Por una educación gratuita, los estudiantes colmaron las calles de Santiago
Universitarios y secundarios, docentes y dirigentes sindicales encabezaron una de las más grandes movilizaciones que se realizaron en los últimos años en la capital chilena. Algunas agrupaciones fueron reprimidas por carabineros.
«De nosotros dependen los cambios que el país necesita», afirmó Diego Vela, titular de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica.
Las agrupaciones se reunieron en la Plaza Italia con pancartas y tambores, y entre batucadas marcharon por La Alemeda, como lo hicieron en las masivas protestas de 2011 «por una educación pública, gratuita y de calidad». A través de Twitter, el ministro de Defensa chileno, Rodrigo Hinzpeter, lamentó la protesta y escribió: «Voceros del movimiento estudiantil hablan bajo el mismo formato de 2011. No son capaces de reconocer nada de lo hecho en dos años».
La policía, que utilizó carros lanza-aguas, gas lacrimógeno y pistolas de pintura durante los desórdenes, informó de un centenar de detenidos y ocho policías heridos, uno de ellos con quemaduras graves por ácido en las piernas.
«Tenemos una cantidad de 109 detenidos de los cuales 24 son menores y 85 adultos, y de ellos 14 por desórdenes graves», señaló a medios locales Eliecer Sola, jefe de zona Metropolitana de Carabineros.
No obstante, el grueso de la movilización se desarrolló en orden y siguiendo el trazado impuesto por la Intendencia, que otorga los permisos para las movilizaciones sociales.
El presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (Fech), Andrés Fielbaum, junto a otros dirigentes estudiantiles, declaró que «el movimiento estudiantil no va a permitir que sus demandas sean modificadas y que la discusión en la educación sea manoseada». «Estos últimos días nos hemos dado cuenta que estando recién en abril, ya empezamos a ver una presidencialización de la discusión en la educación, se discute sobre rostros principalmente y no sobre proyectos», expresó.
En Chile, las familias deben pagar hasta 900 dólares mensuales en las universidades públicas para que sus hijos estudien, por lo que se endeudan con la banca privada y pagan intereses más altos que los del mercado.