¿QUÉ ES EL TERRORISMO?
Terrorismo es toda forma de sometimiento que se logra mediante la infusión del miedo. Terrorista, en consecuencia, será todo individuo que emplee el pavor –es decir, que infunda pánico– para la consecución de cualquier propósito personal o de algún grupo específico.
Terrorista es un delincuente que, tras blandir cualquier arma letal –cuchillo, pistola, fusil, etc.–, pretenda apropiarse de bienes ajenos, dinero o la satisfacción de sus deseos carnales.
Terrorista es cualquier político o militar que, tras amenazar a una o más personas con el uso de una fuerza armada a su mando, consigue coaccionar o imponer determinada ideología o sistema de gobierno.
Terrorista es el juez que utiliza su investidura y atribuciones judiciales con el fin de someter o castigar a quienes le cuestionan sus decisiones, cuando tales no responden rigurosamente a la exacta interpretación de las constituciones o leyes que rigen en los territorios donde ejerce funciones.
Terrorista es el profesor que somete a sus alumnos mediante amenazas de índole académica, como la reprobación injusta o arbitraria de exámenes. Igual el estudiante que amenaza a su profesor cuando lícitamente lo aplaza.
Terrorista es un jefe de administración –de cualquier institución o empresa, pública o privada– que usa su poder para perjudicar a los demás, sin tomar en cuenta procesos de naturaleza legal.
Terrorista es el padre que amenaza con golpear, o echar a la calle a su hijo, cuando desacata sus decisiones sin agotar recursos como: la plática, el afecto, o la intervención de las autoridades publicas.
Terrorista es el hijo que amenaza con lesionar a su anciano e indefenso padre, obligándolo a legarle dinero, bienes o funciones de mando en su residencia o en alguna empresa de su propiedad.
Terrorista es el funcionario policial que exhibe una credencial y armamento para extorsionar, chantajear u obligar que alguien confiese haber cometido un delito o que lo lleve a cabo.
Terrorista es el oficial o suboficial militar que obliga al subalterno a realizar actividades ilícitas, inhumanas o vejatorias, tras amenazarlo con castigos corporales o encarcelamiento.
Terrorista es cualquiera que emplee inmoralmente el poder [político, administrativo, médico, académico, judicial, financiero, etc.] para inducir a una persona al suicidio.
Terrorista es el asesino –genocida o no– que justifica sus actos por una supuesta «obediencia debida» a los dictados de una autoridad militar superior a la suya.
Terrorista es toda persona que cometa actos criminales tras arrogarse investiduras de naturaleza divina.
El «Terrorismo» está profunda e indiscutiblemente fusionado (vinculado) con prácticas como el crimen, la intimidación, el autoritarismo, secuestro, violencia, amenaza, persecución, expropiación y apropiación indebida.
¿Puede ser legítima la violencia?
Porque intimida, hace daño físico, psíquico o coacciona al ser humano, no existe forma de violencia calificable de legítima. Su carácter y fundamento son aspectos irremediablemente letales. A causa del culto a la violencia, los hombres jamas hemos podido unirnos para el establecimiento de una sociedad única o Comunidad Universal.
La violencia atenta contra el concepto superior según el cual es pusilánime toda nacionalidad, demarcación territorial o apropiación de espacios en el firmamento.
La paz, libertad, respeto mutuo, igualdad y fraternidad son las únicas propuestas irrecusablemente legitimas que se nos está permitido formular a cualquier entidad racional.
Aun cuando pudiéramos presumir que las armas puedan ser útiles para nuestra defensa personal, su producción, venta, almacenamiento, porte y uso comporta nuestra propensión a institucionalizar o satisfacer la cobardía y la corrupción moral.
Pródigo el hombre o la mujer que execra a quien propugna la confrontación física, exalta la discusión intelectual y doblega sus instintos de violencia. No puede merecer el calificativo de inteligente quien suple la ausencia de la razón con un arma.
La quiescencia no es el propósito trascendental del hombre superior, sino su condición natural y no develada por miedo.
Sólo percibo corajudo a todo gobernante que ha excluido de su mente la idea de utilizar los regimientos para impulsar una revolución. La exclusión de la violencia es el supremo desafió de quien se presume valiente y adepto de la verdad.
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* Escritor venezolano.
Este artículo se publicó en el número 25 de la revista El Reportero de Mérida, Venezuela (correspondiente al año 2001-2002).
Correo electrónico del autor: jimenezure@hotmail.com