XXIII FESTIVAL DEL CINEMA LATINO AMERICANO Concorso Arcoiris TV – Premio del Pubblico On Line 5 Ottobre 1974. Nella Calle Santa Fe, nella periferia di Santiago del Cile, Carmen Castillo viene ferita e il suo compagno, Miguel Henríquez, capo del MIR, muore in combattimento. Nel documentario, la protagonista compie un viaggio attraverso la propria storia […]
¿Presión alta? – ¡CHOCOLATE, NO ASPIRINA!
Las agencias de noticias difundieron el resultado de una investigación alemana: un poco de chocolate comido a diario ayuda a mantener al dragón de la presión arterial dentro de límites aceptables, no engorda y hace la vida más grata. La dosis recomendada es de una 30 calorías: digamos dos de los cuadraditos en los que se dividen las barras, unos 100 gramos. Debe de ser chocolate negro.
¿Y por qué no una taza de chocolate con agua? Esta bebida, que refresca en verano y calienta en invierno, es una tradición entre México y el norte de América del Sur. Los lingüistas afirman que la palabra chocolate deviene originalmente o de un término maya o de otro náhuatl. En ambos casos está referido a su preparación en forma líquida.
El chocolate que comemos es el resultado –debería ser el resultado– de la mezcla de dos elementos constituyentes de una sola semilla. La materia sólida y la materia grasa de la semilla del cacao se unen a un poco de azúcar o de miel, frutas, de preferencia secas, leche, en fin, hasta constituir una especie de masa más o menos dura. La gran industria del chocolate es europea, y pocos recuerdan –saben– que la materia prima fundamental y su descubrimiento alimenticio se originó en América.
Panamá, México, Centroamérica y Venezuela disputan, es un decir, ser la cuna del mejor cacao del mundo. Al parecer –y no es chavismo– el mejor es el venezolano.
La razón de sus benéficos y salutíferos efectos se deben a los flavonoides presentes en la semilla del cacao. Los flavonoides son equivalentes a los fenoles que se encuentran en la uva –y en el buen vino– y otras plantas; se trata de excelentes y poderosos anti-oxidantes que tienen un efecto dilatador sobre las arterias. Son muchos los pueblos americanos que consumían cacao en su dieta habitual más de dos mil años antes de la invasión europea.
El cacao convertido en chocolate es una explosión de energía buena para el organismo por su alto contenido en hidratos de carbono y grasas. Más: aporta hierro, fósforo y magnesio. Comer cacao es una bofetada al colesterol «malo» y retrasa el envejecimiento de las células. Eso sí: el chocolate merece la misma recomendación que los griegos de la época clásica daban a los bebedores de vino: sean prudentes.
Los excesos, según William Blake, son un camino a la sabiduría; pero Blake no se refería al cacao –ni al vino–. En esta materia el exceso mata el placer, primero, y luego simplemente mata.