Antònia Crespí Ferrer - publico.es
Las recientes victorias electorales y la ruptura con la disciplina del partido en el desbloqueo del cierre de Gobierno acentúan las divisiones en la formación.
El buen resultado electoral del pasado 4 de noviembre fue un oasis para los demócratas, pero no el final del desierto por donde están vagando desde hace un año. Las victorias electorales por todo el país señalaron distintas estrategias para hacer oposición a Donald Trump e intentar remontar en las legislativas del año que viene. También cristalizaron las divisiones que anidan en el seno de la formación y las tensiones por el relevo generacional en un momento en que el liderazgo del partido sigue en disputa.
A pesar del carisma y el ascensor meteórico, no se puede hablar de Zohran Mamdani como el nuevo rostro del partido. Sí que es el del ala más a la izquierda, pero no de toda la formación. A mediados de octubre, a las puertas de los comicios, Político realizó una encuesta sobre quién es el líder del partido. Mientras que en las filas republicanas no había margen de duda a la hora de señalar a Trump, la respuesta más repetida entre los votantes demócratas era «No lo sé». El 21% marcaba esta opción, mientras que el 10% decía directamente «nadie».
Las recientes victorias electorales han devuelto el pulso a un partido que parecía en coma. En las principales contiendas para gobernadores en Virginia y Nueva Jersey, las dos demócratas, Abigail Spanberger y Mikie Sherrill, lograron victorias contundentes con facilidad. El resultado también indica un incipiente cansancio frente a Trump por parte de los votantes, que si el republicano no corrige a tiempo dará aún más fuerza a los demócratas en las legislativas del año que viene.Pero a pesar de empezar a intuir dónde el partido debe poner el foco en su mensaje político, estos buenos resultados no se traducen en el descubrimiento de un nuevo líder. Al contrario, echan más posibles contrincantes a la arena política. El desbloqueo del cierre de Gobierno, propiciado por la ruptura de la disciplina del partido de ocho senadores demócratas, aún ha acrecentado más estas brechas internas. No solo hay una división ideológica, sino generacional dentro de la formación, y llamamientos del bloque progresista para que Chuck Schumer renuncie como líder de la minoría en el Senado después de impedir la deserción de los legisladores en la votación.

Schumer, a sus 74 años, es una de las caras más visibles del establishment y también de lo que se denomina la
gerontocracia del partido. Algunas voces del ala más izquierdista del partido ya están pidiendo que dé un paso al lado como senador por Nueva York y así dejar la vacante para que la congresista Alexandria Ocasio-Cortez pueda presentarse como candidata para su asiento en la Cámara Alta. Ocasio-Cortez, otro rostro del ala progresista, también es una de las caras conocidas de los demócratas. Pero igual que con Mamdani, su perfil sigue estando demasiado a la izquierda para que sea vista como una opción viable para liderar el partido.
Quien captó la señal de los tiempos fue la expresidenta de la Cámara de los Representantes y peso pesado del partido, Nancy Pelosi. Justo después de la arrolladora victoria de Mamdani, la congresista, de 85 años, anunció que en las próximas legislativas no se presentaría a la reelección para su escaño.
*Corresponsal de Público.es en Estados Unidos
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