Sebastião Salgado lleva el espejo de la sociedad por todos lados

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En su peregrinaje por sitios de más de 120 países, el fotógrafo brasileño ha documentado el sufrimiento humano y luego de más de 40 años de trabajo se ha erigido como figura referencial de la cultura de su país.

Tantos han sido los lugares del planeta en los que ha estado Sebastião Salgado –la friolera de más de 120 países– que para él resulta ahora difícil precisar dónde siente arraigo. Eso sí, tratándose de futbol, nunca ha escondido que su corazón está con el representativo de su natal Brasil, el Scratch du Oro, la selección verdeamarela.

Después del largo proyecto al que denominó Génesis –cuya muestra itinerante de 250 imágenes se mantendrá hasta septiembre en Santa Cruz de Tenerife, España– el legendario fotógrafo, una de las figuras referenciales a escala global de la cultura brasileña, ya alista un nuevo periplo geográfico, artístico y social.

Consistirá, según reveló en fechas recientes, en regresar al Amazonas para, con la lente y la prodigiosa agudeza de su mirada, denunciar el acoso y el peligro en los que se encuentran los pueblos indígenas de la zona ante la expansión de la tecnología agrícola.

De ninguna manera es novedad ese vínculo que el artista nacido hace 70 años en Aimores, estado de Minas Gerais, establece en su trabajo entre lo estético y una posición crítica, progresista de la realidad.

Drama social y humano

A lo largo de sus poco más de cuatro décadas de trayectoria, Sebastião Salgado se ha dado a la tarea de documentar el drama social y humano, el de los refugiados y desplazados por el hambre y la guerra y las agrestes condiciones de vida de agricultores y trabajadores de las minas de oro.

Ese encuadre en temáticas sociales también ha abarcado la explotación y la crueldad del modelo capitalista y el fenómeno, muchas veces doloroso, de los éxodos y migraciones humanos. Espero que la persona que entre a una de mis exposiciones no sea la misma al salir, ha dicho.

Trabajadores en la construcción del eurotúnel entre Francia e Inglaterra.
Trabajadores en la construcción del eurotúnel entre Francia e Inglaterra.
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Niñas en la recolección de té en Ruanda. Incluida en su libro Workers: an archaeology of the industral age,

Tal manera de proceder ha puesto al fotógrafo en el centro de la polémica. Son varios los que han cuestionado su obra por dramatizar de más el sufrimiento humano. Uno de sus detractores es el escritor brasileño Ivan Lessa, quien lo acusa de crear una estética de la miseria.

Pero también está la otra facción, la que encomia su sensibilidad y valor para conferir dignidad a los que se ven asolados por la tragedia y hacerlos visibles. Entre estos últimos se encuentra el escritor uruguayo Eduardo Galeano, quien ha dicho que Salgado, con su quehacer, permite al mundo apreciar la gran odisea de nuestro tiempo, en este viaje con más náufragos que navegantes.

Testigo único

El propio Sebastião Salgado en alguna ocasión ha encarado los reproches contra su obra, entre los que se encuentran unos realizados por la escritora estadunidense Susan Sontag, ya fallecida, y ha afirmado que su búsqueda con la fotografía es la belleza, pero también la denuncia. Lo uno no quita lo otro.

Al respecto, en el libro Creadores de imágenes: fotógrafos contemporáneos, de Anne-Celine Jaeger (Editorial Océano), precisa que a veces la gente no acaba de entender por qué he trabajado tanto sobre la hambruna en África y sobre la pobreza en América Latina, pero era lo que tenía en mente. Era mi vida. No me imponía en sus vidas, sino que era lo que yo estaba viviendo.

Y agrega: En Brasil, había estado muy metido en temas sociales y estábamos en una época de militancia política. Además llegamos a estudiar a Francia después de 1968. Todo era activismo, política, militancia y temas sociales. Convertirme en fotógrafo social y documental fue una evolución natural para mí.

Más aún, ha considerado que los fotógrafos son comúnmente acusados de querer protagonizar, colocarse en evidencia, pero, al final, son solamente testigos, los únicos testigos.

Esos dramas, queramos o no, son el espejo de la sociedad, y los fotógrafos llevan ese espejo a todos lados, según lo cita el investigador Óscar Colorado Nates en su libro Fotografía de documentalismo social (Sousa Ediciones).

Al margen de esas disquisiciones, Salgado mantuvo en Génesis esa línea híbrida de lo artístico y social, pues ese proyecto que inició en 2004 y concluyó en 2012 se propuso capturar imágenes de lo que ha sido la Tierra en este, al parecer, proceso irreversible de destrucción a manos del hombre.

Al inicio, pensé fotografiar las fábricas que contaminan y los depósitos de basura. Pero, al final, decidí que la única forma de darnos un estímulo, de traer esperanza, es exhibir las imágenes del planeta original, para que se vea la inocencia. Entonces podremos entender que lo debemos preservar, explicó cuando comenzó dicha iniciativa.

Esta aventura fotográfica implicó un recorrido de ocho años por 32 países para registrar los parajes donde el mundo se mantiene casi intacto. Fue un viaje de autoexploración, conocimiento y toma de conciencia sobre la urgencia de poner freno a la voraz destrucción ambiental.

Hemos hecho mucho daño al planeta, hoy tenemos un calentamiento serio, con impactos terribles en el océano. Por eso, es interesante tener estas fotografías como un registro representativo de lo que sigue preservado, explicó el autor a la agencia Dpa, el pasado febrero.

“Descubrí que somos mucho más viejos de lo que nos imaginamos y que lo que hoy es esencial –el amor, la vida comunitaria, la solidaridad–, ya existía antes, no hay ninguna diferencia. Para mí ha sido como un regreso a mí mismo. Descubrí que todo lo que es esencial ya existe”.

De la economía a la fotografía

salgado  recoleccion de te en Ruanda. incluida Workers an archaeology of the industral age
Cosecha de té en Ruanda, fotografía incluida en su libro Workers: an archaeology of the industral age

Sebastião Salgado es economista por formación profesional e incluso cuenta con una maestría en esa disciplina en la Universidad de Sao Paulo, Brasil. El giro en su vida ocurrió a raíz de sus constante viajes a África, en misiones para el Banco Mundial.

Tomó por vez primera la cámara, una Leica, cuando contaba con 29 años, en 1973; le fue prestada por su esposa, Leila Wanik. Fue entonces cuando decidió dejar de lado su carrera de economista y cambiar a la fotografía.

Antes de adentrarse en el trabajo documental estuvo al tanto de coberturas noticiosas. Trabajó para las principales agencias del mundo: Sygma, Gamma y Magnum. En esta última fue el único fotógrafo que registró el atentado contra Ronald Reagan, cuando éste era presidente de Estados Unidos, el 30 de marzo de 1981. Esa histórica imagen lo catapultó a la fama, aunque él se mantuvo apegado a su determinación de registrar temáticas de contenido social y humano.

En 1986 apareció su primer libro, Otras Américas, sobre la pobreza en Latinoamérica, y ese año publicó Sahel: el fin del camino, resultado del trabajo de un año con la organización Médicos sin Fronteras, sobre la sequía en África.

En 1994 fundó su agencia fotográfica Amazonas Images y en 1997 lanzó la obra Terra, sobre los pobres y marginados de Brasil, según consigna Dpa.

Los dos libros sobre los desplazamientos masivos de personas registrados en Éxodos y Retratos de niños en éxodo, lanzados en 2000, consolidaron el prestigio de Sebastião Salgado, quien en 1998 recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Artes.

Es un gigante. Uno de los representantes del gran poderío cultural de Brasil.

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