Ramón Cotarelo / La pederastia en la Iglesia

Lo importante de esta lamentable circunstancia no es que los eclesiásticos hayan faltado al mandato evangélico, como han recordado múltiples voces citando las palabras de Cristo acerca de la piedra de molino atada al cuello. Tampoco es que se hayan hecho reos de delitos y no sólo de pecados como interpreta a su favor la Iglesia que es aquí la persona moral concernida por cuanto las aberraciones no son casos aislados sino arraigadas y extendidas costumbres en su seno.

Hace siglos que los curas saben que su negocio no tiene nada en común con el Evangelio; que su negocio es de este mundo y consiste en administrar en beneficio propio el miedo y la superstición de la gente, en el entendimiento de que ese beneficio propio además de enormes riquezas lleva pago y cobro en especie.
 
Lo importante es la publicidad; que haya caído el muro de secreto y silencio con que la Iglesia ha ocultado siempre y sistemáticamente esta nefanda costumbre; que todo salga a la luz; que hablen las víctimas, que son cientos, miles (las vivas; las ya difuntas los dioses saben cuántas serán); que larguen los medios. Que se sepa.

Y que se sepa en tiempos de internet, del dominio público de la ciudadanía universal. A ver cómo oculta la Iglesia que hay páginas en la red, como Rendición de cuentas de los obispos.org[1] desde 2003, que contienen verdaderas bases de datos (incluidas fotos en muchos casos) sobre curas acusados de pederastia, condenados por ello, sobre víctimas, encubrimientos obispales, pleitos civiles, pagos millonarios.

Esa publicidad es demoledora y la reacción del Vaticano hablando de conjura muestra la conciencia de su culpabilidad, pues, como dice Kant, "todos los actos de los hombres que se refieren a derechos de otros y no pueden hacerse públicos son injustos".
 
También de esto avisa Cristo cuando, hablando de la hipocresía de los fariseos, augura: "No habrá nada oculto que no se desvele ni escondido que no se conozca. Lo que dijisteis entre tinieblas se dirá a la luz del día y lo que os hablasteis al oído en las alcobas se predicará en los tejados" (Luc. 12, 2-3). Precisamente este Papa, Benedicto XVI, especialista en Cristo, parece haber sido el responsable del encubrimiento vaticano de la pederastia, en su condición de Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe durante 20 años.

[1] Aquí.
 
Ramón Cotarelo es catedrático de Ciencias Políticas.
En el diario Público de Madrid.

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