Rivera Westerberg / La sombra de los invasores en 274 páginas

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Son las que dedicó Alejandro Agostinelli para rastrear las Historias reales de extraterrestres en la Argentina. Agostinelli es periodista y en el ejercicio de su profesión ha debido cubrir con largueza el vasto mundo de la realidad dentro y fuera de su país; la curiosidad, empero, o tal vez querer mantener un ángulo amplio de visión lo lleva y lo trae por senderos que no son un chiste y en los que no es difícil tropezar –o ser empujado.

Tras 20 años de periodismo podría uno preguntarse por qué se termina –en apariencia al menos– calibrando personas y lugares en la frontera entre lo cotidiano y lo que parece extraordinario. Esa frontera es el universo en que se mueve Alejandro Agostinelli. Un mundo poblado por naves de otra parte y sus tripulaciones, cuyos continentes son creencias poco comunes o decididamente insólitas y en cuyos mares suelen navegar extraños animales paridos por la ignorancia y el sectarismo.

¿Qué opone este autor a dogmas y realidades que algunos consideran indiscutibles? La razón. La razón vestida con las mejores galas del escepticismo, que es –como se sabe y lo establece el diccionario– desconfianza o duda de la verdad o eficacia de algo. Tal vez no siempre sea equilibrado negar la existencia de aquello que no se ve o no se puede probar empíricamente, pero por cierto parece más sano que aceptar llenarse los bolsillos y mochilas de asuntos extraños. Por bizarros que parezcan(1).

En el principio estaba el ovni, luego creció el Uritorco –podría decirse en la Argentina–. El objeto volador no identificable que los adeptos suponen cargados de buenas nuevas y salvaciones varias: el plato volador como suerte de trineo entre las calles de la Jerusalén celestial y los terrestres agobiados. El mítico cerro de la provincia de Córdoba como pista de aterrizaje de esos ovnis y lugar de encuentro donde los creyentes buscan sabiduría y paz. En la Argentina, claro, porque cada país tiene sus Uritorcos propios y nadie –que sepamos– se preocupa por saber si también sus naves intergalácticas exclusivas.

De cualquier modo Alejandro Agostinelli hincó el diente a las historias de ovnis en su país. No para demoler la fe sencilla de los que esperan se destraben los misterios de la vida y de los futuros posibles, tampoco para desenmascarar negocios y profesiones negociables amparadas en su eventual existencia. Se limita a dejar constancia –no sin humor– de que esas historias son o fueron, y aporta más de una cuota razonable que permite pensar, además, que fueron –o son– producto de confusiones, afán de lucro, porfía, delirios.

Quizá lo más importante no sea la factura del libro, los casos presentados. Probablemente lo más importante es que Invasores – Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Sudamericana, Buenos Aires, 2009) es la obra partera de un escritor al que desde ya tenemos derecho a exigirle más. Mucho más.

 

(1) Al revés de lo que muchos creen, bizarro no designa en castellano –sí en inglés– lo anómalo, extraño u horrible. En nuestro maltratado idioma lo bizarro es lo que destaca por apostura, elegancia, vigor.

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