Ricardo Alarcón de Quesada*
El “Programa de Acción Encubierta”, más bien una porción muy mutilada, fue publicado por el Departamento de Estado en 1991 (Foreign Relations of the United States, 1958-1960, Volume VI, Cuba, págs. 850-851). Lo más interesante de este documento es probablemente lo que sigue ocultando. Señala “cuatro cursos de acción principales”, siendo los dos primeros, precisamente, “la creación de la oposición” – algo que califica como “primera necesidad” de todo el plan – y la “poderosa ofensiva de propaganda” para inflarla y hacerla creíble.
A estos dos propósitos fundamentales se dedican dos párrafos con un total de diez líneas. Llama la atención que según el editor a continuación del primer párrafo venían diez líneas y al final del segundo otras cuatro, todas ellas aún secretas. El Programa incluye, desde luego, los otros dos “cursos de acción principales”, referidos a actividades de inteligencia y paramilitares.El texto cierra regresando al tema de la propaganda. A ella destina cinco párrafos pero sólo reproduce uno. Los otros cuatro permanecen ocultos.
Las acciones encubiertas no han cesado a lo largo de medio siglo sólo que ahora a ellas se suman, además, los proyectos que aparecen en los presupuestos de la AID, la NED y otras entidades norteamericanas que abiertamente consignan su respaldo financiero a la “oposición” cubana y los pagos generosos a quienes distorsionan la realidad de la isla y mienten a sabiendas.
Son muchos los conjurados que han guardado fidelidad a aquel juramento. Lo siguen cumpliendo al pie de la letra incluso algunos políticos y periodistas que jamás han sido invitados a la Casa Blanca. No importa. Ellos se ocupan de que “la mano de Estados Unidos”, la dadivosa mano de Washington, se mantenga oculta.
*Presidente de la Asamblea del Poder
Los comentarios están cerrados.