Prisión política / El dolor en un país imposible
El nombre de mi esposo es Eduardo Guillermo Vivian Badilla, preso político, recluido en el C.C.P. de Concepción desde el 15 de noviembre de 1996, procesado por la Ley de control de armas y formación de grupos de combate y condenado por maltrato de obra de carabinero con resultado de muerte y de lesiones graves y robo con intimidación en Valparaíso y en Concepción.
Él se inició en la lucha política en la Universidad Católica de Valparaíso, en la Jota año 85, para luego formar parte del Destacamento Estudiantil del Frente Patriótico, ligado al partido. Producto de su profunda sensibilidad, se involucró en un proyecto político social, que tenía como finalidad el desarrollo de los trabajadores, tanto desde el punto de vista cultural como intelectual.
De acá se derivaron recuperaciones para financiar programas de radio, periódicos, murgas, encuentros sindicales, ollas comunes, etc.
Es así como cae detenido en Quilpué y posteriormente trasladado a la ciudad de Concepción.
Consecuente con sus ideales, comenzó a desarrollar muchas iniciativas al interior del penal, iniciativas que han venido beneficiando a muchos internos, principalmente referidas a la preparación para la P.S.U.
Hoy no pertenece a ninguna orgánica política y todos estos años se ha esmerado por cumplir con los requisitos del reglamento de Beneficios Intrapenitenciarios, que emana de Gendarmería. No obstante cumplirlos todos a cabalidad, el gobierno, representado en la Dirección Nacional de Gendarmería, le ha negado sistemáticamente la posibilidad de algún beneficio.
Eduardo ha postulado a salida dominical, desde noviembre del año 2005, ya que desde esa fecha el reglamento se lo permite. Dadas las constantes negativas, nos hemos embarcado en la solicitud de traslado a la región en que yo resido desde el año 2006, Región de la Araucanía. Estas solicitudes, también han sido denegadas, aduciendo “alto saldo de condena” y “demasiada inteligencia”.
Todo este deprimente escenario, ha provocado el colapso total y los lamentables acontecimientos del domingo 19 de abril de 2009:
Mi esposo, Eduardo Vivian, en un estado de "shock", intentó quitarse la vida, quemando su cuerpo a lo bonzo. Su salud en estos momentos es considerada de gravedad, el martes 21, se le iban a retirar los vendajes a fin de evaluar la situación actual de sus heridas y poder determinar el real riesgo vital.
Desde ya agradecemos las innumerables muestras de solidaridad y afecto y requerimos nos puedan ayudar con la solicitud de traslado, ya sea a través de cartas al ministro de Justicia, y al director nacional de Gendarmería, de tal forma que Eduardo, pueda estar físicamente más cerca de su hogar, obvio, cuando su salud se lo permita.
No es mucho lo que pedimos, únicamente que al recuperarse, aunque sea por razones humanitarias, no sea devuelto al penal El Manzano y pueda continuar con su reclusión y rehabilitación física en la provincia de Malleco. Sólo eso necesitamos para que su cuerpo y espíritu, quemados por igual, puedan recuperarse paulatinamente.
Esta es la constante preocupación y el gran dolor de Eduardo, necesito darle esa noticia para que tenga fuerzas para sobrevivir. Esta crisis se fue generando lentamente por la negativa a las solicitudes de beneficio, pero esta reacción tan radical –intento de suicidio– ha sido producto de una paranoia latente respecto de mi seguridad personal. Muchos años viajando desde Santiago todos los fines de semana y otros cuántos conduciendo desde Victoria a Concepción, le hicieron delirar y manifestar que yo estaba en peligro de muerte.
Termino estas palabras reiterando la necesidad de utilizar todas las vías que nos permitan sensibilizar al gobierno para que acceda, una vez recuperada la salud, a hacer efectivo el traslado; sólo de esto depende su mejoría.
Ni Eduardo ni yo, estamos pidiendo libertad, ni acusar inocencia, mucho menos abusar de un pasado político, sólo pedimos se nos respete el derecho a estar juntos como familia, coexistiendo en una misma ciudad.
Patricia Lucía Martínez Castro
patricia.martinez.castro@gmail.com