Se enojó el geronte. – REUNIÓN IBEROAMERICANA ENTRE MACACOS Y OCA

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Bien pensado, lo único rescatable del gasto que ocasionó el encuentro de políticos, asesores y expertos, empleados públicos todos, y empresarios con sus asesores y expertos, que tuvo lugar en Santiago –la llamada Cumbre Iberoamericana, que como de costumbre pagan los contribuyentes– es el acuerdo que denominan de seguridad social: quién ha trabajado en un país distinto al suyo podrá –tal vez– unir los dineros que le han descontado en otros países por su trabajo para jubilar en el lugar de su residencia.

Lo demás es paja.

A poco de comenzar la reunión se enojaron los presidentes de la Argentina y del Uruguay; la razón fue que –pequeña metida de pata del gobierno uruguayo– se conoció que la planta de celulosa Botnia –finlandesa– iba a comenzar a producir en territorio uruguayo. Se cuenta que el indignado presidente Kirchner le dijo a su colega Tabaré Vásquez «Me tomás por boludo… Has traicionado al pueblo argentino». Uruguay había señalado a lo largo de muchos meses que el emprendimiento iba.

El río que probablemente se envenenará más de lo que está, bien gracias. No tiene voz. Adiós surubíes. No se conocen medidas de las autoridades argentinas para evitar que otras papeleras en sus tierras dejen de contaminar el entorno. Una al parecer es de capitales chilenos.

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Así nos va.

Si de manera áspera comenzó la «cumbre», de manera espectacular terminó. Fue cuando Hugo Chávez –enfrenta en su país un soterrado preparativo de golpe, que según algunos analistas esta vez utiliza a estudiantes como infantería en el ataque– osó interrumpir al Presidente del Gobierno español, Rodríguez Zapatero, recordándole que un tal Aznar, su predecesor en el cargo, era un vulgar fascista.

La palabreja fascista fue más de lo que don Juan Carlos, rey de España, pudo soportar: «¿Por qué no te callas?» le espetó a Chávez. Y se levantó, como para irse al hotel o por un trago. Eso habla bien del Borbón, hombre agradecido a quien le permitió ser rey, el benemérito Franco –que algo tuvo que ver con el fascismo.

El «británico» Chile tuvo ganas de aplaudir al monarca, de hecho lo hizo a través de los adelantos de noticias de la TV, siempre monárquica ella.

(Hay tantas «cumbres», «encuentros», «conferencias», «reuniones» en la vasta geografía del planeta que la ciudadanía no sabe si elige gobernantes o turistas. Sabe, si, que paga las cuentas. Por eso no se puede decir nada muy serio de aquellas, de las cumbres, no de las cuentas).

Más tarde, en otro engendro, éste paralelo al diplomático y denominado Cumbre de los pueblos o algo así, Hugo Chávez explicó la razón de su enojo. Fue convincente el «loco Chávez», en especial cuando debió saludar al presidente de Bolivia, Evo Morales. «Llegó el macaco menor», dijo.

Nadie se sintió ofendido. Un macaco es un mono, y macacos llaman los Aznar y gente como él a quienes no son palo de su corazón. Macacos. Apelativos que no tienen difusión en la prensa. Bien. El guante fue recogido y qué pasó. Nada. Nada salvo la vergüenza.

Vergüenza de que todavía un anciano ose levantar la voz y gritar su enojadísimo «¿Por que no te callas?» y un montón cuasi criollos aplaudan. 400 años no enseñaron. Vamos para 200 más y tampoco.

Tributarios de su majestad.

Quien no tributó nada fue el ecuatoriano Correa. Joven, casi atlético, sonriente, impasible dijo que cierta prensa –eufemismo para no decir la prensa que se autodefine «importante»– mantiene relaciones incestuosas con las oligarquías locales.

Rafael Correa quizá esté centrado en la mira de un asesino a sueldo. Como estuvo Fidel Castro, como están Morales y Chávez, como sin duda estuvo el presidente de Nicaragua. Por eso fue bueno lo que puntualizó Chávez. Si a uno lo matan, los otros no se quedarán quietos. Se entienden ahora algunas cosas, como la renovación de la capacidad de movilidad militar de Venezuela.

Incidentalmente, Chávez es el único gobernante indoamericano que suele citar a escritores y pensadores de esta parte del mundo.

Tiene conciencia el hombre.

Las anécdotas son finalmente –a falta de otra cosa– la huella de la «cumbre» donde la mayoría dejó sentado que no conoce la diferencia entre cima y sima. Aunque hubo algo para rescatar, y no es broma: 2008 será el Año Iberoamericano de la Juventud: una propuesta de El Salvador que fue aprobada. Nada se dijo acerca de cómo se intentará el rescate de la juventud. Queda para el próximo encuentro.

Mientras. puede que algunos quieran rebajar más aún la edad de considerar la responsabilidad penal de los jóvenes, en alguna parte fijada en 14 años.

Y se aprobó también un Convenio Iberoamericano de Seguridad Social.Para lo cual se aprobó un fondo de unos 650.000 dólares durante tres años financiado por España, México y Chile. Que nadie sea optimista.

Donde se sacaron los zapatos las altas partes fue en el momento de ponerse de acuerdo para «aumentar» la creación de trabajo decente y de calidad y garantizar el acceso universal a los servicios sociales.

Y no, no compareció el representante de las FARC, que mandó un vídeo; sí estuvo el señor Uribe, pero no en representación, por lo menos no oficial, de los paramilitares colombianos. No hay amor, sólo cólera.

En resumen: la inauguración con frío –es traicionera la estación primaveral en Chile–, una cena con ausentes, peleas de vecinas entre más o menos vecinos. El humor de Chávez, la ira hispana y el fútbol de Morales. Lo demás bajo el manto de la discreción.

Y la presencia de Andorra, claro. Andorra es un Estado que se encuentra en los Pirineos, entre España y Francia, de 468 km2 y 81.000 habitantes que hablan catalán. Poco antes de la «cumbre» anunciaron –por si a alguien importaba– que reestructuran el cuerpo de bomberos. Lo pasaron bien.

No se sabe si en Chile condecorarán al borrachín que pretendió cruzar una calle por la que iba a pasar una delegación. Con valor belisario un policía temeroso de que fuera un no invitado Al Qaeda lo hizo mierda contra el asfalto.

La presidente Bachelet lució un eléctrico traje verde limón y otro rojo. Así son las cumbres. Suele soplar el viento.

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