Juan Antonio Sanz - publico.es
Los presidentes de EEUU y Ucrania hablan de avances hacia la paz, pero ven insalvable la brecha con Rusia sobre el Donbás. El ataque ucraniano a una residencia de Putin dispara la tensión en el peor momento.
El optimismo mostrado por los presidentes de Estados Unidos, Donald Trump, y Ucrania, Volodímir Zelenski, al terminar su pontificada reunión en Florida este domingo tuvo mucho de escenografìa y de intento de justificar un encuentro demandado por Kiev y la Unión Europea, pero que, en realidad, no podía llegar muy lejos.
El supuesto ataque con drones lanzado por Kiev en la noche del domingo al lunes contra una residencia en Novgorod del presidente ruso, Vladímir Putin, oscureció los resultados de esa reunión y evidenciò que la guerra aùn puede empozoñarse mucho, como había vaticinado Trump horas antes.

Hasta el momento, tanto rusos como ucranianos habían evitado atacar a la cúpula política del contrincante. En mayo de 2023, un dron ucraniano impactó contra el techo del Kremlin, pero en este último ataque, los rusos hablan de hasta 91 drones, todos ellos derribados. De confirmarse el ataque, que niega Kiev, se habría dado un peligroso giro en el conflicto. Según afirmó Putin, Moscú podría revisar su postura negociadora tras este «ataque terrorista» a la residencia de Dolgiye Borodi.
Una acción «descabellada»
Tras el incidente, Putin llamó por teléfono a Trump, quien manifestó su indignación y calificó el ataque como «una acción descabellada». Según dijo a la prensa Yuri Ushakov, asesor de política internacional de la Presidencia rusa, durante la conversación telefónica que mantuvieron los dos presidentes, Trump se mostró «indignado» por lo ocurrido.

Horas antes del fallido ataque a la residencia oficial de Putin en el lago Valdai, Trump y Zelenski hablaban de que se estaba yendo por el buen camino, pero que había «asuntos muy espinosos» que impedían concretar un armisticio, una manera eufemística de señalar que las posturas rusa y ucraniana en lo que se refiere a las anexiones de Moscú en estos casi cuatro años de guerra son insalvables. Especialmente en lo que se refiere al Donbás, esa zona del este de Ucrania que Rusia considera como uno de sus territorios históricos irrenunciables y merecedores de continuar la guerra el tiempo que sea preciso.
«Creo que estamos en las etapas finales de las conversaciones y lo vamos a ver», afirmó Trump al terminar el encuentro celebrado en su residencia de Mar-a-Lago, en Florida. «Nos estamos acercando mucho, tal vez muchísimo, a un acuerdo», añadió el jefe de la Casa Blanca. También se mostró de esa opinión, al menos ante la prensa, Zelenski, Pero solo en un principio. Según se apagaba el calor del momento del encuentro, los dos líderes mostraron una mayor cautela y dejaron claro que está aún todo por decidir.
Trump: la guerra podría durar mucho tiempo
«O termina (la guerra) o va a durar mucho tiempo y millones de personas más van a morir», dijo Trump. «Hemos hecho un gran progreso hoy, pero también lo hicimos el mes pasado. No es éste un acuerdo que se resuelva en un día. Es un asunto muy complicado», reconoció el presidente estadounidense.

Este lunes, Zelenski explicó en una rueda de prensa algunos pormenores de las conversaciones que mantuvo con Trump en su residencia de invierno. Según el líder ucraniano, en el borrador del acuerdo de paz concretado con el presidente estadounidense el domingo, a su vez desarrollado sobre otra hoja de ruta de veinte puntos y en base al primer plan presentado por Trump en noviembre de 28 puntos, demasiado prorruso a gusto de ucranianos y europeos, se estableció que las llamadas garantías de seguridad «sólidas» que aportará EEUU para Ucrania durarán al menos quince años.
Zelenski dijo a los periodistas que quería lograr que esas garantías fueran mucho más largas, incluso hasta alcanzar los cincuenta años.
Por eso, Zelenski insistió en otro punto que también rechazan los rusos y que seguramente fue tratado el domingo con Trump, aunque al respecto el líder de la Casa Blanca se ha mostrado siempre muy evasivo. Para Zelenski, la garantía «real de seguridad» en Ucrania sería la presencia en su territorio de tropas extranjeras, esencialmente europeas.
Esa aportación exterior a un posible contingente de paz será abordado el próximo mes de enero por la llamada Coalición de Voluntarios por Ucrania, un grupo de 35 países, la mayor parte europeos y liderados por Francia y Gran Bretaña. El presidente galo, Emmanuel Macron, ya ha confirmado ese encuentro destinado a “ultimas las contribuciones concretas de cada país” al sostenimiento del esfuerzo militar ucraniano y al eventual despliegue de tropas de interposición.
Unos planes de futuro sin mucha base factual. De poco sirve hablar de garantías de seguridad para Ucrania o incluso de un «paquete de prosperidad para posguerra» que incluiría un acuerdo de libre comercio con EEUU cuando la brecha más profunda entre las posiciones rusas y ucranianas sigue invariable e incluso se amplía según avanza la ofensiva militar de Moscú en el este de Ucrania.
Moscú confía en la conquista militar y cambio de cromos
Rusia ha ocupado y anexionado la mayor parte de las regiones que conforman el Donbás, esto es, Lugansk (conquistada casi totalmente) y Donetsk, donde aún una quinta parte podría estar bajo control ucraniano. En su posición de máximos, Moscú reclama que Kiev le ceda ese 20% de Donetsk que está aún en manos ucranianas. Los ucranianos estarían dispuestos a que Donetsk se convirtiera en buena parte en esa zona desmilitarizada siempre y cuando los rusos también cedan igual proporción de territorio. Algo que el Kremlin nunca hará.
Lo máximo que ha aceptado Moscú en las últimas semanas ha sido sugerir que podría devolver a Ucrania algunas zonas de las llamadas franjas de seguridad que está conquistando en el norte del país, en las regiones de Sumi y Járkov, y en el centro-sur, en Dnipropetrovsk y Mykolaiv. Aún quedaría, además, el problema de las anexiones realizadas por Rusia en Zaporiyia y Jersón, en el sur, ya reconocidas como parte de la Federación Rusa, así como la situación de la península de Crimea.
Rusia se anexionó Crimea en 2014 y actualmente ocupa el 75% de Zaporiyia y Jersón. El pasado 19 de diciembre, Putin dejó de nuevo claro que cualquier acuerdo de paz debería basarse en las condiciones que ya adelantó en 2024, es decir, Ucrania debería retirarse de todo el Donbás y de las partes que aún controla en Zaporiyia y Jersón. Uno de los actuales planes del Kremlin es la toma total de Zaporiyia, de cara a unas eventuales negociaciones.
El 26 de diciembre, en una reunión con magnates y oligarcas rusos, Putin adelantó que podría intercambiar algunas zonas conquistadas por Rusia a cambio de la totalidad del Donbás, una exigencia ésta inamovible. Según recogió el diario ruso Kommersant de ese encuentro, Putin ya habló de esta posibilidad a Trump durante la cumbre que celebraron en agosto en Anchorage, Alaska. Por lo demás, afirmó el líder ruso, «el Donbás es nuestro».

Zelenski ha rechazado siempre esta posibilidad y así seguramente lo planteó este fin de semana en Mar-a-Lago. En declaraciones al margen de la cumbre, el líder ucraniano insistió en todo caso en que, para aceptar una cesión ucraniana de territorio, sea en el Donbás o en cualquier otro lugar, Ucrania debería votarlo en referéndum y que para preparar al país y realizar esta consulta se precisaría al menos dos meses de alto el fuego.
Los rusos no se tragan la añagaza y ya han indicado que no es precisa ninguna tregua para realizar el referendo y menos aún si es aprovechada por Ucrania para rearmarse. Tampoco si eso sirve, como abogan Francia, Reino Unido y Alemania, para comenzar el despliegue del citado contingente «de paz» europeo. Tal acción supondría de facto la imposición de un alto el fuego permanente a Rusia o, más inquietante, una confrontación abierta entre rusos y europeos.
Según el Kremlin, la Casa Blanca no es tampoco partidaria de semejante referéndum por la implicación europea inmediata en el conflicto y los posibles intentos de Bruselas de arrastrar a Washington al mismo. El asesor de Putin para Política Exterior, Yuri Ushakov, señaló que en la llamada que este domingo Trump hizo a Putin, justo antes de reunirse con Zelenski, los dos presidentes abogaron por «una decisión audaz sobre el Donbás sin demora» a fin de evitar una «prolongación del conflicto».

Por si no quedaran las cosas claras, el ministro de Exteriores ruso advirtió este domingo sobre las prisas de los europeos para desplegar sus tropas en Ucrania. «Cualquier contingente de tropas europeas desplegado en Ucrania se convertiría en un objetivo legítimo para las fuerzas armadas de Rusia», señaló Lavrov.
Zelenski insistió en su canal de Telegram en que, en última instancia, será la presión que sus aliados hagan sobre Rusia la única forma de hacer cambiar de rumbo a Moscú en la actual dinámica bélica. Es decir, la misma postura que ha mantenido Zelenski desde que comenzó la guerra: la participación europea en el conflicto ha de ser directa y no solo con dinero y armas. Aquí surge una natural inquietud sobre los pasos que podría dar Zelenski para arrastrar a los europeos a la guerra.
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