PUENTES VIRTUALES, VIRTUALIDAD REAL
Uno de los primeros esfuerzos por lograr una biblioteca virtual fue sin duda el Proyecto Gutenberg (www.gutenberg.net), iniciativa de principios de la década de 1971/80 lanzada por Michael Hart. Si al comienzo los libros fueron en inglés, en la actualidad cuenta con más de 14.000 obras digitalizadas en varios idiomas, incluyendo el castellano.
Cabe destacar dos cosas, Proyecto Gutenberg, primero, surge cuando la internet era un sueño en el que aún no nos sumergíamos, y, segundo, pudo convertirse en realidad gracias al trabajo anónimo y voluntario de millares que se ofrecieron a tipiar los textos.
20 años después fue posible encontrar las primeras revistas producidas con criterio profesional, portales que ofrecieron hospedaje gratuito a miles de páginas de comunicadores no por entusiastas y aficionados menos interesantes, minieditoriales, grupos unidos por intereses comunes, cazadores soitarios de lectores de cuento, poesía, organizadores de cadáveres exquisitos, en fin, y la red fue un hecho cultural que no se podía desconocer. Hoy se ha dado un paso más: surgió la «cultura del blog».
Biblias y calefones
Hacia la mitad de la década de 1991/2000 se inició la tentación/necesidad de banda ancha; con ella también empezó el reino de la imagen y el sonido. Mucho pop y alguna sonata de Mozart. Primeras animaciones acabadas hechas para la web. Para entonces la computadora era una necesidad en los hogares de quienes podían pagarla y un reclamo en colegios y universidades. La guerra Mac/PC estaba en su apogeo y Linux serpenteaba mordiendo un poquito aquí y otro alla. Quienes mordían fuerte eran los animadores de pornografía y ofertas sexuales.
Muchas personas se conocieron en la internet, algunos formaron pareja gracias a ella, otros viajaron, algunos abusaron, no faltó quien asesinara. A fines de los noventas la web era ya un intrincado universo, una geografía cambiante, con brillos y oscuridades, donde el vendedor de cuerpos se rozaba con el ideólogo y algunos ancianos con los grupos juveniles más radicales. Y donde la cinta azul resistía a los gigantes –no son molinos de viento– que pretenden todavía domesticarla.
América Latina llegó tarde al mundo virtual, y todavía mantiene un retraso considerable. Muchos editores de publicaciones gráficas desconfían de la red: temen que al colocar sus revistas o diarios en ella pierdan lectores que paguen por su ejemplar. Pobres: no se dan cuenta que una publicación en la web deja de ser local y se convierte en universal. Global, se dice ahora.
Oír radio en la compu no es novedad. El siglo XXI (es un decir, hay países y gobernantes que aun no alcanzan a Atenas clásica, otros representan el espírtu de la horda en movimiento, armas atómicas para diferenciarlos de esos antepasados) une texto, imagen y sonido: internet hace posible ver pasablemente bien una película o la transmisión –o grabación– de un concierto. Un número cada vez mayor de personas se informa por internet mientras cae la credibilidad de los medios tracionales.
Con la imagen de una Biblia al lado de un calefón Discépolo, en Cambalache, caracterizó al siglo XX. No por los objetos, sino porque muchos, ay, usaron el calefón para lavar la Biblia de todo aquello molesto, como la solidaridad, por ejemplo, y oraron al calefón a sabiendas que éste jamás les podría reprochar sus imprecaciones.
Internet por lo pronto es un continente en el que recién ha comenzado el mestizaje; convengamos en que mestizarnos –el fornicio mal visto– y matarnos –la marca de Caín del progreso– son las actividades en las que resulta más exitoso el animal civilizado.
De cualquier manera, dos experimentos –convengamos también en llamarlos experimentos– capturan la atención de cada vez más internautas latinoamericanos, pero no sólo latinoamericanos. Ambos –como Piel de Leopardo, pero con mayor amplitud– son también puentes interculturales. Uno, el más antiguo, es una biblioteca virtual, el otro es un canal de TV.
LA WORDTHEQUE
En el alba de la internet una pequeña empresa de traducciones –Logos (www.logos.net), en el norte de Italia– apostó lo que tenía, básicamente su futuro, al nuevo medio de comunicación. Atrás quedaron los documentos entregados por el correo –o depositados directamente en sus oficinas–, los envíos por teletipo, los faxes. Se impusieron el correo electrónico, los envíos ftp, las relaciones directas entre traductor/cliente.
Todo ello originó, aparte de la tecnología específica para manejarlos, una serie de archivos que situaban palabras, expresiones y contextos en varios idiomas, latinos y no, que convenía estuvieran disponibles, simultáneamente y en tiempo real, para los traductores y eventualmente sus clientes. Pronto se sumó una suerte de diccionario de autoridades: ¿cómo usaron determinado vocablo los escritores –y los científicos, los investigadores sociales, los artesanos–?
Pronto la herramienta que era la Wordtheque –palabroteca– se convertía en un sitio visitado por estudiantes, maestros, curiosos. Dejaba de ser coto privado para convertirse en espacio público. La dirección y administración de Logos tenía alternativas: o la protegía para que continuara nada más que como herramienta utilitaria, cobraba por su uso o la abría derechamente a todos.
Conducta extraña para una empresa privada que persigue financiarse y ganar dinero: la abrió a todos. No sólo eso: quienes acceden a ella están invitados a hacer su aporte. Hoy cuenta con un acervo de más de 707 millones de palabras prácticamente en todas las lenguas vivas. Esas palabras se encuentran en novelas, poemas, obras de teatro, artículos de prensa, etc… escritos ¡hasta en klingorn!, el idioma de los una vez enemigos del capitán Kirk de la nave Enterprise.
En la actualidad en ella es posible encontrar y bajar a disco decenas de miles de obras, consultar diccionarios, que incluyen lenguas originarias de América y Polinesia, leer obras infantiles que, como muchos poemas, pueden además escucharse en la voz de sus autores o recitados por actores, una sección de biografías, diccionarios infantiles y mucho más.
Dato interesante. Está disponible en la Wordtheque una grabación de la legendaria actriz de teatro, cine y TV y mujer de radio argentina Niní Marshall (Buenos Aires, 1903-1996), en formatos MP3 y WMA.
Enlace a la Wordtheque: (www.wordtheque.com.
El material de Niní Marshall se encuentra aquí.
ARCOIRIS TV
Puede ser considerado un canal de TV que transmite por internet a la hora y en el momento en que se quiera «sintonizarlo» o una videoteca abierta las 24 horas del día. En castellano, francés, italiano, portugués e inglés.
¿Qué hay en ella? literalmente miles de horas de material: largometrajes, documentales, grabaciones de conciertos, testimonio de hechos importantes. Sólo en nuestro idioma hay más de 350 vídeos y largometrajes.
Arcoiris TV facilita sus instalaciones a la Cinemateca Nacional de Chile –virtual–; a TeleSur, la televisora latinoamericana, que es posible ver en streaming (tiempo real); dispone de los archivos del programa cultural Off the Record, y, en común con el archivo DiFilm (www.archivodifilm.com), ha enriquecido su acervo con material cinematográfico argentino, que incluye películas que se daban por perdidas.
Hasta el cierre de esta nota 33 producciones conforman el acervo fílmico de Brasil. Arcoiris invita a los videastas latinoamericanos a compartir su material, sus experiencias y poner enlaces a sus portales.
En los últimos días Arcoiris TV puede verse en streaming:
Hotbird 1 – 13° est
Frecuencia: 11534
FEQ: 3/4
Polarizacion: Vertical
Symbol rate: 27.500
Nombre del Canal: Arcoiris Tv
Los programas serán transmitidos desde las 21 hasta las 24 horas, con una réplica por las mañanas desde las 8 hasta las 11 horas. En las horas restantes transmitiremos la señal de TeleSur.
El material de Arcoiris puede ser visto en otros sitios-web, también en forma gratuita. Con un clic sobre el botón a4c1b.png se accede a las instrucciones y los enlaces para hacerlo. De esta forma se enriquecen los contenidos del sitio y, no menos importante, se ayuda a divulgar los vídeos entre un mayor número de personas.
Para acceder a Arcoiris TV en castellano: http://es.arcoiris.tv,
donde se encuentran los enlaces para la Cinemateca Virtual de Chile y TeleSur.
ArcoirisTV en portugués: http://br.arcoiris.tv.