Salmones muertos y fugados: desastre ambiental y sanitario en Chile
Gonzalo Tarrués
Con pocos días de intervalo el mar costero del sur del Chile fue víctima de varios desastres cuyo actor excluyente se llama salmón, protagonista de la obra degradación ambiental, todos relacionados con la industria salmonera; los hechos ocurrieron en la Región de Los Lagos y en la Región de Aysén: cientos de miles de salmones criados en cautiverio huyeron de sus jaulas. Y un número indeterminado murió: pueden estar infectados con el virus ISA. Piden se declare emergencia sanitaria.
El "incómodo" –para el gobierno y su contrapartida la Alianza por Chile– senador Nelson Ávila, al parecer el único parlamentario que tuvo oídos para escuchar a los trabajadores y residentes en la zona, denunció lo que podría ser uno de los más graves casos de contaminación producida por la industria salmonera chilena; un número no precisado de peces –entre 200.000 y 700.000– fugó de sus jaulas o murió en ellas, causando, con el correr de los días, un siniestro panorama contaminante en las aguas y el litoral marino.
Antes de viajar a la zona para constatar in situ los riesgos que presenta la situación, Ávila denunció los hechos a la Subsecretaría de Pesca en Valparaíso. La emergencia la producen millares de salmones muertos, acumulados al interior de las balsas-jaulas en la región de Aysén, en clara contravención –señaló– a las disposiciones sanitarias vigentes respecto al manejo de mortalidades masivas de estos peces. Y están los "fugados".
El asunto tiene su historia.
En la segunda semana de diciembre, el dirigente de los pescadores artesanales, Custodio Cerón, hizo saber que embarcaciones de las ya muchas veces cuestionadas empresas salmoneras –que no identificó: fue una maniobra clandestina–, tiraron al mar centenares de cadáveres de salmones frente a las áreas de manejo de la pesca artesanal local.
La denuncia se quiso desmentir, pero el 30 de diciembre, una barcaza que transportaba recipientes con cadáveres de salmón hacia la Isla de Chiloé, se volcó frente a la boca del fiordo Comau, desparramando su carga.
Estos hechos servirán para que la opinión pública internacional –en el país prima la "ley del cloroformo"– pueda apreciar integralmente los valores que presiden esta industria, al menos en Chile.
El asunto no acaba aquí. Al día siguiente, el 31 de Diciembre, entre 200.000 y 700.000 ejemplares de salmones escaparon de una docena de jaulas en los centros de cultivo ubicados en el litoral de Puerto Montt y Calbuco, más al sur. Las empresas, atribuyen el hecho al mal tiempo imperante en esos días en el área, que destruyó –dicen– las jaulas.
Los trabajadores señalan que fue un hecho programado por las empresas para evitar los costos de las cosechas de un producto que no respondía a los estándares internacionales y al bajo precio que experimenta el producto. Agregan que el cálculo mañoso de las pérdidas justificará probablemente el cobro de seguros y –no puede ser de otra manera– próximos despidos.
“Se trata de un problema, que puede tener repercusiones más profundas que ésta que estamos sufriendo en el sur de nuestro país. En este instante, se reconoce que una especie como ésta, depredadora, no sólo va a terminar con las especies silvestres que dan vida a nuestra pesca artesanal. También, la contaminación que llevan consigo puede tener alcances insospechados, no sólo para la biomasa sino que también para las personas. Ya se registran, en este sentido, casos muy preocupantes de personas que están sufriendo los efectos de esta contaminación”, dijo el senador Avila.
Con celeridad el director en la zona de Sernapesca, Francisco Fernández, "confirmó" que la fuga de los peces se debió “fundamentalmente por el viento y el oleaje”. Las 12 balsas jaulas eran propiedad de Salmones Mainstream. Candorosamente virtuoso, Fernández puntualizó: "la empresa está evaluando cuántos peces se fugaron". Ni una palabra sobre abrir una investigación sobre lo sucedido.
Pescadores afectados
Según el dirigente de los pescadores Eric Vargas “También se habrían fugado salmones en Isla Queullín, en Tabón y en Laguepe, sector de Chochamó. Estamos preocupados por la contaminación que pueda generar en la zona de pesca, no sabemos si se trata de centros afectados por el virus ISA”.
En los últimos meses alrededor de ocho virus se han detectado en la industria salmonera. Que, por otra parte, viene siendo criticada de larga data por el mal manejo técnico de la cría de salmones, su nulo interés por la ecología de las zonas donde instala sus criaderos y su reiterado desprecio por la sociedad.
Otro virtuoso caballero, Carlos Odebret, de Salmón Chile, señaló que, hasta el momento no se tienen datos exactos sobre lo ocurrido (¿será una "industria" que depende de los vaivenes del azar?). “Se aplicaron todos los planes y se ubicaron los barcos de recaptura, pero se debió esperar que mejore el tiempo –dijo–, porque los puertos permanecían cerrados”. Dijo también, temeraria o mentirosamente, que los centros afectados se encuentran "libres" del virus ISA y que los salmones fugados, son de talla para "cosechar". Aunque no se han cuantificado las pérdidas, si de eso se trata, se estiman, prima facie, en no menos de dos millones de dólares.
"Se trata de un problema que puede tener repercusiones más profundas (…) Una especie como ésta, depredadora, no sólo va a terminar con las especies silvestres que dan vida a nuestra pesca artesanal, sino que la contaminación que llevan consigo puede tener alcances insospechados, no sólo para la biomasa sino que también para las personas", estimó el senador Ávila.
No todo es la fuga de los salmones; hay que sumar, según el parlamenrario:"La reciente y grave emergencia sanitaria que han creado miles de salmones muertos que están siendo acumulados al interior de las balsas-jaulas (…) contraviniendo las disposiciones sanitarias vigentes".
Autoridades locales de la zona, en el Archipiélago de Las Guaitecas, dieron a conocer una denuncia por el impacto medioambiental que provoca la contaminación en las aguas dada la mortalidad de salmones en algunos centros que están frente a la localidad de Repollal:
“Existe registro de alta cantidad de peces muertos flotando en las jaulas con una capa de grasa acumulada desde ya varias semanas. Un centro de salmones cuenta con 12 jaulas y cada una contiene alrededor de 30 mil peces, y la cantidad de peces muertos está sobre los 20 mil (…) esto está provocando que los peces salgan de las jaulas y lleguen a la costa”.
Por otra parte, las tareas que cumplen los trabajadores exigen la utilización de productos químicos con riesgos hasta la fecha desconocidos para la salud humana, estos químicos afectan el desarrollo de las especies nativas, e incidirían en su estado larvario. Muchos de esos productos son rechazados porlos mercados extranjeros o están prohibidos en Chile. Pero todos hacen la "vista gorda".
Teme el senador Ávila que podría el paìs enfrentar "el mayor desastre ecológico producido por una industria que desgraciadamente en Chile se encuentra actuando en total impunidad. A diferencia con otros países (…) donde situaciones como éstas son drásticamente sancionadas y las industrias tienen que responder de los daños causados".
Y cierra: "Puede estar en ciernes un doble fraude. En primer lugar, a todo nuestro país por el daño ecológico; en segundo término, la industria especuladora que probablemente, tras algo deliberado como estas fugas, sean objeto de la petición de indemnizaciones, lo que por supuesto sería moralmente inadmisible".