Requiescant in pace

Por él, el poeta, el periodista, el que sabía contar cosas, doblaron las campanas. Murió en su paisito, que de veras se hace pequeño mientras la noticia gira triste y yira por calle y calle, sin contener pena y lágrima al recibir tanto abrazo.

En fin: partió Mario Benedetti, la mesa de un café quedó definitivamente vacía y alguna tinta medio solitaria comienza la espera mientras una hoja de cuderno buscará con el tiempo alguien que la escriba.

Hace años, en la segunda mitad de los ochentas, Helena Villagra dijo que Benedetti iba a morir algún día. Hablábamos de otros asuntos, no recuerdo bien, de las canciones de Zitarroza quizá. O del vino en la noche. Su hermana, la Chesa única, había recordado un verso o una frase de Benedetti: "No sé qué dice el viento del exilio". Todos conocíamos el exilio.

"Mario se morirá un día, como todos –dijo Helena–, y no lo recordaremos como escritor, sino como el hombre bueno que es".

Han pasado más de 20 años de esa reunión en casa de la Chesa, un pequeño departamento por esas callecitas de Buenos Aires. Otras cosas murieron antes que Benedetti, pero esa noche la recuerdo: El hombre bueno que es. He ahí un epitafio. Lo demás es pena.
Jorje Alejandro Lagos.

El verso se lo encuentra en Vientos del exilio, publicado en 1981; el poema es éste:

Un viento misionero sacude las persianas
no sé qué jueves trae
no sé qué noche lleva
ni siquiera el dialecto que propone

creo reconocer endechas rotas
trocitos de hurras
y batir de palmas
pero todo se mezcla en un aullido
que también puede ser deleite o salmo

el viento bate franjas de aluminio
llega de no sé dónde a no sé dónde
y en ese rumbo enigma soy apenas
una escala precaria y momentánea

no abro hospitalidad
no ofrezco resistencia
simplemente lo escucho
arrinconado
mientras en el recinto vuelan nombres
papeles y cenizas

después se posarán en su baldosa
en su alegre centímetro
en su lástima
ahora vuelan cómo barriletes
como murciélagos como hojas

lo curioso lo absurdo es que a pesar
de que aguardo mensajes y pregones
de todas las memorias y de todos
los puntos cardinales
lo raro lo increíble es que a pesar
de mi desamparada expectativa

no sé qué dice el viento del exilio.

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