Razones para oponerse a las macroplantas de biogás y biomasa

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La megalomanía ibérica solo camufla la falta de escrúpulos, el asalto al dinero público y la agresión sin medida del medio ambiente y a la salud de las personas

“Ya están aquí los del no”, dirán algunos avispados empresarios. “Pero, ¿no queríais una transición verde?”, dirán algunos audaces emprendedores. “Nunca estáis conformes con nada”, dirá algunos cargos, altos o bajos, de ciertas administraciones.

Pues no. No estamos conformes. Porque nuestro deber ciudadano no es estar conformes, es ser personas críticas con lo que se plantea, sobre todo si hablamos de grandes transformaciones de la sociedad. Hay que hacer una transición ecológica, que comprende desde la generación de energía hasta su utilizaciónQué es la transición verde

Hay que hacer una transición ecológica, que comprende desde la generación de energía hasta su utilización, desde el uso de los materiales hasta el respeto a la vida –toda la vida, no solo la humana–. El cambio climático exige transformaciones urgentes, como también el resto de límites planetarios, de los cuales ya hemos sobrepasado 7 de los 9 identificados. No podemos permitirnos el lujo de perder el tiempo, y tampoco de errar el tiro.

Y por eso mismo, cuando observamos una repentina proliferación de proyectos en toda España, sobre todo de macroplantas de biogás, pero también de centrales de biomasa, es lógico plantearse: ¿por qué esto ahora? ¿y por qué a esta escala?

Fijémonos que hay un prefijo que siempre nos tiene que hacer saltar todas las alarmas: “Macro”. Cuando las cosas se hacen a lo grande, eso quiere decir que se va invertir mucho dinero, ergo hay grandes capitales detrás. Y el gran capital solo se mueve cuando puede generar un gran beneficio. La misma dinámica de maximización del beneficio es la que lleva a lo macro, porque al concentrar se reducen los costes unitarios –o eso dicen los manuales de economía. Se maximiza el beneficio económico, sí, pero se hace al coste (ambiental y social) que sea…

Al capital no le preocupan las cuestiones morales o ambientales. Tampoco el futuro de nuestra especie

La otra cosa que nos tiene que poner en guardia es la urgencia. Porque urgencia, sin duda, la hay; pero es una urgencia que percibimos y vivimos íntimamente sobre todo las personas que venimos del mundo académico y del activismo, porque cuando percibes esa urgencia no puedes menos que moverte, que actuar.

Y no es la misma urgencia la que mueve al capital. Al capital no le preocupan las cuestiones morales o ambientales. Por no preocuparle, no le preocupa ni el futuro de nuestra especie. Al capital solo le interesa la ganancia. Y podría pasar, al menos desde el punto de vista teórico, que por una vez los intereses del capital y los del activismo y la academia coincidiesen. Podría pasar. Pero nunca pasa.

Lo que todo ambientalista necesita saber sobre capitalismoQuizá porque hacer las cosas bien supone un coste económico que, como dicen los manuales de economía, lo mejor es externalizar, es decir, que lo pague el otro, o el Estado, o los demás, o todos. O nadie. Lo peor es que últimamente se utiliza la noción de “urgencia” para fustigar a los grupos ecologistas que se oponen a estos proyectos desarrollistas y macro, desarrollados por la vía rápida. ¿Qué hay más rápido que obviar la evaluación del impacto ambiental?. Se les acusa, se nos acusa, de “retardistas” o incluso de “negacionistas”. Y para añadir insulto a la afrenta, quienes nos acusan son gente a la que, en realidad, los problemas ambientales y sociales les traen sin cuidado.

Durante los últimos diez años hemos visto una expansión sin igual de los proyectos de Renovable Eléctrica Industrial (REI), caracterizada por los macroparques eólicos y fotovoltaicos, que no siempre han sido bien recibidos (y aún menos veces han sido bien implementados) en numerosos puntos de la geografía española, despertando respuestas para defender lo que empiezan a entenderse como “zonas de sacrificio”.

Era la gran Transición Renovable y Ecológica, se nos decía, la Gran Descarbonización, la Electrificación de la Economía, el Gran Salto Adelante de la electrificación y la digitalización. Los fondos NextGenerationEU y los objetivos de reducción de emisiones de la Unión Europea garantizaban el apoyo institucional necesario para que estos proyectos tuvieran una rentabilidad y seguridad garantizadas. Y así, todos se lanzaron hacia el nuevo Eldorado, sin planificación, sin asegurarse de que las tecnologías palanca de la sustitución energética estuvieran allí, o tan siquiera fueran técnicamente posibles…

Se sigue hablando de coches eléctricos y de hidrógeno verde, pero cada vez con menos entusiasmo  

Han pasado diez años y ahora nos estamos lamiendo las heridas que llevaban tiempo abiertas pero que han terminado por descarnarse desde el gran apagón del 28 de abril de 2025. Se sigue hablando de coches eléctricos y de hidrógeno verde, pero cada vez con menos entusiasmo mientras se liquidan centenares de proyectos de nueva energía renovable y las grandes compañías se van retirando discretamente del escenario (o no tan discretamente).

Todo el mundo en el sector sabe que la transición renovable al modelo REI se está acabando, al menos por una largaTIPOS DE REI - Mind Map temporada. El consumo de electricidad está en su punto más bajo en 17 años. Sí, han leído bien: el consumo de electricidad lleva cayendo (y no solo en España) desde 2008, sobre todo por culpa de la desindustrialización. Y a pesar de la evidencia, se siguió instalando más y más potencia renovable para abastecer un mercado eléctrico en contracción. Por eso, el mercado eléctrico está saturado, y la pésima planificación y un modelo técnicamente imposible han llevado a la actual debacle. El REI ha muerto.

Pero, a REI muerto, biogás puesto. Y biomasa, que va justo detrás. El gran capital no está dispuesto a permitir que la megamáquina industrial se pare simplemente porque las leyes de la física, la química y la biología digan que no se puede. No se va a parar la megamáquina aunque lo que se pretende sea algo tan absurdo como crecer infinitamente en un planeta finito. A falta de REI, se pretende hacer lo que siempre hizo la humanidad: quemar. Y dado que ahora mismo la megamáquina industrial es gigantesca, el objetivo es quemar cantidades gigantescas de lo que sea necesario. Y en este caso, de lo que queda por quemar: la propia vida de este planeta.

Se empieza por los residuos, lo cual nos lleva al biogás. Sobre el papel, la cosa parece tener sentido: se toman restos orgánicos, se descomponen en un biodigestor, y se produce cierta cantidad del hidrocarburo más sencillo que existe, el metano o gas natural. Se trata de una molécula con solo un átomo de carbono y cuatro hidrógenos pegados a ella.

Biogas - environmentally friendly and sustainable energy production ...Es un gas que se produce espontáneamente cuando la materia orgánica se pudre, y como es un gas de efecto invernadero más potente que el dióxido de carbono, resulta mejor extraerlo, aprovechar la energía que da quemarlo –lo cual lo convierte en dióxido de carbono, que, aunque no es bueno, es mejor que liberar metano– y encima la materia no digerida –el digestato– se puede usar, en teoría, como abono.

Además, nos dicen que es un gas renovable, porque no tiene emisiones de CO2 fósil asociadas; todo el CO2 proviene del que habían absorbido previamente las plantas que dieron lugar a los residuos, con lo que se trata de CO2 “circulante”, no CO2 extra proveniente de los combustibles fósiles. Para poner la guinda al pastel, estas plantas sirven para dar un valor económico a residuos hasta ahora contaminantes o problemáticos, como los purines. Todo son ventajas… ¿No?

El biogás no es neutro en emisiones de carbono, porque la materia orgánica usada se hizo crecer usando fertilizantes y mecanización que usó combustible fósil

En realidad, todo son mentiras. Para empezar, el biogás no es neutro en emisiones de carbono, porque la materia orgánica usada se hizo crecer usando fertilizantes y mecanización que usó combustible fósil. El digestato sigue causando los mismos problemas de saturación y contaminación que los purines, y algunos nuevos, dependiendo de qué materia orgánica se haya procesado: no es lo mismo usar restos de plantas que purines y restos de animales, inclusive cadáveres.

El digestato puede convertirse en un auténtico polvorín de sustancias tóxicas y microorganismos nocivos. En la práctica, el digestato suele estar contaminado con metales pesados y antibióticos, y resulta peligroso su uso como fertilizante o en la recuperación de suelos agrícolas.

Pero hay más. Para que la producción de biogás sea económicamente significativa, los proyectos se ven abocados a loProcesamiento de Digestato | HRS Heat Exchangers macro, de nuevo: hay que procesar enormes cantidades de materia orgánica para que la producción de gas sea mínimamente interesante. Pero las zonas de implantación y las comarcas aledañas no producen suficientes residuos para estas macroplantas, y eso hace que, al final, se desplieguen grandes plataformas logísticas, con cientos de camiones que transitan cada día para traer toda esa materia orgánica en descomposición para ser procesada, y luego camiones para llevarse el gas hasta los puntos de recepción, y el digestato a los puntos de procesamiento o de utilización.

Este tipo de planta es conocido por generar un gran volumen de olores nauseabundos, y eso sin contar con el riesgo ambiental en general, y específicamente por contaminación de aguas (los purines, precisamente, son mayoritariamente agua, con lo que se generan enormes volúmenes de líquidos contaminados). Con todo ese tránsito de camiones, a veces hay accidentes, y los residuos se esparcen, se aventan, se filtran…

Las plantas que interesan a los promotores son grandes, mayores de 100.000 toneladas al año y esto amplifica los problemas ambientales, el daño a las calzadas, los accidentes de tráfico, los impactos en la salud y la depreciación general del territorio. En plantas grandes acaba resultando casi imposible evitar escapes gaseosos y controlar el destino final del residuo líquido y sólido.

Tampoco existe coordinación entre proyectos, de forma que no solo se multiplican los problemas ambientales y¿Sabes qué es el digestato? | Bioeléctrica sanitarios generados por plantas cercanas unas de otras, sino que no hay suficientes residuos orgánicos en un radio de 30 o 50 kilómetros, como se indica en los proyectos individuales. Dicho de otro modo, los mismos residuos se contabilizan varias veces para usarse en varias plantas. Todo esto compromete incluso la viabilidad económica a medio plazo de estas plantas, que arrancan apoyadas por subvenciones y facilidades fiscales y financieras y que se irán enfrentando a un mercado variable.

Lo cierto es que la operación de estas macroplantas es siempre económicamente ruinosa sin ayudas públicas. Los costes operativos, con toda la logística y procesamiento, son mucho más elevados que el beneficio esperable de la venta del gas. Se subvenciona para garantizar una producción de gas nacional, pero en realidad el coste es tan oneroso que, si todos estos proyectos se llevaran a cabo, se tendrían que reducir muchos programas sociales para poder permitirnos pagar el precio de este progreso.

Las plantas de biogás solo tienen sentido a pequeña escala, como se ha hecho en Alemania: una granja que aprovecha su pequeña producción de gas para sus necesidades energéticas. La megalomanía ibérica solo camufla la falta de escrúpulos, el asalto al dinero público y la agresión sin medida del medio ambiente y a la salud de las personas, particularmente en el entorno rural y en los pequeños municipios donde se proyectan estas grandes plantas de biogás.

Adentrarse por ese camino nos lleva al peligro de la deforestación, como si nuestros bosques no estuviesen suficientemente amenazados

Además, detrás del biogás ya asoma su siniestra silueta la biomasa. De nuevo, grandes instalaciones; de nuevo, la mentira de la neutralidad del carbono y el sello de “energía verde”; de nuevo, apaciguando miedos diciendo que solo se usarán rastrojos y restos de poda. Estos restos vegetales, como los residuos de almazara, no reúnen las características por sí solos para generar metano de forma eficiente. Deben ser combinados con otros restos orgánicos. Al final, si se quieren conseguir los volúmenes de energía previstos a partir de biomasa, se tendrá que recurrir a la tala y a quemar bosques enteros. Pero el bosque se regenera, nos dirán.

Y sí, pero solo si se tala de manera sostenible. No se puede cubrir ni una mínima parte del consumo energético actual de España a partir de la biomasa que genera el territorio. Adentrarse por ese camino nos lleva al peligro de la deforestación (como si nuestros bosques no estuviesen suficientemente amenazados por el extractivismo global, los incendios y el cambio climático). El bosque, recordémoslo, es vida, ya que es refugio de biodiversidad, contribuye al ciclo del agua, evita las escorrentías demasiado intensas y modera las temperaturas.

Pero es que, además, los actuales proyectos de biomasa para generación eléctrica (en un país cuyo consumo de electricidad disminuye desde hace 17 años, recordémoslo) ocultan otros aún más siniestros, que pronto emergerán con fuerza, a medida que la escasez de petróleo sea más patente: se va a usar de forma masiva el proceso de Fischer-Tropsch para convertir biomasa en sucedáneos de petróleo, a falta del oro negro fósil. El problema del proceso de Fischer-Tropsch es que no solo es muy ineficiente, es que requiere mucha agua, emite mucho CO2 y es muy contaminante. Sería la puntilla que acabaría de destruir nuestra sociedad, en medio de la actual crisis socioecológica.Premium AI Image | TechnoFantasy Reverie in Wonderland Copy Space

Ya está bien de huidas hacia adelante. Ya está bien de tecnofantasías modeladas al gusto de los grandes intereses económicos y el oligopolio energético. Basta ya de poner la vida en peligro. Los proyectos de biogás y biomasa que emergen con fuerza por todo el Estado español son la última amenaza para la supervivencia de nuestra especie. Decir no a esta nueva locura del necrocapitalismo terminal es la obligación de cualquier persona sensata. Paremos ya esta máquina de destruir y sentémonos a dialogar, para construir una sociedad justa y vivible dentro de los límites biofísicos del planeta. Nos va literalmente la vida en ello.

*Turiel es Investigador Científico en el Instituto de Ciencias del Mar del CSIC, Valladares escientífico y divulgador medioambiental español nacido en Mar del Plata, Argentina, y es doctor en Biología por la Universidad Complutense de Madrid  .Boedera es guionista, periodista y activista en Rebelión Científica y Global Sumud Flotilla.

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