Savio: Chile, un país de gran individualismo, con sentido de comunidad reducido
En diciembre, Roberto Savio recibió la Medalla Rectoral de la Universidad de Chile, en una ceremonia donde además presentó la edición chilena de su libro “Para comprender y cambiar el mundo de hoy”, dirigido a los jóvenes, donde plantea las principales complejidades y problemáticas del mundo actual. Con más de 90 años, analiza en entrevista con Prensa Uchile, el Chile de ayer y hoy, la visión de sociedad y cómo “las nuevas generaciones no son el futuro, sino el presente”.
«Hoy en América Latina, la idea de encontrar elementos comunes de diálogo es difícil. Hoy se habla solo de intereses y antes existían otros valores como la justicia social», dice Savio en conversación con Prensa de la Universidad de Chile.
“Vengo de un Chile que ya no existe, de un Chile de los años ’60 hasta el 73, de un Chile muy diferente. Era un país, muy solidario, muy civil, donde la gente se saludaba, no había conflictos sociales, había civilización”, comienza diciendo el economista y periodista Roberto Savio, pues él conoce muy bien Chile, y ha podido ver cómo el paso de los años y los diversos procesos sociales, históricos y económicos han traído diversas consecuencias para una sociedad -que dice- se ha vuelto individualista.
Hace solo un par de semanas, el intelectual italo-argentino presentó en la Casa de Bello la edición chilena de su libro «Para comprender y cambiar el mundo de hoy», escrito junto a Giuliano Rizzi y adaptado al español por Gustavo González Rodríguez y dirigido a las nuevas generaciones, dónde además recibió la Medalla Rectoral de la Universidad de Chile, reconocimiento que se concede a destacados integrantes de la comunidad universitaria, a visitantes ilustres o personalidades importantes.
– En diciembre, recibió un importante reconocimiento en la Universidad de Chile, ¿cómo esto lo motiva a continuar? ¿Cómo está hoy?
– Vengo de un Chile que ya no existe, de un Chile de los años sesenta hasta el 73, de un Chile muy diferente. Era un país muy solidario, muy civil, donde la gente se saludaba, no había conflictos sociales, había civilización.
Recuerdo una vez que yo estaba compartiendo con Frei en Algarrobo, y llegó Allende. Estábamos en los últimos días de la campaña electoral y Allende me dijo ‘¿está aquí Frei?’, y yo respondí que sí, bañándose, a lo que él se sacó el pantalón y se fue a bañar, a nadar y buscar a Frei. Para mí, que venía de Italia, donde la lucha política era fuerte, el hecho de que dos candidatos presidenciales a pocos días de las elecciones se bañaran juntos, me pareció algo extraordinario. Hoy, esto no es posible.
Este país ya no existe. Hoy Chile es un país de gran individualismo, donde el sentido de la comunidad lo veo bastante reducido, donde se ha creado una cultura del éxito, de la competencia. Hoy día las tiendas están abiertas todo el tiempo, todos están buscando hacer el mayor dinero posible. Es una sociedad que ha cambiado mucho porque ha perdido ese espíritu de comunidad, de sentirse parte de algo. Hoy la gente, cada uno, tiene su mundo propio. Hay muy poca empatía, poco diálogo, no hay interés por los demás.
– En este Chile actual, ¿cómo ve a los jóvenes? Se lo pregunto por el libro que recién sacó, dirigido a ellos…
– Esta es una pregunta compleja. Chile no es un país aislado, es parte de una comunidad internacional, aunque a veces los chilenos lo olvidan, pero hoy, Chile vive del comercio internacional, trabaja con computadores con Inteligencia Artificial (IA) producida en otros países. Chile está integrado en el mundo mucho más de lo que la gente cree y lo que pasa en el mundo tiene repercusiones aquí. Por ejemplo, lo que ocurre en Siria, tiene repercusiones aquí, impacta en el precio de una serie de materias primas, y esto tendrá impacto en la comunidad chilena. La gente ve a Siria como algo lejano, pero no es así.
Ahora, Chile, en esta interdependencia en la cual está, es un país que se encuentra frente a tres problemas. El primero, es que América Latina no logra integrarse. Esto es muy curioso porque uno que viene de afuera se encuentra con un continente donde todos hablan un mismo idioma, aparte de Brasil, todos tienen básicamente una religión en común, todos tienen una cierta cultura en común, parte naturalmente de la cultura indígena. Son países muy parecidos en todos lados.
Sin embargo, usted va a Asia, va a Tailandia, cruza y llega a Birmania y es otro mundo, es otro idioma, otro tipo de religión, otro tipo de música, de comida, de arquitectura. Chile es un país que, lógicamente tendría que integrarse y no lo logra porque todavía cuando usted va a Arica, tiene los monumentos de los próceres, va a La Paz y tiene monumentos de los próceres y nos hemos quedado en 1820, en muchos sentidos.
Y, en el momento en el cual estamos, donde la integración económica es fundamental para poder competir internacionalmente, América Latina no logra realizar este paso por razones obvias, como diferencias políticas.
En segundo lugar, es que en América Latina ha habido un proceso súper importante de los años ochenta en que la escuela de pensamiento de los Chicago Boys, donde el mercado es lo que importa en la sociedad y no el hombre, el mercado soluciona todos los problemas. Mientras el Estado menos se meta, mejor es porque embarra el libre mercado. Esto ha tomado fuerza porque hoy en América Latina, la idea de encontrar elementos comunes de diálogo es difícil.
Hoy se habla solo de intereses y antes existían otros valores como la justicia social. Trump dice que cada país tiene su propio interés. Ahora los intereses son diferentes por definición y hacer un mundo basado en intereses crea una ruptura. Y las generaciones ven ahora un desplazamiento geopolítico importante porque Estados Unidos está en una crisis interna de globalización mucho más delicada de lo que la gente piensa, y esta crisis de geopolitización va a aumentar el choque de Estados Unidos con China porque cuando hay crisis internas, las soluciones son siempre buscar afuera una solución. En Europa hemos buscado la migración.
Ahora, el debate se está desplazando a Asia. América Latina está quedando en una posición bastante marginal y, en este combate que tienen por ahora, Estados Unidos y China, ¿qué va a hacer América Latina? La lógica sería que se juntará y tuviera un poder de negociación en la región, con grandes recursos y negociara de igual a igual con EU y China, pero esto no va a pasar.
– ¿Por qué escribirle a los jóvenes? ¿Cuál es el rol que tienen los jóvenes en este escenario y en el caso de Chile?
– Para mí estamos frente a un problema muy importante. No se puede dar respuesta a su pregunta sin antes dar solución a este problema. Actualmente la gente es ciudadana o es consumidora, esa es la cuestión. Creo que estamos en un punto donde la gente es siempre más, en lugar de ciudadano, consumidor. Ahora, ¿cómo nace eso?, de un fenómeno bastante claro, desde el invento de la escritura se vivía en una sociedad del conocimiento dónde la gente buscaba conocer; y el conocimiento se desarrolla principalmente en el área izquierda del cerebro.
Ahora, llega un momento en qué del mundo del conocimiento, se pasa al mundo de los sentidos que es otra cosa. Este nace cuando llega la radio y después la televisión. Y, el mundo de los sentidos se basa en imágenes, no en texto. Cuando nace el gran hermano y todos estos programas de televisión, hay un cambio geopolítico fundamental porque el obrero que vuelve a la casa, quiere entretenerse, no quiere pensar, entonces, mira todas estas cosas y lentamente lo sacan de una cultura del conocimiento y lo llevan a una cultura de los sentidos donde las imágenes son el punto más importante.
– Y, en base a eso mismo, ¿cómo la IA puede contribuir o no a este mundo más acelerado e individualista?
– La IA tiene una característica importante. Nosotros, hasta ahora, hemos vivido en un mundo orgánico, usted y yo somos orgánicos, la naturaleza también lo es. Sin embargo, la IA es inorgánica, entonces se abre un mundo en el cual el hombre nunca ha estado delegando funciones de su ser a un mundo inorgánico. ¿Qué significa esto? Por ejemplo, yo a través de la IA entro siempre a un mundo virtual -que antes era imposible- acá yo me realizo como persona.
El año pasado Nike vendió 40 mil pares de zapatos virtuales, a 20 dólares cada par, a personas que habían creado un avatar virtual y le ponían zapatos. En China, el año pasado, hubo 60 mil matrimonios de gente que no existía, de avatares. Entonces, ahí los amigos se encuentran, todos participan, discuten, se casan como decía recién.
Entonces este refugio en el mundo virtual aumenta el individualismo, la falta de diálogo, la destrucción del sentido de comunidad porque si yo no me siento más parte de la comunidad no puedo creer, por ejemplo, en la justicia social, porque no la veo, no me interesa, no puedo creer en el valor de la solidaridad, y así hay una serie de valores que van desapareciendo. Resultado: estamos en una ciudad donde la gente cada vez es más sonámbula, vive una vida donde, por ejemplo, la generación de los 30 es diferente a la de los 20.
Esta última, vive el día mucho más, mientras que la gente de los 30 piensa ya en un diseño futuro. Veo con mucha preocupación que el hombre esta perdiendo su conciencia empujado por la industria de los sentidos y por otro lado por la IA si no logramos controlarla.
– En el caso del periodismo, ¿qué pasa con la IA? ¿cuál es el aporte?
– La IA va a ser extremadamente útil en algunos sectores, tales como, medicina, todo lo que es científico porque tiene la capacidad de cálculo, es una tecnología que busca dar soluciones al hombre. Por ejemplo, tu tienes muchas moléculas y quieres ver cuál es la que funciona como antibiótica. El problema es el impacto de la IA en la sociedad, en el hombre.
Según la Organización Europea de Cooperación y Desarrollo, en Europa vamos a crear 34 millones de puestos de trabajo con la IA y se van a perder 58, y de ahí son 24 millones de personas, con más de 50 años, como choferes de locomoción, de camiones. Esta gente será muy difícil que se recicle. Un niño de 8 años ya es parte de un mundo digital. Un señor de 50 no, así que estamos frente a un cambio muy importante.
Chile, en todo esto, tiene la posibilidad de manejar este cambio si no solo este gobierno, sino durante tres gobiernos, se manejen las dos relaciones: uno donde la educación dé la posibilidad a quien estudie de desarrollar pensamiento crítico. Hoy, la educación está pensada sobre todo para ser una forma de encontrar trabajo, de preparar al joven e incluirlo en el mercado de trabajo. Con la IA que llega -si uno no tiene un pensamiento crítico- va a quedar homogenizado en una inmensa cantidad de gente igual.
El segundo punto: hay que invertir en el sentido de tener una capacidad de manejarse con la IA en Chile, la que hoy es producida en EU y China. En el caso de la primera, lA es producida por hombres blancos, americanos. Quiere decir que son hombres patriarcales, que creen que EU tiene el deber de gobernar el mundo, que tienen una visión de la sociedad del hombre americano. En China hay una visión opuesta, allá cuenta más la sociedad que el individuo. En el caso de Chile, ¿qué hace? ¿Escoge el mundo de China o el americano?
Tiene que haber la capacidad local de desarrollar una identidad digital propia, que disponga de la historia de las tradiciones. Creo que hoy en el modelo de la IA chileno, por ejemplo, no hay nada de mapuche, y si no hay una participación de los mapuches tenemos necesariamente un país racista, y un país racista no es un país viable.
Ahí esta el desafío: tener la capacidad local de influir en la IA y tener una educación que prepare al ciudadano a ser más persona en este mundo que viene de homogenización. Esto no lo puede solucionar un solo gobierno, se necesitan por lo menos 12 o 15 años seguidos.
– Volvamos a su reciente libro, ¿cómo lo describiría?
– Escribí el libro con la preocupación de que la gente hoy es poco ciudadana y este libro es muy sencillo. Identifiqué los 20 problemas globales que hay ahora. Al final de cada problema hay un espacio de reflexión para que quien lea tenga que pensar, y un ejemplo positivo para que se vea que todo problema tiene un arreglo si hay voluntad política.
Este es un libro que quiere que la gente tome conciencia y termine tomando una posición, sea de izquierda o derecha, no importa -ambas son legitimas- pero tiene que tener una posición, no puede decir no me interesa. Si la gente no tiene la sensación de ser parte de la sociedad, y que cada uno tiene que entenderla para ser parte activa, se vuelve una persona que no existe, un marginado.
Además, tiene una parte global y una parte local. Actualmente se está publicando en Árabe, en Vasco, en Catalán, además de la versión para América Latina.
– ¿Próximos desafíos?
– Hoy estoy aquí, he terminado mi periplo de Argentina, Uruguay y Chile, donde he dado conferencias en universidades, conferencias de prensa, buscando reabrir el debate sobre la desaparición de los valores, del declive del occidente, de la necesidad de encontrar un camino constructivo en momentos de disgregación y ahora me voy a Tunquén donde tengo varios amigos, estaré allá y voy a pensar un poco en lo que escribiré en el futuro.
– ¿Algún mensaje para los jóvenes chilenos?
– Todo el mundo habla de los jóvenes como el futuro, pero yo digo que son el presente, no son el futuro. Y, si los jóvenes no toman su papel nadie lo hará por ellos.
* Prensa Universidad de Chile
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