Salud pública en Chile: LA OTRA CARA DE LA MONEDA

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

La mayor parte de los artículos que escribo responden a la lógica del periodismo de denuncia. Ahora bien, en esta oportunidad la denuncia debo reemplazarla por el reconocimiento al personal humano que hace parte integral del sistema de salud público en Chile.

Nuestro austral país gozaba de una salud regular hasta la irrupción de las «Isapres» –sistema de salud privado–, virus temerario que lo enfermó gravemente. Dicha enfermedad ha pasado por periodos críticos y de momentáneo restablecimiento. Esta afirmación la puedo hacer con conocimiento de causa: durante 1997 trabajé como encargada de prensa y comunicaciones del Directorio del Hospital Clínico José Joaquín Aguirre de la Universidad de Chile; en otras palabras, conocí al monstruo en sus entrañas. A eso se suma una no despreciable cantidad de amistades que trabajan en el quehacer médico hospitalario.

He visto la peor cara del sistema, la cual he denunciado en su momento; sin embargo –debo admitir– que el rostro de humanidad al interior de este engranaje no está ausente, y que la mística y vocación de servicio intentan sobrevivir pese a condiciones laborales deplorables –sin contar las financieras–.

En esta ocasión quisiera destacar a dos mujeres, dos enfermeras cuya vocación me recordó un viejo filme que cuenta la vida de Florence Nightingale, cuya abnegación y heroísmo pone una alta vara a las enfermeras de todos los tiempos. Estas dos mujeres: madres, profesionales y chilenas, trabajan en el servicio de salud pública zona norte de Santiago, específicamente en el Hospital San José.

 Maria Ascensión San Miguel es enfermera coordinadora, profesionalismo a toda prueba; pero además de una calidad humana que traspasó las fronteras del continente hasta conocerse su nombre en la mismísima capital de Europa. Jacqueline Wigodski , enfermera –reiki nivel I reflexología y sintergética– a lo que se suma su aporte en la construcción de sitios web, que permiten acercar a los pacientes y público en general a los asuntos de salud –además del sitio del Hospital San José– es la creadora del portal del Colegio de Enfermeras de Chile.

Estas dos mujeres respondieron ante mi angustiada preocupación por un familiar cercano que fuera hospitalizado en el Hospital San José. La distancia aumentaba la impotencia de no saber ni el diagnóstico clínico ni su estado anímico. Pero la sinergia del ciberespacio, más la vocación de servicio de estas dos profesionales, hizo posible que se nos informara en detalle sobre su situación médica y que le informaran al paciente que desde tan lejos habían familiares preocupados por su estado.

La red de servicio interno no se hizo esperar, la enfermera «webmaster», se comunicó con la enfermera coordinadora y esta le solicitó al enfermero –Claudio Marín– que le avisaran a mi pariente sobre nuestra demanda de información. El resultado, la alegría y fuerza que le inyectaron a esa persona que estaba enferma y abatida, lo que dio como resultado su alta médica a los pocos días.  

Quizás muchos de los que leen esta nota se dirán: «claro pero es una excepción». A lo que no puedo rebatir; sin embargo, puedo afirmar que esta excepción sólo se puede dar entre personas que aún creen en el humanismo y cuya vocación de servicio está presente, pese al cansancio que producen los dobles turnos, la prepotencia de algunos familiares o enfermos, el despotismo de ciertos cuadros médicos, las condiciones a veces insensatas de trabajo y un sistema deformado por la ley de la oferta y la demanda, la del clientilismo, donde el lado humano queda postergado.

Creo que si las excepciones fueran relevadas en el día a día, habrían más personas que detendrían su mirada ante un sector humano al que sólo se le exige, un sector que cuenta en las estadísticas y al que se le ha intentado sacar todo ropaje de humanidad, un sector que lo hacen mujeres y hombres que pueden cometer errores, pero a los que los mueve una vocación de servicio público, cosa rara en estos días en un país preso entre las garras del mercado.

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* Periodista.

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