vertidas por la cronista Florencia Etchebez durante la cobertura de la búsqueda de delincuentes fugitivos en Villa Malaver el viernes 13 de enero de 2006 en horas de la mañana.
Como quedó documentado en la cobertura de los hechos, el personal policial llevó a cabo un minucioso registro que incluyó el interior de las viviendas de la zona. Cuando no se encontraban presentes los propietarios, violentaba las cerraduras y procedía a ingresar. Caso contrario, primero pedía permiso a los ocupantes. En general, los vecinos accedieron a permitir el ingreso a la policía, pero se verificó al menos una excepción –en uso de sus prerrogativas legales más elementales, una señora persistió en su negativa–. Muy correctamente, se situó personal de consigna en el exterior de su vivienda.
La cronista en cuestión, luego de haber reseñado esta información se explayó generosamente en toda clase de expresiones que tendían a ridiculizar o descalificar esta conducta. Según ella, la única explicación de su negativa era que «se trataba de una señora de edad, que no entendía
la situación». Luego, Florencia concedió magnánimamente que la señora podía tener «problemas para desplazarse», «no oir bien» o «ser mantenida como rehén por los delincuentes».
Como ciudadano, me siento ultrajado por el aserto según el cual ponerse firme en exigir el respeto de ciertos mínimos recaudos le valga a uno ser etiquetado de «senil». De no mediar imprevistos, cumpliré 40 años en abril próximo –bueno: Florencia sonaba bastante jovencita y tal vez
ya me considere «una persona de edad» infiriendo que puedo tener problemas para «entender la situación»–. Aunque mi familia y amigos aún hacen bromas sobre la agudeza de mi oído y no tengo problemas para desplazarme (casi diariamente llevo a cabo un entrenamiento que incluye correr 15 kms.).
No obstante, de no mediar Estado de Sitio, si la policía –o para el caso, cualquier agencia del Estado– intentara ingresar en mi domicilio sin un llamado de auxilio de mi parte ni una orden de allanamiento emitida en sede judicial, yo también me opondría con todos los medios a mi alcance.
Respeto la posición de quienes eligieron confiar enla policía… pero exijo que se respete la postura de quienes, como esta vecina y el autor de estas líneas, tengan sus reservas al respecto. Y lo que no puedo respetar de ninguna manera es el intento de hacer pasar dicha postura como la única razonable.
Es espantoso que haya miseria, corrupción, desigualdad, polución, injusticia, sufrimiento, discriminación, violencia y todas las demás calamidades que queramos mencionar: la función de resguardos y garantías básicas como la inviolabilidad del domicilio entra en una categoría distinta. Son como marcas de seguridad, o indicadores de alarma.
De ahí que este código fuera respetado inclusive por personajes como Juan Manuel de Rosas, quien prohibió a la Mazorca realizar sus correrías dentro de las casas particulares aun cuando les diera carta blanca para accionar en las calles. Ni que decir hay, el domicilio particular representa una categoría especial incluso desde el punto de vista psicológico. De ahí la sensación de vulnerabilidad de quienes son víctimas de delitos en su propia casa.
La orden de allanamiento no es un mero papelito, sino un documento que acredita que el accionar de la fuerza pública encargada de ejecutarla está mínimamente sujeto a algún grado de supervisión por parte de una autoridad judicial.
Seguramente, Florencia alegue que se trataba de una situación «de emergencia». A lo que yo respondo: esto me recuerda al clásico chiste (más bien un aforismo) «¡Agachate que vienen los indios! … levantate que ya pasaron». La situación «de emergencia» más cabal, es el Estado de Sitio -y no tengo noticia de que hubiera sido declarado, siquiera a título local.
Por supuesto también, se contemplan otras emergencias: una de ellas es la defensa de terceras personas: si un policía tiene
motivos para suponer que dentro de un domicilio hay un ladrón o un
asesino victimizando a una persona, está básicamente facultado para ingresar a la fuerza… sólo que después enfrentará un proceso diseñado para prevenir que se emplee esta figura como recurso discrecional.
Había testigos de que los maleantes se encontraban en las inmediaciones, e incluso los medios documentaron una andanada de disparos de armas largas.
Inclusive –¡Florencia, prestá atención!– si los policías que participaban en
el operativo hubieran estado tan seguros como vos de que a esta señora la tenían
encañonada los delincuentes, seguramente habrían irrumpido ya que
contaban con una mínima justificación.
Pero se dieron cuenta cabal de que se habían topado con una ciudadana que no estaba dispuesta a resignar su dignidad, su privacidad y sus derechos más básicos. Una señora que estaba tan «al tanto de la situación», que sabía lo que significaba una turba de policías cebados luego de que los ladrones se les habían escurrido después de cargarse a uno de los suyos (y más parecían un avispero apedreado).
A nadie se le escapaba que los policías mantenían a los periodistas a distancia prudencial. Los que incluso tal vez, recordaban que pertenecían a la misma fuerza sobre la que se escribieron incontables libros bien documentados sobre «bandas mixtas», «gatillo fácil» e «ir de fierros». Que recordaban que un puñado de policías bonaerenses recientemente fueron encontrados culpables de asesinar a mansalva a dos militantes desarmados y quizá hasta tuvieran presente casos como el de Natalia Mellmann, una infortunada jovencita violada y asesinada de forma especialmente atroz en Miramar a principios de 2001 por un grupo de… policías bonaerenses.
Por supuesto, no paso por alto que en la Policía bonaerense hay unos
cuantos efectivos honestos y valientes; tampoco niego que constituyan
una sensible mayoría; y ni siquiera cuestiono que los que estaban a cargo del operativo se contaran entre éstos. Pero lamentablemente no vienen con etiquetas indicando su catadura moral, entonces –por eso– algunos preferimos tener un poco de cautela antes de abrirles las puertas de nuestras casas.
Por otra parte, Florencia, examinemos tu «conciencia de la realidad»: si tu confianza en la Policía bonaerense es tan ciega como para dejarla meterse a tu casa como los chanchos, sin orden de allanamiento, simplemente porque resulta que andan un par de delincuentes pesados sueltos (como si la cana no tuviera la calle para entretenerse mientras llega una orden o se apersona un funcionario judicial…) al punto de suponer que quienes no comparten tu postura deben estar sordos, impedidos o lelos, ¿qué querés que te diga?
Conste que durante un par de días traté de restarle importancia al asunto… pero las ganas de cantarte 4 frescas, vaya a saber, no se me iban. Lo único que sé es que si alguna vez me referí despectivamente a Crónica TV… me dan ganas de hacer buches con ácido muriático: el único noticiero donde se eructó una barrabasada semejante fue el de TN. América, Canal 9 y Crónica TV se limitaron a mencionar el caso de la vecina que persistía en no dejar entrar a la Policía, sin calumniar sus
capacidades cognitivas ni limpiarse la cera de las orejas con la Constitución.
Mariano Moldes
(La carta del señor Moldes, dirigida a los responsables de TN, importante noticiario argentino de un canal de TVque integra el mayor multimedios de ese país, fue resumida).
Nota de P. de L.
Puede parecer curioso que ninguno de los dos casos haya recibido mayor tratamiento de la prensa donde ocurrieron; probablemente diferente hubiera sido su comportamiento de haberse producido la pequeña falta protocolar y el asunto policial en un país de los llamados «centrales».
Sin duda estaríamos discutiendo el rol de la prensa en la sociedad contemporánea.