Saramago en Roma como escritor para los niños

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

En Roma, en el Instituto Cervantes, José saramago presentó la versión italiana de un libro de cuentos para niños: A maior flor do mundo (La flor más grande del mundo), en el marco del Festival Internacional de Cultura Portuguesa que se lleva a cabo en esta ciudad.

-Hace 30 años escribí el cuento para el hijo de una amiga. El niño después de leerlo me dijo: ‘ni usted ni yo sabemos escribir cuentos para niños’, -señaló el premio Nobel de Literatura en la presentación. La respuesta del pequeño lector le había intensificado el síndrome de «a pequeñas causas, grandes efectos: después de una opinión tan lapidaria quedé traumatizado».

No volvió a intentar la literatura infantil. Cuando, cinco años atrás, su editor le propuso publicar el cuento repudiado, Saramago con «un dolor antiguo» le respondió que jamás había escrito cuentos para niños. Fue su mujer, Pilar Montenegro, quien recuperó el manuscrito presentado el fin de semana al público italiano.

«Trabajar para sobrevivir»

fotoSaramago tuvo una infancia difícil. Los campos de Portugal eran avaros con los pobres y se vio obligado a abandonar la escuela porque debió trabajar para sobrevivir. Antes de dedicarse al periodismo y la literatura, y mientras se cultivaba por propio esfuerzo, ejerció los oficios de mecánico y herrero.

Al hablar sobre La flor más grande del mundo, entonces, fue natural que recordara a los miles de niños del tercer mundo que, tal como él durante su infancia, «deben trabajar para sobrevivir». Tampoco olvidó a los dos millones de menores que no leerán nunca sus libros porque fueron asesinados, inocentes víctimas de guerras, en los últimos 10 años.

Saramago no es un intelectual que cuenta historias; es un escritor comprometido con el género humano y especialmente con las luchas de los más pobres. Por ello ha querido visitar y palpar las realidades de muchas regiones donde se producen conflictos sociales o son vícrtimas del terrorismo externo: Timor Este, Sudán, Palestina, Chiapas…

Por su defensa a ultranza de causas consideradas generalmente perdidas, y su irrestricta solidaridad con los pobres, suelen llamarlo «la Madre Teresa de Calcuta de la Literatura». El apelativo lo hace sonreír a Saramago. «Es simpático -dice- pero a mí no me gustaba la Madre Teresa. Ella quería curar las almas y yo prefiero ayudar a los cuerpos».

No mitificar algunas realidades

Desde que recibiera el Premio Nobel en 1988, José Saramago -más allá de aumentar la venta de sus libros-, ha utilizado fama y prestigio para difundir con más eficacia sus ideas y sus críticas contra el presidente de EEUU George Bush y su imperio del mal.

«No debemos mitificar el 11 de septiembre. En Sudán ha habido más muertos que en las Torres Gemelas. Las guerras siempre han existido. En Estados unidos el poder está en manos de los grupos económicos. En ese país, no hay presidentes, solo dueños de compañías. Estados Unidos es la principal amenaza para la paz».

Saramago está convencido de que la lectura de los cuebntos inantiles tendría que ser obligatoria para los adultos, ya que esos textos enseñan valores considerados indispensables, como la solidaridad, el respeto por los demás y la bondad. Leyéndolos, apunta, quizá «seríamos capaces de aprender lo que desde hace tanto tiempo enseñamos».

No todo en Saramago es literatura. La flor más grande del mundo se convirtió además en obra musical gracias al talentoso músico español Emilio Aragón; la pieza se estrenó en Italia también este fin de semana.

El escritor anunció en el Instituto Cervantes que su novela Ensayo sobre la Lucidez, saldrá en Italia en el próximo mes de septiembre. Anticipó que se trata de una mezcla explosiva de «imaginación surrealista y conciencia critica».

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* Periodista.

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