
No nos funcionó
– Recibir a los invasores como Dioses.
– Rendirse al atropello: nuestros antepasados claudicantes fueron de todos modos aniquilados, vejados, esclavizados, aculturados.
– Resistir a la invasión imperial por separado, para posibilitar que nos sometieran pueblo tras pueblo, cultura tras cultura, región tras región.
– Prestarse a colaborar con el agresor: los indígenas totonacas y chichimecas que ayudaron a Cortés contra los aztecas, los guatemaltecos que auxiliaron a Pizarro contra los incas, los aruacos que apoyaron a Losada contra los caribes, todos los americanos que sirvieron de verdugos al Imperio contra otros americanos fueron luego esclavizados, oprimidos o exterminados.
– Prolongar nuestras rencillas internas incluso ante la presencia del enemigo: Huáscar contra Atahualpa, Moctezuma contra Cuautémoc fueron los más eficaces agentes de los conquistadores.
– Dejar durante siglos en manos de un imperio foráneo la administración de nuestro suelo y subsuelo, de nuestros recursos naturales, de nuestra economía, de nuestras finanzas, de nuestra política.
– Permitir que antes y después del atropello algunas de nuestras sociedades originarias igualitarias degeneraran en sistemas de castas, con privilegios económicos y políticos hereditarios.
– Inculcar en el pueblo la obediencia ciega, de manera que la rendición de las dirigencias equivaliera a la del pueblo, que dejar sin cabeza a las jefaturas fuera dejar a los gobernados sin ideas.
– Mimetizar la cultura opresora con la esperanza de ser reconocidos como iguales y la certidumbre de terminar ridiculizados como remedos o perdonados como pintorescos.
– Juzgarnos con el rasero del enemigo, medirnos con la medida del opresor, valorarnos según la tabla de valores de los genocidas.
Sí nos funcionó
– Atrevernos contra los imperios.
– Resistir las intervenciones en el campo cultural, económico y estratégico.
– Conquistar por la violencia las reivindicaciones sociales y económicas que nos son negadas con la fuerza bruta.
– Movilizar de nuevo a las clases oprimidas y cumplirles los programas de reivindicación social.
– Rechazar la integración tutelada por los imperios y culminar la iniciada por nosotros mismos.
– Rechazar la instalación de bases militares foráneas y denunciar, incomunicar, aislar o expulsar las ya instaladas.
– Reconquistar el control de nuestras riquezas naturales, así como el de las industrias relativas a su explotación.
– Pensar con nuestras ideas, nuestros valores, nuestras cabezas.
– Ser nosotros mismos en la América Nuestra.
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