Redes de combate a la pobreza Brasil

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La formación de redes de diálogo entre profesionales envueltos en el combate a la pobreza es un avance en Brasil. De hecho, una tarea tan ardua no podría estar sobre los hombros de un único Ministro u otro tomador de decisiones. Sin embargo, este esfuerzo se enfrenta a un error de cálculo geográfico: dónde está la pobreza.

Al creer que la pobreza está solamente en las favelas (zonas marginales) y en las periferias, los que toman decisiones muestran el pobre tenor de sus propias ideas.

Reconozco el mérito de la recién creada Iniciativa Brasilera de Aprendizaje por un Mundo sin Pobreza, debido a la solidaridad interinstitucional con que contarán las políticas de combate a la pobreza en Brasil. Tal iniciativa recibió el nombre de Mundo sin Pobreza (World Whitout Poverty, WWP) y se lanzó en el marco del 2014 en Río de Janeiro. El gobierno brasilero acaba de inaugurar un programa de combate a la pobreza y ya lo consideran como algo de cobertura mundial, así el gobierno exporta un modelo de combate a la pobreza a un mundo donde la miseria y la desigualdad no son (con algunas excepciones en África, Ásia, el Caribe y la propia América del Sur) tan extremas como en Brasil.

Mientras tanto, la propuesta de Mundo sin Pobreza es fortuita. El Website de Mundo sin Pobreza informa que algunos objetivos de esta iniciativa son: apoyar discusiones sobre la reducción de la pobreza, formar redes de profesionales comprometidos con el sector y promover el compartir conocimientos al respecto entre los países.

En la Iniciativa Mundo sin Pobreza el gobierno brasilero (en este caso con la colaboración del Ministerio de Desarrollo Social y Combate al Hambre) se asoció con el Instituto de Investigación Aplicada (IPEA), el Banco Mundial (que surgió a través del Banco Internacional para Reconstrucción y Desarrollo, BIRD). Curiosamente estos organismos planifican la reducción de la pobreza sin cambiar el modelo de desarrollo brasilero, mientras tanto creen en la linealidad del desarrollo al nombrar a Brasil como país “en desarrollo”, con lo que estaríamos apenas en una etapa histórica más atrasada. Quienes toman las decisiones de ponen de acuerdo entre ellos, pero no reforman sus ideas para dar “saltos” como los que dio la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) en 1950 y 1960.

Es necesario reconocer, a pesar de las críticas expuestas en este texto, que programas sociales como Bolsa Familia y el Plan Brasil sin Miseria avanzan en la inclusión social, en la reducción del hambre y en el incentivo al trabajo. La intención de estos programas es noble y constructiva, malo es el uso que una parte de sus beneficiarios hacen sin que necesiten de incentivos del gobierno o sin aprender a andar con sus propias piernas (que es el mensaje principal de estos programas).

Aunque los equipos gubernamentales se esfuercen en corregir los programas sociales, las políticas de inclusión educacional-social del Brasil están lejos de ser un ejemplo para el mundo. En Brasil, estas políticas diferencian a los sectores que son muy ignorantes de aquellos que son bien educados, con programas como Ciencia sin Fronteras. Este transforma a los que ya eran bien educados en seres ultra educados, con bolsas millonarias para financiarles estudios en el exterior, mientras que las mayorías juveniles reciben mucho menos recursos (a lo máximo bolsas de centenas de Reales) que no los sacan del abandono, de la ignorancia y de la br ninas musicasmarginalidad.

Hay que repensar entonces, en lo que se quiere combatir/reducir en Brasil (porque pensarlo en el mundo es por lo menos una tarea audaz) y dónde comenzar. Ya que el tema que abordo aquí trata de la pobreza, creo que los programas gubernamentales actuales apuntan a la pequeña rama que nace torcida en el árbol. Por eso estos programas (sobre todo por contar con la sociedad con el Banco Mundial) están muy distantes de promover un cambio estructural en Brasil, como lo hicieron las ideas que emergieron de la CEPAL durante las primeras décadas posteriores a su fundación.

El combate a la pobreza no comienza con la caridad de dar comida a los indigentes, sino con el cambio de la pobre mentalidad de los dirigentes del país, que se ponen de acuerdo para cumplir con formalidades burocráticas del “sistema”, garantizar sus salarios y contarle al mundo sobre las conquistas que no tenemos.

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