¿Qué pasó con la revuelta popular de octubre 2019? De la insurrección al encierro electoral

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La última semana se realizó en Santiago la presentación del libro titulado ¿Qué pasó con la revuelta popular de octubre 2019? De la insurrección al encierro electoral, publicado por Ediciones Escaparate de Concepción y CIPPSAL. El ensayo cuenta con ponencias presentadas en la Escuela de Formación Política  18 de octubre de los académicos Igor Goicovic, Rafael Agacino y Juan Carlos Gómez Leyton. Las ponencias, antes de convertirse en el libro que presentamos, fueron publicadas en el Clarín. Las lecturas y los comentarios llevaron a la inmejorable idea de hacer este libro, una herramienta necesaria de análisis y combate.

A un año y medio del estallido social de octubre del 2019 hay algunas certezas: el país sigue alterado y probablemente se halla en camino de una mayor e irreversible mutación. Podemos mirar al estallido como una imagen para reconocernos, una representación que incorpora a una pluralidad ausente durante los últimos 30 años. Aquel momento que aparece como una revelación y que se ritualiza durante el resto del año por todo el país ha dejado las bases para uno de los procesos más relevantes que se tenga recuerdo en las últimas décadas y sin duda en lo que llevamos de siglo.

El estallido abrió el espacio a la revuelta social, a una rebelión popular que está en el aire pese a la pandemia, a la reacción de las elites y al actual proceso constitucional que poco y nada recogerá de las demandas de la revuelta.

¿Cómo se explica un evento de esta magnitud en un país que había sido destacado por inversionistas y foros internacionales como el más estable de Sudamérica? ¿Qué fuerzas se ocultaban en el tejido social para hacer saltar por los aires un país completo? Estas y otras decenas de preguntas, que no ofrecían respuesta desde las instituciones, y menos aún desde la visión de alienígenas que tuvo entonces Cecilia Moreal desde su casa en San Damián, sí las tenían desde la academia, desde las organizaciones, desde la misma calle. Desde hace muchos años la revuelta era una certeza, la única duda era cuándo ocurriría.

En este año y medio transcurrido desde entonces, desde aquel instante epifánico, la democracia liberal, o la singular y amañada copia que existía en este país, se desprendió de todas sus máscaras. Nunca hubo socialdemocracia parlamentaria en Chile sino un gran pacto, un consenso tácito y continuo, para abrirle todos los espacios posibles e imaginables a los mercados. Todo el armazón institucional, el sistema económico y político, ha sido una gran plataforma para la gestión y ganancia de los mercados. Lo que hubo por décadas en Chile es uno de los proyectos más obscenos para el enriquecimiento de capitalistas de toda ralea a costa de las personas y los recursos naturales.

Afortunadamente hemos llegado al final de este camino. Ya no hay discursos ingenuos sobre el progreso, la distribución de la riqueza, los tiempos mejores y otros cuentos de hadas. La clase política, también afortunadamente, se exhibe en su más impúdica desnudez y fealdad, ya no como grupo rentista y accesorio sino como estorbo a las fuerzas sociales. Incapaces de canalizar el torrente, se suben al dique policial y militar levantado por el gobierno para contener las protestas.

El neoliberalismo chileno, que nació con la bota militar y la metralleta, se renueva 40 años más tarde otra vez con toque de queda y la furia policial. Es como vivir la distopía neoliberal a la chilena. Es la realidad de este pobre país arrasado a su antojo desde su fundación por las oligarquías. Un año y medio con todas las heridas abiertas y con las esperanzas por el suelo.

En medio de esta escena, entre las barricadas aún calientes, entre la confusión y el encierro, en medio de la plena incertidumbre está también la reflexión y el análisis. Durante este verano, se realizó la Escuela de Formación Política  18 de octubre, organizada por el Colectivo Universitario de Izquierda de La Serena, que se difundió a través de la página de Facebook live de Radio Popular La Revuelta. En la jornada participaron tres destacados académicos que entregaron a los jóvenes una imagen precisa sobre el actual momento que vive la revuelta popular, los obstáculos, los riesgos que enfrenta y sus proyecciones.

La escuela comenzó con la intervención del académico e historiador Igor Goicovic Donoso sobre el tema “El 18 de Octubre y el ejercicio político de la violencia popular”. Una segunda intervención estuvo a cargo del economista Rafael Agacino que hizo un análisis crítico de la coyuntura y los desafíos del pueblo frente al proceso constituyente, en tanto el cierre lo realizó el académico y doctor en Ciencias Políticas  Juan Carlos Gómez Leyton con la ponencia sobre el proceso constituyente y el pueblo movilizado.

La escuela política, que tuvo una gran audiencia en las plataformas de streaming, fue más tarde transcrita por el corresponsal del Clarín de Chile en Valparaíso Guillermo Correa Camiroaga y publicada como texto en tres documentos diferentes. Tres grandes artículos con un mismo objetivo: la observación del presente tras la revuelta popular y sus escenarios futuros. Un contenido para la lucha política, de barricada, hoy organizado como un solo gran texto en el libro titulado ¿Qué pasó con la revuelta popular de octubre 2019? De la insurrección al encierro electoral.

Este libro, que puede entenderse como una herramienta de combate, también contiene elementos de reflexión y análisis para comprender qué ha pasado en Chile desde el 2019 hasta estos días. Con el análisis bien avanzado sobre las causas del estallido nos interesa observar el momento actual sobre un muy extraño proceso electoral y constitucional arrebatado por las elites en el más puro estilo gatopardiano. Una deriva que otra vez se mueve sin conexión con las demandas de la ciudadanía; un proyecto político capitalista que probablemente será reforzado para la continuidad de las estructuras de propiedad.

La respuesta solo está en el pueblo, nos dicen en suma los autores. En la lucha desde abajo, en las organizaciones, en sus territorios. Así ha sido y así seguirá. Y no hay caminos intermedios, como hemos podido constatar en la historia reciente y pasada.

Me permito hacer algunas reflexiones finales. Vivimos tiempos absolutamente inéditos y desconcertantes. Escenarios globales, localidades interconectadas, tiempos simultáneos, como no ha sucedido jamás en la historia conocida. Aquello que acontece en este pequeño rincón del mundo parece saltar en sorprendentes similitudes en otras y múltiples latitudes. Aquella desazón, que es también rabia, indignación, desesperación se replica como un trueno por toda la política globalizada.

Y en este trance, efecto de causas malignas, como ha sido el neoliberalismo desatado y la crisis terminal de las democracias liberales, tenemos a la pandemia como expresión perfecta del mal. El Mal, que abarca todos los aspectos de la política y la economía, del agotamiento de los recursos naturales, del planeta con su temperatura desatada, se representa esta vez como una pandemia que se reproduce sin dar tregua.

Ante esta ola gigante lo que estamos viviendo hoy en Chile no tiene futuro. Tiene un muy mal pronóstico, como si se tratara de una enfermedad terminal. La revuelta social ha abierto grietas enormes en el orden que controla el país; la institucionalidad, absolutamente deslegitimada por sus desigualdades estructurales, su desproporcionalidad y su corrupción, también como expresión del mal, está en el suelo y ninguna constitución podrá levantarla. Lo que está en el suelo es el estado chileno oligárquico y neoliberal y seguirá allí hasta que las propuestas levantadas desde el pueblo tengan alguna opción de ser realidad. La otra alternativa es el estado fallido.

 

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